Mark Millar y Dave Gibbons dejaron un material de primer orden, un cómic ácido y que parodiaba a uno de los iconos: James Bond. Matthew Vaughn acepta el reto con soltura y hace que su "Kingsman" esté a la altura del traje diseñado, sin rubor en presentar una gamberrada con estilo, una película de acción que mantendrá a los espectadores que amen el género con una sonrisa de satisfacción.

El film funciona como una montaña rusa bien diseñada. Colin Firth no renuncia a su elegancia para participar en un proyecto alejado de su registro habitual. Su compostura y saber estar contrastan en una obra de tantos tiros como la presente, pero el eclecticismo funciona, siendo la figura paterna y el mentor que el joven protagonista (Taron Egerton) necesita.

Hay un casting muy sólido, donde encontramos seguros de vida como Mark Strong, quien garantiza que las escenas de entrenamiento en la academia siempre tengan algo que aportar y no se vean como algo accesorio. Lástima que no se aproveche otro acierto de casting, un Jack Davenport que merecía más minutos de metraje.

Como en toda cinta de espías que se precie, en el malo está buena parte del secreto. Samuel L. Jackson lo consigue, aunque, sin que sirva de precedente, no me terminar de convencer este doblaje en castellano. El plan del malvado tiene un punto de genialidad y moraleja que hace casi que uno quiera que le salgan bien sus propósitos.

Las coreografías de lucha están muy bien diseñadas y nunca se hace pesada.

Una travesura divertida.