Como bien reza uno de los títulos de las reseñas aquí presentadas, el único verdadero problema grave de "El Padrino III" es convivir con sus dos precedentes, brillantes, clones mejorados de este cierre de la trilogía. Es la peor, pero eso ni mucho menos significa que sea mal cine, o decadencia o que Francis Ford Coppola haya perdido su maravilloso toque con las novelas de Puzzo.

"El Padrino III" no es una secuela gratuita, es un necesario cierre para una de las mejores sagas del séptimo arte, un círculo que era obligatorio terminar de dibujar. Es el final de un clinic de un Al Pacino tocado con una varita mágica como Michael Corleone. Es el único, junto con Diane Keaton, que repite en las tres entregas, el vínculo de unión entre las tres joyas.

Tampoco es que Andy García desentone, hace una interpretación notable, aunque su personaje carga un poco (es demasiado increíble pretender que un miembro de los Corleone aglutine la clase de Vitto, el cerebro de Michael y el encanto de Sonny, o cuanto menos, que teniendo esas virtudes latentes sea un macarra a fin de cuentas). Sofía Coppola no desentona en la tónica general, sin ser la mejor actriz del mundo, hay un mimo especial de la cámara con ella, tal vez por su vínculo con el director, que genera esa sensación de idefensión tan necesaria.

La trama incluye inquietantes relaciones con El Vaticano y la llegada de una nueva oleada de familias mafiosas dispuestas a desmontar El Imperio que tanta sangre y sacrificios ajenos y propios ha costado a Michael. Una guerra que se cobrará su precio, mientras él intenta alcanzar la salvación de su alma frente a los fantasmas de su pasado. Destacar como nexo de unión a un Diane Keaton tan peculiar en su modo de enfocar a su personaje como brillante.

Un necesario final para una saga imprescindible en nuestras videotecas. No dejen, entre otras maravillosas críticas la establecida por Quim Casals en esta misma página.