Solo cuando el mal gusto es llevado al cine puede salir una cosa como esta. Vi esta película no hace demasiado tiempo. En esta ocasión la curiosidad volvió al matar al gato. La verdad, es que desde un principio iba con la mente totalmente abierta, sabía que me podía encontrar cualquier cosa, pero lo que encontré me sorprendió. Todo resulto más chabacano y hortera de lo que mi estrecha cabecita podía haber imaginado. ¡Infeliz de mi!

La famosa creatividad de la que hace tanta gala toda una generación de España, conocida como la movida madrileña, nombre que jamás entendí. Aunque viví esa época, tengo que reconocer que me tocó un poco de refilón, pues en aquella época quien escribe era demasiado joven, tal vez tan solo un niño. Esta película hace especial bandera de esa época. Tiempos, en los que con pocos recursos y conocimientos salían cosas llenas de creatividad, originalidad y todo lo que termine en dad.

Bueno, seamos benévolos con Almodóvar pues en esta época simplemente era un chavalín cargado de ilusión y ganas de hacer cine, ni había medios y no sé si ya habría subvenciones en el cine español. Supongo que si.

Pero el caso es que a mi entender la película, si se la puede llamar así, roza, por no decir que se mete de lleno en el mal gusto. El guión es totalmente absurdo y sin sentido. Si es que esta película siguió alguna vez guión alguno, lo dudo bastante. Más que cine, parecen un grupo de amigos grabándose haciendo paridas y gamberradas un sábado noche puestos de todo hasta las cejas. Las escenas sexuales resultan grotescas y casposas. Los diálogos resultan irreales, donde el hablar mal parece moderno. Cosas de la época. Tampoco es que hayamos cambiado tanto.

Quizá la única nota curiosa es encontrarse una Alaska adolescente y una Carmen Maura jovencísima. Hay que ver Carmen, que duros debieron ser los inicios.

La verdad, nadie hubiera dicho viendo esta película que Almodóvar llegaría a donde a llegado.