Narrada en modo flashback, "Drugstore cowboy" se inmiscuye en la adicción y la necesidad del ser humano por asirse a un atisbo de esperanza dentro de un mundo de miseria. El camino más fácil es evadirse de la realidad y que mejor manera para ello que las drogas, pero he aquí en problema, de repente uno se encuentra coqueteando con sustancias ilegales (con el consiguiente riesgo y esfuerzo que ello supone) y además adictivas y peligrosas, que poco a poco sumen al toxicómano en la más profunda de las dependencias, privándolo de iniciativa e incluso de personalidad. Temática a parte, esta especie de "road movie" también resulta interesante por las buenas interpretaciones de actores noveles por aquel entonces (llevándose la palma un joven Matt Dillon) y por el planteamiento en tono independiente de un Gus Van Sant que por aquel entonces estaba entrando en el mercado americano.