El periodo comprendido entre 1982 y 1994 podría ser bautizado como la edad de oro de Schwarzenegger. Una época en donde concentró todos sus grandes éxitos cinematográficos y algún que otro mierdón, pero siempre con balance positivo. Incluso su vida privada alcanzó su punto álgido en el 86, cuando se casó con una Kennedy. Luego vendría el detallito de hacerle una barriga a la criada y tener un hijo bastardo. Lo normal en Hollywood.

Decíamos que, incluso cuando los hados le sonreían, Arnold no se libró de trabajar en algunos zurullos. Entre ellos estuvo "Danko: Calor Rojo" (1988), una "buddy movie" (estaban muy en boga por entonces) en donde Arnold se juntó con J. Belushi (el vivo, que el otro la había espichado por drogata seis años antes). Arnold interpretaba a Danko, un policía soviético arquetípico hasta la parodia, mientra que Belushi era un policía estadounidense que, bueno, se tomaba la vida con otro ritmo.

La película jugaba con la guerra fría como telón de fondo, pretendiendo hacer comedia con dos tipos que, no solo habían nacido en las antípodas del planeta, sino que sus personalidades no podían ser más distintas: Danko con un palo metido por el culo y Belushi incapaz de reconocer la palabra "disciplina" en un diccionario. Y entre ambos, un narcotraficante georgiano con una cara de facineroso que ríete tú de Palpatine. El resultado fue un producto justito, justito, con alguna gracieta ocasional y mucho reparto de leches soviética, al que le vino mejor la época de su estreno que una revisión treinta años después.

La razón es que esta producción ha envejecido mal, ya que a las nuevas generaciones (imagino) les costará encontrar la gracia a esta pareja sacada, literalmente, de otro tiempo. Si a eso le añadimos que es cine de acción ochentero, es decir, violencia gratuita, chascarrillos, machadas y personajes con la profundidad de un charco, no parece que abunden los motivos para verla. Incluso quienes disfrutamos con ella en el pasado, ahora la sentimos distante y con menos chicha, señal de que hemos evolucionado.

En resumen, cine ochentero puro y duro al que no le falta un tufillo homoerótico algo sospechoso (uno, que es muy mal pensado). Aunque ha perdido mucho, no está ni por asomo entre lo peor del exgobernador de California. Aunque, dada su situación actual, ya quisiera rodar algo ligeramente parecido a esto. ¿Terminator 6 le devolverá algo de su status perdido? A la vejez, ¿preñará a otra criada?