La historia ser repite: joven apocado (Adrián Lastra) decide, con la ayuda de sus amigos (el mismo grupúsculo de discapacitados y minorías de la primera parte), seguir hasta otro continente a la chica que le gusta (Patricia Montero). Una vez allí nos esperan un montón de chistes chuscos y el mismo tipo de humor zafio que vimos (o, mejor dicho, sufrimos) en la anterior entrega.

Lo dicho, aunque hay algunos cambios (de protagonista y director, básicamente), el espíritu sigue siendo el mismo. Es decir, que si la primera parte era una porquería esta también lo es. Y es que estamos en las mismas, tratando de copiar a las películas juveniles americanas tipo American Pie y errando miserablemente. ¿Cuándo aprenderemos que así no se hacen las cosas? Bueno, imagino que nunca si el público sigue respondiendo como hasta ahora…