A finales de los años veinte, James J. Braddock (Russell Crowe) era una joven promesa del boxeo. Años más tarde, tras varias lesiones y con el país empobrecido hasta límites insospechados, Braddock y su familia tienen que subsistir pasando todo tipo de penurias. Pero la vida le tiene reservada una segunda oportunidad en forma de retorno triunfal al cuadrilátero…

Crowe y Howard forman un buen tandem. Ya lo demostraron con la notable Una mente maravillosa (A Beautiful Mind) y lo vuelven a hacer con esta película, en la cual brilla, por encima de todos, un Russell Crowe entregadísimo, tanto física como psicológicamente. También la labor de Howard resulta encomiable, aunque sigo pensando que su mejor trabajo tras las cámaras se encuentra en El desafío: Frost contra Nixon (Frost/Nixon), aunque ésa no sea necesariamente su mejor cinta. A destacar también la cuidada ambientación o su fotografía, acertadísima a la hora de decantarse por los tonos marrones.

Sí, es cierto que el guión es un poco tramposo (Braddock, por ejemplo, es presentado como un venerable padre de familia, mientras que otro de sus oponentes como alguien arrogante, engreído y mujeriego…), que la química entre el protagonista y Renée Zellweger, quien interpreta a su esposa, no acaba de funcionar o que la elección de ésta puede parecer harto discutible. Sin embargo, la película funciona. Y lo hace porque narra un melodrama, basado en hechos reales, de los que conmueven, porque su acabado es de nota y, sobre todo, porque cuenta con uno de los mejores actores de los últimos tiempos: Russell Crowe.