Ni al mismísimo Catulo se le hubiera ocurrido escribir una serie de tv como ésta. A veces erótica, muchas veces pornográfica. Es increible que dentro de un guión tan inteligente funcionen tan bien gags tan soeces y escatológicos. Porque el humor muchas veces es de sal gorda y es totalmente incorrecto. Hank no sabe nada de humor inteligente. Es primario y brutal. Durante la serie le acompañamos en su particular descenso a los infiernos. Pero no es cinismo y egoismo todo lo que reluce. Hank también tiene su pequeño corazoncito. Es aquí donde veo más diferencia con House. Hank tiene objetivos más claros que poquito a poquito hacen evolucionar al personaje, de modo que de vez en cuando, realiza gestos de humildad.
Merece la pena solo por el episodio piloto. No se puede pedir más en 5 minutos. Toda una lección de cómo presentar un personaje y que sea atractivo para el público.