¡Estaría mejor sin madre! Exclama el niño protagonista de la película como ya exclamara Macaulay Culkin en solo en casa o dijera algo muy similar la protagonista de Dentro del Laberinto, refiriéndose a su hermano. Como en las dos citadas, pronto se arrepentirá de tales palabras y recibirá una lección de lo necesaria que es su madre en su vida y lo que la echa de menos. En esta ocasión no es David Bowie quien se la lleva, sino unas alienígenas, aunque igual que en aquella película de fantasía, tendrá que vivir unas cuantas aventuras antes de volver a tenerla a su lado. De todos modos, la comparativa con los dos citados y grandes clásicos no pasa más allá de esa coincidencia puntual del planteamiento.

Esta película seguramente sea de las películas Disney más defenestradas y discretas en cuanto a marketing y repercusión en años y aún así ofrece algo menos de 90 minutos de entretenimiento y resulta disfrutable, seguramente más si cabe para los pequeños de la casa. En Marte cada 25 años brotan crías de la tierra y necesitan una madre efectiva en la disciplina con su hijo para usarla como base para la personalidad de los robots que criarán a las recién nacidas. Y uso el femenino porque todas son mujeres en el planeta, al menos en su superficie, dado que los machos, criaturas que se tiran el día jugando y abrazando, viven en una montaña de basura. El guión es una sencilla historia de rescate con valores familiares y moralejas en el mismo sentido, que tiene un protagonista con bastante desparpajo, algún chiste rescatable al inicio y un secundario con algún momento de mezcla entre pánico y emoción.

Por lo demás, un simple y ligero ejercicio de entretenimiento sin muchas pretensiones, donde lo más destacado sea aparte de lo anteriormente mencionado, su captura de movimiento y expresiones faciales en lo que a lo visual se refiere.

Nota: 5’5

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