Atacada sin piedad y quizá de forma exagerada por atreverse (o tener la desvergüenza, según se mire el enfoque) de hacer una nueva adaptación de un aclamado manga y anime, pero tampoco me voy a partir la cara por ella dado que lo más defendible de todo es su concepto, el cual ya le venía cocinado y servido al "bueno" de Adam Wingard.

En la comparativa pierde en absolutamente todo y hay tramos que para los más puristas podría ser incluso un sacrilegio, pero al no ser yo obsesivo de esas cosas, intentaré juzgarla por sí misma, aunque sea inevitable hacer paralelismos en algunas cosas. Empezando, quitándole culpa a la que nos ocupa, porque es muy difícil transmitir lo mismo en un film de poco más de 90 minutos que en un anime de 900. Y la sensación es esa, que pasa muy de puntillas por todo, que ni lo que causa el libro de la muerte ni la investigación que lo persigue, resulten realmente apasionantes. Tampoco ayuda como te acercan a sus personajes ni el reparto que los encarna, siendo por momentos una caricatura pobre y exagerada de sí mismos. L más que ser un genio, se queda en un pobre rarito. Y por más que haya detrás una gran labor de captura de movimientos, me parecen muy exageradas las alabanzas hacia un Willem Dafoe de apariciones puntuales y discretas, con un Ryuk que no tiene ni una pizca de la atmósfera que debería acompañar cada vez que tiene lugar su presencia.

Un producto menor, sin alma, sin las profundas reflexiones y la apasionante tensión que transmitía el anime, para un público adolescente sin ganas de tener que masticar mucho lo que le ofrecen. Aún con ello y aunque sus mayores méritos le vengan ya precocinados, resulta un producto bastante entretenido.