El film se articula como un escenario donde Siegel con ritmo y habilidad muestra al espectador como la voluntad de los personajes es manipulada o moldeada por otros personajes. En realidad ninguno, salvo la pareja de policías (en lo que se asemeja a un procedural canónico), se mueve por si mismo sino por lo que los demás esperan de él, bien siendo utilizados de forma no consciente o de forma mucho más interesante, proyectando en los demás los anhelos o deseos propios. Esto si bien es muy evidente en la pareja de "killers" profesionales también se intuye en el personaje de Richard Jaeckel (que necesita contínuo apoyo en el alcohol) e incluso en el de Mary La Roche (donde sus deseos de compañia sirven indirectamente los intereses de los asesinos).
En el aspecto técnico resaltar la prodigiosa persecución automovilística, con unos resultados increibles para la época del film.