John N. Smith, director de telefilmes y series de TV, firmó allá a mediados de los noventa esta “Mentes peligrosas”. El aura de telefilme que desprende es evidente, pero no por ello es desmerecedora de atención.

Los siempre avispados Simpson y Bruckheimer (que también se podría haber llamado Blockbuster) son los auténticos artífices de la estética y del formato final del filme. Enmarcado en un instituto público de secundaria, se narra la historia de una exmarine (Michelle Pfeiffer) contratada como maestra a la que se le asigna una clase repleta de alumnos de enseñanzas especiales; chicos y chicas descarriados, barriobajeros y con la ley de la calle marcada en sus vidas. Su labor es ardua, pues no atienden a razones, y le resultará muy difícil hacer que se gradúen. Para ello, deberá entregarse en cuerpo y alma, enfrentarse con la excesiva rigidez de la dirección, y combatir los serios problemas personales de algunos de los alumnos más problemáticos.

Concebida para mayor gloria de una Michelle Pfeiffer en racha (sus últimas películas fueron nada menos que con Tim Burton, Scorsese y Mike Nichols en “Batman vuelve”, 1992, “La edad de la inocencia”, 1993, y “Lobo”, 1994, respectivamente), y sin ninguna necesidad de consagrarse, su papel lo defiende con su habitual maestría y belleza, haciendo creíble que una ruda exmarine pueda hacerse con el control de una clase de “mentes peligrosas” como las de sus alumnos.

Con buen ritmo, diálogos interesantes y una memorable banda sonora, “Mentes peligrosas” se hizo un buen hueco en la recaudación aunque su premisa sea poco novedosa, su desarrollo predecible, y su guion superfluo. Es una más de ese subgénero de alumnos-profesores que tan poca variedad cinematográfica tiene, pero el filme de Smith se ha rodeado de buenos apoyos cuyo mayor exponente, la archiconocida canción de Coolio “Gangsta’s Paradise”, ha hecho que se sobrevalore más de lo que es en realidad: un efectivo drama de telefilme.

Recomendable.