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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
9
Terror. Romance. Fantástico En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
13 de septiembre de 2010
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que el cine es cine, el mito de Drácula ha sido revisitado cientos de veces por producciones de variada calidad, y el personaje ha sido interpretado por actores que han dado cara al conde y han entrado en el "Hall of Fame" del celuloide gracias a ese papel, a saber: Bela Lugosi, Christopher Lee, Vincent Price o Max Schreck, aunque este último no encarnara al personaje de Drácula en "Nosferatu", pero la película se basó también en la novela de Stoker.

A esa lista de actores habría que sumarle Gary Oldman, el Drácula de Coppola. Un Drácula totalmente distinto a lo que el cine nos tenía acostumbrados hasta entonces: el vampiro sanguinario, sin escrúpulos y sin mayor interés que chupar cuellos delicados de féminas desvalidas. Este Drácula tiene motivaciones más humanas para hacer lo que hace, pues recorre "océanos de tiempo" en busca del amor perdido. Ésa es su maldición, representada en la hermosísima introducción en la que Coppola juega con los colores, las luces y los contrastes.

Bien es cierto que el filme bebe de la fuente de Bram Stoker directamente, pero Coppola se tomó la libertad de hacer la película algo más comercial inventándose una historia de amor que no aparece en la inmortal novela. Drácula se transforma utilizando sus poderes para conquistar a Mina Harker (Winona Ryder en el mejor papel de su carrera), y el amor que se profesan entre ellos alcanza cotas de pasión inauditas en ninguna de las películas anteriores. Es un Drácula "light", más inteligente y menos violento, que conquista al espectador no sólo por mostrarse como un ser maldito víctima de una traición de Dios, sino por la interpretación de un Gary Oldman totalmente metido en su papel, dándole pasión, elegancia, teatralidad y dramatismo. Todo lo contrario le pasa a Keanu Reeves, un Jonathan Harker terriblemente soso e inexpresivo.

Este Drácula es, además un homenaje al cine en todos sus fotogramas. Las referencias van desde guiños al cine japonés, del que Coppola fue uno de sus promotores en occidente con Kurosawa, a claras alusiones al "Nosferatu" de Murnau, pasando por las imágenes de los primeros cinematógrafos con ese aura de misterio y nostalgia tan destacadas. Además, esa estética gótico-barroca y los efectos especiales son puramente artesanales, tal y como se hacía no hace tanto tiempo antes de la aparición de los efectos digitales.

La emotiva y épica banda sonora de Wojciech Kilar, acompañado por una bella canción de Annie Lennox en los créditos finales, ponen la guinda a un filme cuyo poder radica en la marcada estética y las geniales interpretaciones de Oldman, Ryder y Hopkins.

Totalmente inolvidable.
Richy
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