Aclamada cinta de Kevin Macdonald cuyo mayor reclamo es la actuación del siempre interesante Forest Whitaker.

Whitaker ganó el Oscar por su interpretación del presidente ugandés Idi Amin, que ascendió al poder allá por lo setenta y parecía ser la solución a los problemas de miles de africanos que reclamaban más justicia y menos corrupción en el poder. Pero la marioneta británica que en realidad era Amin siguió practicando una política sangrienta de represión. El filme narra la historia de un prometedor médico, Nicholas Garrigan (James McAvoy), que acaba trabajando en Uganda al servicio del presidente. Será testigo de primera mano de los tejemanejes de Amin y de su violenta política, a pesar de su aspecto bonachón.

El filme de Macdonald se mueve por escenarios naturales de África, con una fotografía colorida y realista que resulta vistosa en una película hecha para las grandes masas y los multicines. Y es que, lejos de lo que se pueda pensar de un relato que aparenta ser un interesante biopic de la figura del presidente ugandés, parece centrarse más en el personaje del médico y su viaje hacia el abismo. La estructura de la cinta, en este sentido, se hace monótonamente parecida a otros dramas semejantes, convirtiéndose en cliché muy a su pesar. Aun así, la historia resulta muy entretenida y se hace realmente interesante gracias al ritmo ágil que imprime Macdonald.

La película es, en esencia, una especie de telefilme de gran formato en el que la gracia radica en la interpretación de Forest Whitaker: da a su personaje esos gramos de semi-locura que le hacen pasar de ser un simpático y agradable presidente a registros de una dureza considerable. Su mirada es única y expresiva, pero no es la primera vez que Whitaker hace un papelón; su carrera en general merecía ese Oscar.

“El último rey de Escocia” escasea de información. Como comento antes, Macdonald ha cometido el error de dar demasiado protagonismo al personaje de James McAvoy, con lo que hay bastantes minutos desaprovechados que podrían haber sido utilizados en plasmar de forma más directa la realidad de ese pueblo, cuyos padecimientos parecen secundarios en comparación con los del médico personal de Amin.

Con todo, la película tiene puntos destacados y sólo por ver a Forest haciendo el papel de su vida ya merece la pena dedicarle sus dos horas de duración. Recomendable.