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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
7
Drama. Romance Tae-suk es un joven que ocupa temporalmente viviendas cuyos habitantes están ausentes. Nunca roba ni ocasiona daños en los hogares de sus involuntarios anfitriones. En realidad, es una especie de fantasma que duerme en camas ajenas, come algo de las neveras de esos extraños y retribuye su forzada hospitalidad haciendo la colada o arreglando alguna que otra avería doméstica. Sun-hwa, que en tiempos fue una hermosa modelo, se ha visto ... [+]
23 de abril de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine asiático se distingue por su estilo tranquilo y contemplativo, al que directores como Takeshi Kitano, Takashi Miike, Park Chan-Wook o Kim Ki-duk han contribuido mucho. Este último nos ofrece una buena muestra con esta “Hierro 3”, todo un ejemplo de realización de puro lirismo y filosofía oriental.

El filme del director coreano se distingue principalmente por su silenciosa puesta en escena, utilizando el lenguaje cinematográfico para contar una atípica historia de amor en la que las conversaciones se sustituyen por momentos, miradas y silencios. Un joven se dedica a ocupar casas vacías por afición, aprovechando que sus habitantes no están, y para compensarles por su intrusión les hace la colada o les arregla objetos rotos. Pero un día se cuela en una casa en la que sí había alguien, una modelo fotográfica que padece maltratos de su esposo. Automáticamente se enamorarán, al ser dos personas afines en su forma de ver la vida.

La película despierta sensaciones que van desde la belleza más pura al drama íntimo de un romance aparentemente imposible. El silencio, verdadero protagonista, recoge toda la carga emocional y la dosifica en escenas de gran poder simbólico y visual. El simbolismo del que está cargado la cinta es abierto y lleno de interpretaciones variadas, de las que el espectador puede sacar sus propias conclusiones sobre la soledad, la búsqueda de la felicidad, el maltrato doméstico o el amor. Kim Ki-duk considera esto último como un estado de fascinación interior, una atracción sin palabras, unos momentos compartidos, los cuales son mostrados en escenas de gran fuerza lírica, tocando de alguna forma resortes muy profundos dentro del espectador.

El estilo puramente contemplativo de la cinta requiere una buena predisposición para disfrutar de cada plano, y se puede ver perfectamente sin tener que estar buscando las múltiples metáforas que anidan en cada uno de sus fotogramas. La historia que desarrolla, contada de otra forma, podría llegar a ser superflua y aburrida, pero Kim Ki-duk le confiere un aura casi onírica en la que nos transporta a un estado de calma interior y a una concepción poética de lo visual. Ejemplos de esto son algunas tomas concretas como la exposición de fotografía en la que la chica se muestra desnuda sobre un fondo negro, los momentos que los protagonistas pasan juntos tomando el té, la técnica sigilosa que aprende el protagonista para pasar totalmente desapercibido, el abrazo sobre la báscula o la bellísima escena final.

Recomendable para los que crean que a veces un silencio vale más que mil declaraciones de amor.
Richy
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