Todos los seguidores del cine de terror en general y del gore en particular, recordamos con nostalgia este título como uno de los pioneros del humor macabro y visceral. Hoy en día la película se ha quedado un tanto anticuada después de ver cómo ha evolucionado el cine gore desde los ochenta, pero su humor y su sangriento desparpajo ya dejaron boquiabiertos al público y al jurado en el festival de Sitges allá por 1985, otorgándole el premio a la mejor película.

Supuestamente se basa en una obra de H.P. Lovecraft, pero el único parecido con el relato del maestro de Providence es el nombre de Herbert West y su invento para revivir los tejidos muertos. El resto de la película es una verdadera orgía de sangre y vísceras, donde la figura del "mad doctor" cobra fuerza maravillosamente interpretada por un Jeffrey Combs obsesivo y siniestro, acompañado por un también excelente David Gale, villano sin escrúpulos cuya ambición de poder no lo abandona ni después de muerto. El erotismo también ocupa un lugar de la mano de Barbara Crampton, cuyo papel de chica mona haciendo top-less cada dos por tres hace perder literalmente la cabeza a David Gale.

Stuart Gordon logra una ambientación aséptica de hospital y juega con las luces para conseguir un efecto de macabra inquietud que alimenta en gran medida la sensación de temor en el espectador, el cual ya se espera cualquier cosa después de haber visto el explícito comienzo. Además, la inolvidable partitura de Richard Band se encarga de rematar la faena acompañando en los momentos más espeluznantes y evitando en todo momento que la película decaiga en ritmo e interés.

Este "Re-animator" está por encima de todas las secuelas que surgieron después, sobre todo la realizada por el mismísimo Brian Yuzna con la Factoría de Ficción "made in Spain", protagonizada por Elsa Pataky. De horror.