Se estrena, más bien se reestrena en cines, con motivo de su 25 aniversario, la que se dice obra cumbre de Steven Spielberg, la que lo puso entre los grandes creadores del siglo XX (para el gran público ya lo era) y le dió todos los premios que hasta el momento -sin razón alguna- le habían sido negados.
Bien, pues 25 años después y sin recordar más que determinados momentos, interpretaciones principales y la maniquea imagen que, tanto antes como ahora nos tratan de inculcar; expongo pros y contras de una película tan necesaria, pero también, tan manipuladora.

Tiene en su fotografía en B/N que le da un tono casi documental, los extras judíos que realmente te los crees ya que parecen recién salidos de un guetto real, la música de John Williams, la interpretación de Liam Neeson o el simbolismo de la niña con el vestido rojo, grandes bazas que convierten esta película en una de las más grandes de la historia.

Sin embargo, son sus momentos aislados lo que le hace perder puntos. Momentos como los nazis supermalos (naturalmente, buenos no eran) , pero mostrarlos como psicópatas y gritones me aleja bastante de una historia que se supone real pero que la convierte en risible.

Momentos como los de Amon Goeth, un Ralph Fiennes que tanto me gustó la primera vez que vi la película pero que ahora encuentro demasiado sobreactuado por su papel de supermalomalisimo. ¿Eran necesarios momentos como los del encasquillamiento de la pistola en el intento de ejecución de uno de los judíos? ¿o el tiro al judio desde el balcón de su casa? ¿o la ejecución, aunque esta es la única que me creo, la ejecución de la judía que se atreve a decirles a los nazis que la extructura del barracón está mal hecha? Y no digo que no estén sacados de momentos reales, ni que cosas peores se pudieron cometer en una de las mayores barbaries del pasado siglo, pero la forma de mostrármelo solo sirve para decirnos que este es el más malo de los malos, el que hay que odiar sobre todas las cosas y cuya muerte, cuando llegue, tenemos que aplaudir, lo que los convierten en momentos que sobran ya que no son necesarios para darnos una idea del horror vividos por esas gentes.

Muestra más sutileza en la lluvia de cenizas, aunque luego nos muestra a unas señoras a punto de ser gaseadas, pero que son duchadas en su lugar, y me pregunto que pasa; o la escena del piano del guetto, donde sabes lo que va a pasar y, lo peor, esperas que pase porque Spielberg lo quiere así. Y no se si es su intención, quiero creer que no, pero esa escena, en el momento que sabes lo que va a pasar, esperas que pase y, al final, pasa, hace gracia pese a todo el drama que conlleve.

No diré que la película no merece sus oscars, pero tampoco creo que deba mantenerla entre sus diez mejores películas. Esto a Spielberg dudo que llegue a sacarle el sueño.

Por último, decir que esta es una película cuyo único medio para verlo es en un cine. Vista en pantalla pequeña, como fue el caso, es un atentado. Quizás si la viese así mi opinión hubiese sido distinta.