Probablemente tenga sus fallos, como todas las películas. Probablemente tenga sus suspensiones de credulidad, como todas las películas. Pero El Caballero Oscuro tiene algo que no muchas películas tienen: verdadera fuerza. Una fuerza tremenda en su guión, en su modo de captar los momentos y contar la historia que tapan por completo esas impurezas y nos hace pasar un rato intenso, conmovedor, emocionante, épico y de auténtica calidad. Un auténtico milagro.
Es un cómic en movimiento, adaptado a los nuevos tiempos tanto argumental como visualmente (hace poco volví a ver las dos películas de Tim Burton y vaya decepción que me llevé a nivel argumental e interpretativo, demasiado infantiles, y a nivel visual con demasiados cables y errores), y seguro que será una película que siga gustando e impresionando dentro de 10 o hasta 20 años. No sólo porque sus efectos sean una pasada, sino porque su argumento también lo es. A nivel palpable y entretenido, como a nivel filosófico y humano.
Los personajes son perfectos, dan lo mejor de sí y no dejan nada para la vuelta. Son reales, adultos, con miedo y dando miedo.
Cada escena es toda una proeza visual y narrativa, con una tensión increíble y un buen hacer genial. Nolan debió llevarse mucho más reconocimiento del que ya tiene por ésta (y mira que tiene).
El Caballero Oscuro es una obra maestra del entretenimiento y todo un hito en el género del cómic y de los héroes. Un tributo fantástico a su personaje, su historia y al cine comercial reciente (un cine que ya parecía cansado y repetitivo).