Fue la película europea del año (Palma de Oro en Cannes y Oscar a la mejor película extranjera) y es un drama que cuenta la historia del niño Pelle (Pelle Hvenegaard) y su padre (von Sydow), dos suecos que emigran a Dinamarca en busca de mejor fortuna. Allí, empezarán a trabajar en una granja llena de miseria y suciedades, dónde todos los sueños pueden ser borrados por la mediocridad reinante. Sin embargo, Pelle soñará con conquistar imaginariamente lejanas tierras y buscará hacerlo realidad a la primera ocasión que tenga...
Billie August adaptó a la pantalla la novela homónima de Martín Andersen y logró un film magnífico, sólido y convincente, con ecos del gran cine escandinavo (los conflictos morales y la religión de Bergman, la fisicidad de Sjöstrom, la austeridad de Dreyer). Está narrada de manera inteligente y sutil, introduciendo y provocando en el espectador una progresiva e irrechazable empatía hacia sus personajes, hacia la historia y sentimientos que los envuelven, cerrada en un bello y poético final -como toda la película-, dónde se mezclan la poesía de lo soñado y la prosa de lo que a partir de ahí el joven Pelle comenzara a vivir.
Hermosa y gran fotografía que saca un soberbio partido del contexto que envuelve a la película e imponentes interpretaciones del veterano y soberbio von Sydow y del pequeño gran hombre Hvebegaard.
Una película necesaria que apuesta por la imaginación como escapismo a una realidad apestosa e irracional, un elogio a la aventura como medio de transporte hacia la libertad, un elogio a la imaginación y al imaginario mundo de los sueños.