La vuelta a España de Buñuel con "Tristana" volvió a saldarse con una obra maestra (al igual que con la maravillosa y subversiva "Viridiana" previamente). El genio de Calanda volvió a remitirse a un texto de Galdós (como en "Nazarín", otra obra maestra) para trazar una película que es distinta al libro pero también mejor que éste en riqueza, vida propia y recursos.
Al otrora gran burgués Don Lope (Rey), ahora decrépito y arruinado, se le ha encargado la protección de la timorata jovencita Tristana (Deneuve) en el lecho de muerte de la madre de ésta. Don Lope aprovecha esta situación para hacer de Tristana su mujer y amante, según le plazca...Buñuel realiza un cruel retrato de la decadencia de una sociedad y de una clase burguesa miserable y egoísta, una vuelta de tuerca más en varios de sus temas predilectos, una sociedad de doble moral en la que Buñuel se recrea para divertirse y a la vez criticarla a través del memorable trabajo de un Fernando Rey imperial y de un guión perfecto, que hace que la película vaya en una progresión dramática milimétrica, admirable y genial, que permite ver con tiralíneas el doble proceso de transformación de los personajes esenciales: Don Lope pasa de burgués aparente, inteligente y respetable a embobado enamorado, enfermizo patético, pelele dominado y aún así compasivo (se nota hasta cieto cariño socarrón en Buñuel por este personaje); Tristana pasa de inofensiva y sumisa joven a cruel y desvergonzada mujer envenenada por la enfermedad que la ha invalidado de por vida (Buñuel no tiene cariño por este personaje ni mucho menos). Al lado, los personajes aquí accesorios pero siempre presentes en el cineasta: la criada Saturna (Gaos) y su hijo sordomudo Saturno, los dos únicos seres que son lo que aparentan y que a la larga son quienes más provecho pudieran sacar a su miseria y falta de grandeza.
Película fascinante y mucho más compleja de lo que parece resulta hoy una de las obras más atractivas y accesibles de Buñual para cualquier espectador, al ser de sus películas "más narrativas".