Nadie diría tras ver este artefacto ruidoso, inverosímil y muy mediocre que Wayne Kramer fuera el autor de la reposada, magnífica "The cooler". Aquí Kramer tira por la calle de en medio y tras enredarnos en un argumento tan atropellado e inútil como repleto de acción y ritmo/velocidad descompensada, nos hace tragarnos un thriller hiperviolento, muy mal hablado (¿por qué hay que decir mil veces joder, jodidos, mierda, hijoputas o puta para decir cualquier cosa?) y de un efectismo tan previsible como inserviblemente barroco. Resulta asqueante todo el lodo/putrefacción que destila el cine americano fusionado a esta cultura cinematográfica de encefalograma plano. Yo diría que aquí Kramer ha recibido un golpetazo en la cabeza y ha hecho de forma atolondrada (la parte sobre la pedofilia es tan desconcertante como de lo más pausado), pero me da a mí que, en el fondo, le va la marcha más que el reposo. Desperdiciando talento.
Por cierto: de mayor me gustaría ser Paul Walker. Guaperas, impoluto, invencible e inmortal, con una mujer como Vera Farmiga y al que aunque se le hinche la cara le sigue rebosando una fachada preciosa. Superpoblación de héroes, también.
Hasta luego o adiós, señor Kramer. Ya veremos.