Una comedia coral, de ambiente rural y coletazos, siempre desde lo constructivo y simpático, míserocostumbristas. Es bastante divertida y acertada en su capacidad de observación, sustentada en el magnífico hacer de los protagonistas y de algún secundario (Juan Diego, sobre todo), en un conjunto querible y auténtico, de conexión con lo que llamamos mundo friki (se nota toda la cantera televisiva de dónde proviene la mayoría del equipo técnico-artístico: las magníficas series "Siete vidas" y "Aída").
En el fondo, "Que se mueran los feos" es una comedia romántica acerca de la búsqueda del amor, de un cariño y felicidad que todo el mundo necesita, se sea guapo, feo, gordo, listo o tonto. Por tanto, su alcance es tan inmediato y efectivo como universal, subrayado aún más por incidir en el tema de que todos tenemos siempre una segunda oportunidad. Indefectiblemente, pues, su abanico de público va de los 10 a los 98 años perfectamente. El peinado de Javier Cámara es precioso. Y el epitafio, perfecto: "No me he ido, me han echado".