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Ambiciones que matan

Romance. Drama George Eastman (Montgomery Clift), un joven sin recursos, consigue un trabajo gracias a un pariente lejano, el rico industrial Charles Eastman (Herbert Heyes). El empleo es un puesto en su fábrica, pero tan modesto que le impide la entrada en su círculo social. A pesar de ello, el joven conoce a Ángela Vickens (Elizabeth Taylor), una bellísima aristócrata de la que se enamora. Pero George tiene novia, una humilde empleada de la fábrica, ... [+]
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
28 de julio de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso y trágico monumento de la historia del cine. Sin duda alguna, la mejor película de George Stevens en una filmografía un poco despreciada por la crítica pero que merece un buen repaso, por encima de sus famosas producciones –ésta misma, “Shane” (Raíces profundas, 1951) o “Gigante” (1956)-. Rodada con grandísima sensibilidad Stevens, sabe siempre colocar imperceptiblemente la cámara en el lugar exacto, con movimientos muy expresivos y suaves travellings, con planos de gran profundidad de campo, muy intensos, grúas funcionales o fundidos que anuncian y sugieren los acontecimientos posteriores, todo ello para dar la expresividad exacta a esta terrible historia de pobreza y ambición, amor y mala fortuna, trágica en un sentido clásico, honda e inolvidable de Georges Eastman, este Rashkolnikov moderno al que todos los hados le son desfavorables. La actuación de Monty Clift es sobrecogedora, llena de matices, inteligente, intensa, en un personaje digno de la literatura dostoyevskiana mientras que la nunca suficientemente valorada Shelley Winters, en su papel de clase baja sin grandes ambiciones, es imponente -en ese sentido toda la escena de la consulta médica es un prodigio de humanidad y contención-. Por su parte la hipnótica belleza de Elisabeth Taylor ilumina todas las escenas y da el justo contraste a la desgraciada historia protagonista. Igualmente las escenas románticas de Clift y Taylor son de una prodigiosa intimidad, tiernas y amargas a un tiempo y de un magnetismo irrepetible. La magnífica música de Franz Waxman subraya en todo momento los estados de ánimo de los personajes, una pieza más en una película construida toda ella como un perfecto mecanismo de relojería. Obra maestra.
Gould
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13 de junio de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Un lugar en el sol" es una de esas películas que nunca se olvidan. El argumento tiene una gran fuerza y las interpretaciones del trío protagonista son soberbias. Destaca especialmente Montgomery Clift en uno de los mejores papeles de su carrera. La fotografía y las localizaciones son perfectas, y la banda sonora de Franz Waxman le otorga un aura romántica y trágica a la película. Se trata de una obra de arte redonda cuyo valor no ha hecho sino crecer con el paso del tiempo. Woody Allen se basó en esta película para hacer "Match point", si bien cabe decir que el original es infinitamente mejor que la copia. Mientras que el héroe de "Match point" es un personaje abyecto y sin matices, en cambio el protagonista de "Un lugar en el sol" es un personaje ambiguo, que en el fondo acaba siendo una víctima de sí mismo y del sueño americano. Son precisamente los claroscuros y la ambigüedad de ese personaje los que aportan mayor interés al filme. En definitiva, un clásico imprescindible.
Fabrizio
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10 de julio de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Un lugar en el sol" es una notable película, un romance memorable, con momentos que roza la grandeza (por el fantástico trabajo del trío Stevens-Clift-Taylor) pero se queda a un paso de entrar en el olimpo de las más grandes, por una segunda parte del film inferior respecto a la primera; de no ser por esto, estaríamos hablando de una obra maestra.

Donde apenas tiene rival es en la fabulosa pareja Elizabeth Taylor-Montgomery Clift. ¿Ha habido una pareja cinematográfica como ésta? Posiblemente sólo le supere la de "La gata sobre el tejado de zinc", con la propia Elizabeth Taylor y el inolvidable Paul Newman. Pocas parejas pueden presumir del derroche de belleza, elegancia y glamour que destila este dueto.

Lo que hace grande al film, aparte de su inolvidable pareja, es la buena dirección de George Stevens. Tiene ante sí a dos actores irrepetibles, pero hay que saber dirigirlos, modelar una joya en bruto como era Liz Taylor (¡17 años!), cosa que hace a la perfección a tenor de las interpretaciones. Una gran cualidad de George Stevens es su serenidad para contar la historia. Destila una gran elegancia en la narración (cine clásico en estado puro, luego con los matices morales), deja que los hechos se vayan sucediendo por sí mismos, con gran naturalidad. Tiene la habilidad de mostrar el doble romance con estilos contrapuestos: si bien uno es propio casi del cine negro, con iluminación de claroscuros y planos yuxtapuestos, los encuentros con Angela (Liz Taylor) atienden a una iluminación suave y primeros planos.

Ya desde el mismo inicio, Stevens filma unos planos de Monty que invitan a ver la película. Además, hay momentos maravillosos. Está fenomenalmente logrado todo el cortejo de Clift a Shelley Winters ( no fanfarroneo si digo que que Monty nació para seducir, al menos en el cine). Uno puede imaginarse (aunque sea de otra generación) cómo empezaban esas parejas de los 50. Y luego está Elizabeth Taylor, una auténtica muñeca, quizá la actriz más guapa de la historia (¿traiciono a mi amada Ingrid Bergman?). La escena en que sale con un traje blanco en la sala de billar... se queda uno sin palabras para expresar tanta belleza.
También incluye panorámicas con muy buen gusto y es indudable que cuida mucho la colocación de los actores en el plano.

Yo me quedaría con todo esto, que no es poco. La segunda parte me gusta menos, pero la felicidad no puede ser siempre completa. El dilema moral que se presenta se va gestando, y las consecuencias son imparables. El tratamiento que se da es muy realista y quizá por ello pueda parecer previsible. En cualquier caso, Montgomery Clift lo borda.

No me olvido de la excelente banda sonora de Franz Waxman, que ensalza los momentos de pasión entre Monty y Liz, y raya a un grandísimo nivel durante todo el film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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3 de enero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable melodrama acerca de un joven proveniente de una familia sin recursos, emparentado con un tío, que condescendientemente, le ofrece un humilde empleo en su fábrica. El muchacho, una vez allí, entabla relaciones con una modesta compañera de trabajo, ( Shelley Winters ). Mientras tanto, a causa de su condición de pariente pobre, es invitado, de vez en cuando, aunque con reticencias, a la mansión de su tío, donde el chico puede admirar, toda la gran vida que se pegan los ricachones, y claro, su lista de prioridades empieza a cambiar, y su mundo y su novia le empieza a parecer muy feo.
Al leer varias de las críticas que me preceden, no he podido evitar quedarme perplejo, cuando muchos usuarios
señalaban toda la angustia que tenía que estar sintiendo Monty Clift, e incluso Lyz Taylor, ganándose así las simpatías de todos ellos, pero para hablar de ello me voy al spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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19 de marzo de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensacional adaptación de la novela de Theodore Dreiser "An American Tragedy" que ya había sido llevada a la gran pantalla en 1931 por Josef Von Sternberg en el film "Una Tragedia Humana".

George Stevens produce y dirige este drama romántico y psicológico, sabiendo condensar con gran talento y sensibilidad las emociones y el comentario social.

Stevens fue premiado con el Oscar al mejor director por esta película que, con centro en un extraordinario Montgomery Clift, aborda temas como la diferencia de clases, el dilema moral o la presión y represión social.

Si Monty Clift está grandioso, Elizabeth Taylor no lo está menos, madurando su impresionante belleza tras su paso juvenil por la Metro y regalándonos una interpretación para el recuerdo con tan sólo 19 años. Una temperamental Shelley Winters es el tercer vértice de este fatalista triángulo amoroso, triángulo sobre el que pivota esta gran historia, uno de los melodramas imprescindibles en la historia del cine.
BartonKeyes
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