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Mommy

Drama En una Canadá ficticia, se aprueba una ley que permite que los padres incapaces de controlar a sus hijos problemáticos les internen en un centro especial. Sin embargo, Diane "Die" Despres, una madre viuda con carácter, decide educar ella misma a su hijo adolescente Steve, que padece ADHD y que puede llegar a resultar violento. Kyla, la vecina de enfrente de su casa, le ofrece su ayuda a Die. La relación entre los tres se hará cada vez ... [+]
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
19 de mayo de 2015
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una producción de 2014 que sitúa su acción al año siguiente y avisa en su comienzo de que un nuevo gobierno modifica una ley para permitir que los padres de hijos potencialmente peligrosos que no puedan costearse un tratamiento privado pueden ingresarlos en un establecimiento público. ¿Esto es una distopía? Yo diría que no. Ya veis lo que ha tardado el tiempo en alcanzarla. Y que una persona con graves problemas psiquiátricos, en plena crisis, sea ingresada y reciba el tratamiento pertinente pues me parece una cosa lógica, pero uno ya no sabe. Igual es que soy un retrógrado.
Primera sorpresa: el formato. Yo diría que es incluso más estrecho que 4:3. A ojo, me ha parecido 1:1, directamente cuadrado, pero no me he levantado a coger el metro para comprobarlo. He pensado: "Será que los personajes llevan unas vidas muy constreñidas". El formato (y con esto no desvelo ningún detalle de la trama), se amplía hasta los 16:9 en los dos momentos más falsos de una película que es un compendio de momentos falsos con interludios musicales (falsos).
Los protagonistas son una mujer de mediana edad con problemas de autocontrol (un eufemismo para definir a una tía maleducada) y su incontrolable y descontrolado hijo. En muchos momentos piensas que lo más natural es que a una madre así le salga el hijo de esa manera. Y luego hay una vecina, que no se sabe de donde viene ni que planes tiene (nos hacemos una idea, por alusiones), y que parece una mosquita muerta, pero que es muy fiera cuando se pone, porque también está muy jodida. Y entre los tres nos tienen un par de horas largas de pasmo en pasmo.
Al principio, el niño está ingresado en un centro para menores, pero lo botan de allí y se lo devuelven a su madre porque, junto a otros compañeros, ha causado graves quemaduras a otro chaval. O se lo lleva su madre o lo mandan a la cárcel (parece que no hay más alternativas). Y su madre, como le quiere mucho, se lo lleva a casa, aunque difícilmente se va poder ocupar de él. Si la situación inicial te parece forzada, ni te cuento lo que sigue.
Bueno, sí, te cuento. El primer subidón a 16:9 se deshincha a causa de una preocupante noticia: un problema (ahora que todo empezaba a ir tan bien). Nunca sabrás si llega a resolverse (aunque hay un bizarro intento de resolverlo). Simplemente, desaparece. El segundo subidón a 16:9 se pincha cuando a mama, que está conduciendo, le vienen ganas de hacer pis. Discreta ella, aparca en el amplio aparcamiento de un inhóspito edificio, sale del coche y va a evacuar su necesidad a lo que parece la entrada de un garaje, más resguardado de miradas indiscretas, a unos cien metros. Viendo lo que sigue (otra situación falsa) pienso: "Incluso para hacer un pis, lo más lógico hubiese sido aparcar al lado".
Así que, cuando ha llegado el final (por fin), lo único que se me ha ocurrido pensar es: "Ya estabas tardando".
iñaki
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6 de abril de 2015
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, agradezco el intento de recomendarme esta película. Entiendo porqué tiene un 7,8 en FA, pero a mí me ha destruido.
Y es que es eso, la película desde el primer minuto se esfuerza en dar asco visualmente (y no me refiero a lo de las barras negras). Es una buena película, pero molesta de ver, es como comerse un costillar de carne rebozado en diarrea de bebé, sabes que está bueno pero la diarrea te impide saborear la carne. Que la madre choni protagonista esté comiendo chicle y fumando durante todo el tiempo llega a ser desagradable y solo es un ejemplo de las intenciones del director (Xavier Dolan en el rodaje de Mommy: “Si tú, intenta abrir la boca y hacer el máximo rudio posible mientras masticas este chicle. ¡Por favor cámaras, primer plano del chicle en su boca!”).

Tiene una escena que es perfecta y por eso no le pongo un 1, pero es eso, quitando esa escena lo demás se queda en diarrea de bebé (y es algo totalmente subjetivo, a otros les pueden parecer desagradables las cucarachas, a mí sin embargo me lo parece esta película). Y encima te spoilea el final de Crepúsculo (xd).
Pues eso, si lo llego a saber me pongo a ver un capítulo de Hermano Mayor, todo es más creíble, y al menos no me produce arcadas.
David
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7 de diciembre de 2014
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se pavonea por uno de los photocalls más glamurosos y prestigiosos del mundo como quien se pasea un domingo por la mañana, literalmente, por su casa. Y sólo tiene 25 años. En la rueda de prensa, contesta a las preguntas de los periodistas como quien le dice al camarero que tomará el café con un poco de azúcar. Lo tiene cogido de la mano... tanto que ni le temblaba la voz cuando se veía obligado a contestar las preguntas más surrealistas escuchadas en aquella 67ª edición del Festival de Cine de Cannes (disparadas por quien se ha convertido a lo largo de esta edición en una auténtica leyenda entre los del gremio... esperamos confirmación de entrevista, por cierto, con el susodicho personaje poniendo los puntos de interrogación, por supuesto). Y sólo tiene 25 años, sí. Que no cunda el pánico. La calculadora no se ha vuelto loca, casos de precocidad más extrema se han visto, tanto en el cine como en otros sectores. ¿Verdad? Pero cuidado, el chaval no es el nuevo actor revelación del panorama internacional (por mucho que éste lo haya intentado, hay que añadir); tampoco se trata de la pareja sentimental de una estrella mucho más madura que él y, consiguientemente, mucho más necesitada de amor.

Nada de esto. El crío tiene 25 años, es de Quebec (esa región en la que cada vocal del francés ha evolucionado en la ''Ah'' más patosa), y fue también, con total merecimiento, uno de los grandes focos de atención este año en la Croisette. Por méritos propios, que conste. Al fin y al cabo, él, y sólo él, escribió y dirigió una de las mayores sensaciones en dicho certamen. ¡En el de Cannes! LE Festival. Él. Con 25 años. Y servidor, mientras, estaba partiéndose el lomo y matando las pocas neuronas que le quedan con vida en un cuchitril de... Cannes La Bocca. Madre mía, ya no se respeta nada. Jean-Dios Godard (quien compartiría el Premio del Jurado con el protagonista de la historia que ahora nos concierne) lo demostró, dos días atrás (y por enésima vez), defecando, de forma más o menos figurada, sobre el protocolo, la consideración para con sus anfitriones, los perros, el lenguaje... y sobre la madre que nos parió a todos, también. Xavier Dolan, que así se llama la perla de 25 añitos, se apresura también a dejar claro que el respeto es una virtud cuando no viene dado de forma sistemática, es decir, cuando quien lo recibe realmente lo merece. Por ejemplo, ¿acaso merece una madre nuestro amor y apoyo incondicional sólo por habernos dado la vida? Va a ser que no.

Mamá, no me mates, que no he sido yo; que la idea la ha plantado en nuestro cerebro el niñato del cuarto de siglo. Más replanteamientos destroyers: ¿El que una pantalla de cine tenga forma panorámica horizontal, implica esto que todas las películas proyectadas vayan a tener que adaptarse a dichas dimensiones? Erróneo, también, pues no son pocos los ejemplos de filmes actuales que, en un ejercicio de nostalgia juguetona, deciden volver a la forma cuadrada para emular aquellas circunstancias en las que tuvieron que moverse los pioneros de este arte. Otra vuelta de tuerca: aparece el mocoso y decide plantarnos las imágenes en un formato con el que estamos mucho menos familiarizados. Se abre el telón, se reproduce la mítica (y algo cursilona) cortinilla del Festival y a continuación todo lo que vemos aparece dispuesto en extrañísima... ¿panorámica vertical? Pues sí. Todo vale. Como si de un vídeo grabado con un teléfono móvil se tratara, 'Mommy' nos obliga a convivir con un tipo de aspecto enfermizo que es, ya de por sí, uno de los grandes hallazgos de la propuesta.

Negro absoluto a ambos lados de la pantalla, y justo en el centro, una suerte de monolito en el que va a darse toda la acción. Rápido vistazo de izquierda a derecha; de arriba y abajo, y parece que la vista no engaña. Las proporciones del marco son prácticamente las mismas que presenta, por ejemplo, toda buena fotografía de carnet. En ellas, como sabemos, hay el espacio justo para el careto del afortunado que va a hacerse el nuevo pasaporte. Del mismo modo, a lo largo de las casi dos horas y media que dura 'Mommy', exceptuando dos -gloriosos- momentos puntuales (y regodéense los fans de aquellos prodigiosos Oasis, pues son ellos quienes ponen banda sonora a uno de los momento fílmicos más poderosos del año), los rostros de los protagonistas van a entrar en encarnizada pugna a la hora de entrar en el encuadre. Se presta todo al primerísimo primer plano, a las distancias cortas, es decir, al contacto físico. El cine, y esto lo pudimos constatar a lo largo de casi día de ese Festival, no es sólo el arte de las imágenes en movimiento. Se aduce aquí al sentido del tacto, y efectivamente, la piel reacciona. A veces de forma tímida, como si aún no acabara de dar crédito a la viabilidad del experimento; otras muchas de forma virulenta, casi alérgica... como si estuviera pidiendo, a grito pelado, que se le concediera una tregua en medio del rapapolvo al que se le está sometiendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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3 de junio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de que su ópera prima (J'ai tué ma mère) estableciera una declaración de principios de lo que iba a ser su posterior cine, con Mommy (Canadá, 2014), Dolan ha conseguido canalizar toda esa frustración post-adolescente de su primer largometraje y madurar el tema más recurrente en su filmografía: la figura materna, la cual le obsesiona y fascina a partes iguales.

De este modo, y con una solemnidad casi bíblica, realiza un estudio pormenorizado de la relación de dos seres humanos (madre e hijo/Die y Steve) inestables emocionalmente y que chocan con una terrible pasión y virulencia que pone al espectador los pelos de punta. Y luego, de la misma manera que abre la caja de pandora de las emociones más profundas, consigue desplegar todo un muestrario de buenas intenciones que nos hace empatizar con los personajes, nos engaña, nos hace amarlos, llorar y reír con ellos al son de un curioso soundtrack que hilvana la película de principio a fin.

Y es en ese preciso instante cuando aparece en escena Kyla, la misteriosa vecina que observa desde su ventana a modo de espectador externo a la trama la extraña relación madre-hijo, sin censura, rayando en ocasiones lo incestuoso, y se engancha a ellos como lo hacemos nosotros. Porque Die y Steve tienen ese poder magnético que únicamente tienen algunas fuertes personalidades. Y cuando nos damos cuenta de todo esto ya es demasiado tarde: hemos caído en la trampa anímica del director. Y nos importa bien poco el encuadre claustrofóbico en que está rodado el filme. Y sin quererlo (o queriendo), entramos en el juego de la vida, de las relaciones humanas, de los sentimientos contrapuestos, de las tardes en bicicleta por las calles de Quebec, de las risas cómplices de sus protagonistas; y descubrimos, a fin de cuentas, que seguimos vivos.

Y junto a Kyla, nos vamos de viaje con ellos, aceptamos sus normas y dejamos atrás, aunque por unas horas, una vida que, en su caso, lo único que le provoca es un acentuado tartamudeo. Y la pantalla vuelve a hacerse grande y se respira libertad. Y corremos. Y jugamos. Y vemos el mar. Y es todo lo que se puede decir de tres personas que, a modo de ménage à trois, exploran sus más primarios instintos, equilibrándose y complementándose de la manera más extraordinaria. Pero, como en cualquier historia de excesos, ese extraño y frenético equilibrio terminará cayendo si cae alguna de sus partes, como si ante un frágil castillo de naipes nos encontrásemos. Y es ahora cuando les toca a ustedes decidir si aceptan o no el reto. Pasen y vean.


Laura Montesinos.
Crítica para 12criticossinpiedad.blogspot.com.es
Laura
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1 de septiembre de 2015
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Una historia poco original contada de una forma poco original, Una madre de ambiente de "mala vida" con un niñato consentido, un tercer personaje con problemas de comunicación al que el director deja en el misterio durante todo el film, una sucesión de explosiones bipolares y una pantalla que pasa del 4:3 al 16:9 en alguna ocasión para marcar las partes de esperanza o ilusión, ni la fotografia, ni la trama, ni los actores tienen nada de especial, muchas escenas de relleno que no dicen nada.... eso es Mommy, aburrimiento.

-Dos horas y cuarto perdidas.
ben303
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