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Días perfectos

Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
26 de enero de 2024
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que mi decisión de ponerle un 10 es por haberme hecho sentir tan bien, por ver una película que nos da un punto de vista de placer, humanidad y bondad en la imagen de su protagonista. No es todo color de rosas. El personaje interpretado por un gran Kôji Yakusho pasa por vaivenes emocionales como todo el mundo, porque simplemente es un tipo normal aunque tenga sus peculiaridades y viva en su mundo, como yo y como todos. No se nos presenta una vida extraordinaria, sino una vida anodina que a la larga se hace extraordinaria por saber vivirla, todo en contraste con sutiles anécdotas y relaciones con otros personajes secundarios que lo mecen para que deje de vivir su vida o lentamente lo impulsan.

Una película magínfica por su sencillez y por su profundidad, sin pretensiones, filmada con gran maestría y con una banda sonora importante y simbólica.
Edu
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6 de febrero de 2024
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que no hago spoiler si cuento que “Perfect Days“ nos narra la historia de un hombre que dedica su vida a mantener los retretes públicos de Tokio (al menos los que le asignan) en un estado impecable.

Digo “dedica su vida” y no “se gana la vida”, porque en ningún momento nos dice que el protagonista se dedique a esa tarea por necesidad. Más bien el contrario, la impresión que sacamos es que lo hace por elección. Y eso es ya una de las características de "Perfect Days", no nos explica absolutamente nada, todo lo deducimos de lo que vemos hacer al protagonista y a las personas que le rodean. Hay poquísimos diálogos, y tanto es así que me pregunto si Wim Wenders consideró en algún momento la provocación de hacer una película muda. No lo hizo, pero el resultado se acerca bastante.

Como añadido a esa absoluta ausencia de explicaciones, hay que destacar en lo positivo que la película no cae nunca en eso tan habitual hoy en día de contarnos en palabras lo que sienten los protagonistas. Una costumbre muy extendida, posiblemente por la incapacidad de guionistas y actores de conseguir que nos enteremos de otra forma. Al contrario, “Perfect Days” sigue al pie de la letra la máxima del legendario crítico Dwight McDonald: no editorializes las emociones, muéstralas!!! Y eso lo hacen los actores fantásticamente, sobre todo un Kōji Yakusho sensacional.

La fotografía de Tokio es espectacular, esos amaneceres urbanos llenos de luz y detalles, cuyo efecto se amplifica porque no sólo los vemos nosotros, los vemos a través de los ojos de Hirayama, y esa es otra de las cualidades de “Perfect Days” que la hace excepcional.

Sin embargo, no todo es perfecto en “Perfect Days”, y no le he puesto el 10 porque hay algo que he echado en falta en la historia: una evolución del personaje, un Hirayama que al final no fuera el mismo que al principio. La hubiera hecho redonda y convertido en una obra maestra. No lo es, aunque se queda muy cerca.

No es película para un público impaciente o acostumbrado a las emociones mascadas. Tampoco si tu sensibilidad es la del granito de Guadarrama, en ese caso mejor emplea tu tiempo en otra cosa.

En resumen, una película encantadora, llena de detalles y expresividad, y que nos deja una sensación de tranquilidad y felicidad que sólo por eso vale la pena ver. Ese plano final del señor Hirayama en su furgoneta... os la recomiendo encarecidamente.

Como guinda a esta crítica y por aportaros algo entretenido, he investigado brevemente en el tema de los retretes públicos japoneses, y he descubierto que es una mina que da muchísimo de sí. He averiguado, por ejemplo, que los “washlets” más sofisticados (ese tubito extensible que sale del inodoro y tira un chorrito de agua para limpiarse) son programables y se puede seleccionar entre dos orientaciones del chorrito: hacia el ano (posición de “limpieza familiar”) o hacia la vulva (posición de “limpieza femenina). Y no me lo invento, lo juro, lo he encontrado en la wiki!

Aunque cuando me he quedado ojiplático ha sido cuando he leído que venden un aparato llamado Otohime que produce un ruido en el baño similar al del agua al descargar la cisterna, y cuya utilidad es disimular los ruidos corporales que hacemos en el retrete. Al enterarme he ido inmediatamente a encargar uno en Amazon, pero no lo he encontrado. Sigo buscando!!!

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Arponero Sánchez
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13 de enero de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trata sobre la paz, la bondad, la soledad... Trata sobre temas tan importantes como vivir el ahora y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Nos enseña a saborear y prestar atención a todo lo que nos rodea, a que lo ordinario puede llegar a ser extraordinario y que lo importante no es el qué, sino el cómo.

Por su parte, Yakusho borda la excelencia con un papel que parece hecho a medida para él. Con muy poco dialogo, el protagonista consigue transmitir muchísimo desde el silencio.

Disfruté mucho de la película. Cocinada a fuego lento y con un mensaje muy profundo, da mucho que pensar. 
CarlesBS
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23 de enero de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película menor y que lo es premeditadamente, hermosa en su pequeñez, narrada con un sentido cinematográfico admirable, algo que solo directores como Wenders son capaces de hacer.

Apoyándose en un actor magnético como es el japonés Kôji Yakusho (¿no está nominado al Oscar ni lo estuvo en los Globos de Oro? Misterios sin respuesta), Wenders nos muestra con maestría el día a día de un limpiador de baños públicos que realiza su tarea con interés, incluso con pasión, capaz de disfrutar de música contemporánea (magnífica banda sonora que acompaña los viajes en coches del protagonista) en casetes y de hacer fotografías con una cámara analógica.

Y es que Yakusho encarna a un individuo que disfruta con el día a día, con las cosas pequeñas de la vida, que repite sus rutinas con alegría, capaz de vivir feliz con sus repeticiones diarias. Disfruta llevando a revelar sus fotos semanalmente, ordenándolas, haciendo la colada en una lavandería o en su aseo personal en unos baños públicos. Es un ser totalmente realizado mientras limpia concienzudamente los baños públicos, siempre respetuoso y atento con los usuarios de los mismos, aunque le ignoren en ocasiones o incluso le desprecien.

No sabemos nada de su pasado, se adivinan conflictos familiares y una posición social muy por encima de su actividad laboral, un amor a los libros y la lectura tremenda y una parquedad de palabras difícilmente igualable. Y de fondo, como un segundo personaje, tan importante como el protagonista, una ciudad de Tokio que se nos muestra mundana, enorme, cosmopolita, pero también íntima, con parques recoletos y semiocultos y personajes estrambóticos, con bares pintorescos ocultos entre grandes rascacielos.

Una película imprescindible en este 2024, una apuesta segura para ver buen cine.
melchorin
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17 de enero de 2024
49 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que tu patrón (self-made wo/man, por supuesto) quiere que veas.

Una perfecta apología de tirar tu vida por el retrete "cumpliendo con tu deber" como anónimo miembro de una endemoniada sociedad que, lógicamente, no se sustentaría sin los que laburan duro como tú, y que está gobernanda (no sólo política y económicamente, sino en todos los órdenes) por "culolimpios" que lo han tenido más fácil, no pueden empatizar contigo y jamás se "rebajarían", pues ellos "lo valen".

Cinematográficamente hablando, la película es un bombón para su propósito: el protagonista Hirayama, que limpia los relucientes WCs de Tokyo, despierta gran simpatía, apoyado en una excelente interpretación y en la ambigüedad de su pasado (que progresivamente se va desvelando pero nunca llega a un clímax, generando así una mayor identificación por parte del espectador medio). La fotografía es excelente en su pretendida sencillez y los escenarios nos muestran un trabajo que no está tan mal, pues, aunque Hirayama se pasa el 50% de la película limpiando retretes, jamás vemos un resto de detrito en toda la película; apenas parecen WCs, al revés: con su arquitectura chic asemejan más un retiro espiritual anunciado en Vogue. Y si limpiar retretes no está tan mal y, supuestamente, te hace feliz... ¿qué lo está?

La trituradora de carne devora a las personas sensibles y amables como Hirayama. Porque aunque aspiran a vivir en armonía, al final les basta con sobrevivir (mientras "viven" para el otro). Porque aunque desean relaciones sociales profundas, las cicatrices emocionales del pasado los llaman a esconderse del terror del dilema humano allí donde pueden sobrevivir: en la sumisión, en la atomizacion.

Los de RRHH la pondrán en breve en alguna sala de tu oficina. O te ofrecerán un cheque con un 10% de descuento para la entrada. Visionado obligatorio.

Te puedes autoengañar si quieres, adelante: mindfulness, minimalismo, "tiempo libre" y demás chorradas. Mi única recomendación es que dejes de leer esto aquí y ahora y descanses, esclavo, que mañana toca remar en la galera de nuevo. Aquí y ahora.
Marquitos
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