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Los imperdonables

Western. Drama William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 378
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2012
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Matar a un hombre es algo muy duro..., le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría llegar a tener."
Con esta frase, que ya es un clásico de la historia del cine, explica el veterano William Munny al joven e inexperto Jaimz Woolvett lo duro que es asesinar para una persona normal.
Sobrecogedor western crepuscular que revitalizó y dió un giro decisivo a un género que empezaba a agonizar y que encontró en films como "Sin perdón", que humanizan y hacen más comprensibles para el espectador a los legendarios personajes del Far West, un soplo de brisa fresca del que bebieron un numeroso grupo de notables y muy buenas películas posteriores que desarrollaban desde distintos puntos de vista un mismo tema, el acercamiento y la identificación de cualquiera de nosotros con aquellos lejanos bandoleros.
Como decía el filósofo, "yo soy yo y mi cicunstancia".
lisufelligus
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14 de julio de 2008
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fama es una plañidera vocinglera que precede los pasos de aquél a quien se arrima. Y eso, William Munny lo sabe muy bien.
Y también sabe muy bien que se la buscó a pulso, en una época en la que nada le importaba.
Aunque ya hace mucho que trata de librarse de esa fama como de una maldición.
Ex-asesino, ex-leyenda negra que carga, en una conciencia tiempo atrás dormida, con un reguero de sangre derramada y con un aura de muerte que intenta dejar atrás.
Will Munny ya hace mucho que abandonó aquella perra vida de forajido de piedra y se transformó en un ser humano que aprendió a amar.
Pero la fama de un asesino, una vez excitada, no suelta fácilmente a su presa. Y termina por regresar cuando la necesidad llama a su puerta y se le presenta una oportunidad. Un joven fanfarrón y aventurero atraído por la fama del asesino redimido va a hacerle una propuesta: asociarse para realizar un trabajo sucio y cobrar una recompensa.
Dicha recompensa consiste en mil dólares al mejor postor, el precio impuesto por unas prostitutas maltratadas y ultrajadas al pellejo de dos malhechores a los que desean enviar al otro barrio. El sheriff, un hombre cruel, trata de impedir que las mujeres se salgan con la suya, pero la voz ya se ha extendido.
Will, necesitado de dinero para mantener a sus hijos, acepta la empresa y se pone en camino con el muchacho y con un nuevo socio, un antiguo amigo de correrías y fechorías que también ha sentado la cabeza.
Todos descubren que de repente el negocio de matar no es tan sencillo.
Porque, como dice Will, "matar a un hombre es algo muy duro. Le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría tener."
El camino hacia este último crimen no es el de tres sanguinarios despiadados que se dirigen fríamente a su objetivo. Es el dos hombres de mediana edad llenos de renqueante humanidad y de dudas, y el de un joven inexperto que descubre que eso de mandar al otro barrio al prójimo no es tan emocionante como creía.
Mil dólares para limpiar el ultraje de unas pobres mujeres indefensas. Para aprender que la verdadera amistad es una de esas cosas por las que un ex-matarife rehabilitado sería capaz de volver a empuñar un arma y regresar a las andadas.
Con la firme dirección de uno de los más excelsos directores de la actualidad, un apartado técnico encomiable, un guión que nos deja grandes lecciones de vida y el deleite de ver a tres de los gigantes de la pantalla en un duelo interpretativo absorbente, esta película resucitó el espíritu del western y volvió a encumbrarlo a las alturas de una calidad y una grandeza con la impronta del incombustible Eastwood.
Vivoleyendo
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25 de junio de 2006
41 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen western crepuscular de Clint Eastwood, en el que se cuentan dos historias paralelas en un mismo argumento:
Una la de la busqueda de los maltratadores y otra en que se cuenta la vida de ese pueblol y sobre todo del sherrif. Como era de esperar las historias acaban juntándose.
No me pareció ni por asomo una obra maestra, ni una de las mejores películas de Eastwoood, sino una buena película algo sobrevalorada (a mi parecer).
De todas formas veánla, es agradable e interesante.
Anatómico Juan
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13 de marzo de 2014
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Ella se casó con un hombre violento, conocido por su carácter vicioso e inmoderado]

Como western, 'Sin perdón' continúa el proceso que emprendió Sam Peckinpah: el de ir matando a los románticos cowboys de John Ford y Howard Hawks. Darle la vuelta al idilio.

Poco a poco, el far west fue desangelándose. De la aventura, a la supervivencia. Del alcohol en el saloon, al alcohol en la mesita de noche.

Llegaron más westerns después de 'Sin perdón', pero podría decirse que el punto final pertenece a Eastwood, pues desmitifica el género por completo.

[Dicha mujer, alumbró a Will Munny en su oscuridad. Redimió sus pecados, el haber matado a cualquier cosa que ande, vuele o se arrastre; le apretó la mano en sus resacas. Ella ya no existe. No obstante, todo, y todo él, danza en torno a su recuerdo]

Personajes de varias piezas; repletos de aristas. Hackman, hombre de ley, encargado de preservar el orden, afanado en construir una apacible vivienda donde vegetar tranquilamente; es, en realidad, un ser despiadado y soberbio en la lucha. Harris, el inglés, llega con donaire, haciendo ostentación de labia y pensamiento reformista, alardea de su pericia con el arma; rápidamente es suprimido, humillado y descubiertas sus pequeñeces. Los vaqueros maltratadores, seres desalmados y violentos, demuestran buena fe al intentar reconciliarse con las prostitutas, regalando una yegua a la damnificada. Éstas, débiles y vulnerables a la violencia del hombre, sufridoras en silencio, sorprenden rechazando el presente a pedradas. Anna Levine, prostituta cortada y mutilada, que parece cálida y amable en el trato, desencadenó ella la ola de violencia, con algo tan frívolo como reírse del miembro de su cliente. Woolvett, arrogante yogurín, creído y cacareando lo sanguinario que es; resulta no soportar el hedor de la primera muerte.

Nadie es quien debería ser. El ser humano se esquiva a sí mismo.

Eastwood ya está cansado de disparar. Se cae del caballo. Pide agua para sus enemigos. Agacha la mirada al oír los estertores de muerte de su enemigo. Años, décadas de Cine, repartiendo plomo, y parece que los balazos han dejado de tener sentido. Freeman mira al joven Woolvett como a alguien afanado en hacerse fuerte en una empresa, la de la violencia, abocada al sinsentido.

["El espíritu de vuestra madre os vigila"]

La bestia sale a flote. Munny, alejado por años del mundo, vuelve a él y acaba siendo poseído de nuevo por su vena criminal. El acercamiento al mundo tiró por tierra la contención de sus años de retiro, custodiando a sus hijos, y a sí mismo, después de haber sido reparado en el amor. Will Munny, tras manifestarse por última vez, desaparece para no volver.

[Ella ha estado presente toda la película. Apareció y curó de su maldad al más malvado. Conseguida tal proeza, ¿qué cosa no hubiese podido hacer?, ¿qué maldad no podría haber erradicado? Pero murió, y el far west quedó de nuevo sin amor. Eastwood decidió irse más lejos aún, para no caer más en quien fue, dejando su tumba como monumento a una bondad que ya no volverá a ver. Por supuesto, por una bellísima y poética omisión, nunca sabremos cómo fue esa historia de amor que no ha dejado de sentirse en toda la película; cómo de fantástica era ella, que ablandó el corazón de un hombre violento, conocido por su carácter vicioso e inmoderado]

Gracias
Nuño
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28 de diciembre de 2017
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eastwood, actor destacado por su excesiva altura, silencioso, de rostro áspero y de gran expresividad –a pesar de su pequeña gama de gestos–, se hizo popular en Italia gracias al personaje de "hombre sin nombre", el héroe de los ilustres wésterns de Sergio Leone. Además de ello, desde los años 70, también hizo carrera como director en Estados Unidos.

Su capacidad para manipular la acción con naturalidad y fluidez y su impecable clasicismo en la dirección de realización, sin restar por ello, profundidad psicológica a los protagonistas, definieron la mayoría de sus películas. 'Sin perdón' es la máxima expresión de este talento como cineasta.

En ella, como ya hiciera John Ford en 'El hombre que mató a Liberty Valance', desmitifica la iconografía tradicional del wéstern. El héroe valiente y generoso, que combate contra los villanos y auxilia a los débiles, oculta a un hombre horrorizado, que actúa por codicia. Una parodia crítica del personaje que él mismo interpretó durante décadas.

Repleta de "fordianos" planos, de tono crepuscular, resulta admirable la falta de maniqueísmo y la ambigüedad que Eastwood emplea en la definición de perfiles. El wéstern clásico, de galanes que cruzan paisajes solemnes, quedará al desnudo para siempre.
José Manuel Barba Márquez
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