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Mommy

Drama En una Canadá ficticia, se aprueba una ley que permite que los padres incapaces de controlar a sus hijos problemáticos les internen en un centro especial. Sin embargo, Diane "Die" Despres, una madre viuda con carácter, decide educar ella misma a su hijo adolescente Steve, que padece ADHD y que puede llegar a resultar violento. Kyla, la vecina de enfrente de su casa, le ofrece su ayuda a Die. La relación entre los tres se hará cada vez ... [+]
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
8 de abril de 2017
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Sorrentino emplea acertadamente la música, clásica en su caso, para dar fluidez a las imágenes, aunque su cine parece orientado a un público culto donde a veces elabora escenas ampulosas que alejan al espectador de la emoción en su estado puro. Xavier Dolan, por el contrario, nos lleva al paroxismo con sus elecciones musicales (popular y clásica) logrando que esos momentos eleven la interioridad de los personajes, no con una sucesión de bellas imágenes, sino con un montaje tan preciso que pareciera que este canadiense hubiera nacido filmando películas.

Dolan hace encuadres sorprendentes, mezcla planos fijos con travellings, incorpora y enmudece diálogos, pasa de lo concreto a lo metafórico, en cinco minutos y en medio de Wonderwall (Oasis) cambia desde el punto de vista de un chico problemático al de su viuda madre, es tan lúdico en la ejecución que incluso se da el lujo de modificarnos el formato de la pantalla.

Hay intuición, talento y originalidad, aparte de un gran sentido del ritmo narrativo. Los momentos de intensidad no son gratuitos, obedecen a un guion cuidadoso que disecciona seres humanos, desnudando miserias hasta profundidades que asustan. Dolan escoge tres personajes y los exprime al máximo, logrando el lucimiento de sus actores en papeles de mucha complejidad. Steve convive con un trastorno de déficit de atención con hiperactividad que, luego de la muerte del padre, lo hizo cometer actos de vandalismo que llevaron a su madre a internarlo en un hospital psiquiátrico. Diane tuvo que vender la casa y ahora vuelve a acoger a su hijo en una casa alquilada. Tendrá el apoyo de Kyla, maestra alejada de las aulas, con un enorme problema de autoestima. Ella se acerca a sus vecinos y se compromete a darle lecciones a Steve. El muchacho ama a su madre, comprende perfectamente el calvario al que la somete, aunque quisiera protegerla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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5 de abril de 2019
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una estupenda película, que tiene excesivo metraje, y una banda musical, sobre todo en los primero minutos, absolutamente inadecuada.

Soberbias interpretaciones; a destacar la de Antoine-Olivier Pilon, que con tan solo 17 años cuando la rodó, construye un personaje cuajado de matices, conflictivo, asocial y autodestructivo; atravesado por ciertos componentes ciclotímicos que explotan su violencia llegando a traspasar la pantalla.

Me he visto obligado a verla en varias etapas, por su intensidad. Un montaje más centrado la hubiera transformado en una obra maestra.

La recomiendo.
LEUGIM
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1 de abril de 2015
29 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debe ser que aunque sea muy joven , me este haciendo mayor, debe ser que vivo en otro planeta , porque desde luego aquí, en la tierra, el criterio cinematográfico esta en crisis terminal. He visto la ultima película del L'enfant terrible, (coletilla, que se usa en exceso en los festivales de cine, supuestamente con criterio artístico), pero vamos a ver, ¿de verdad os creéis un solo momento la historia que este supuesto genio, ( si empezamos a llamar genio a lo primero que vemos , tienen que hacérselo mirar, de verdad). El argumento no es nuevo, hay múltiples películas que tratan el tema con mejor fortuna.

No me creo una maldita cosa, de lo que vi , no me creo la vecina tartamuda, no me creo al niño rebelde, con una enfermedad muy rebuscada, los diálogos son absurdos, no emocionan, a mi no . Respeto la opinión de la gente que le ha gustado. El encuadre 1:1, esta más que inventado, para dar la sensación de que los personajes están agobiados, o atrapados, ¿pero no lo sabían? si hombre, ese plano lo invento Dolan, el mundo gira por este niñato, con ínfulas de engreído.

Pues no ha conseguido el efecto deseado en mi, no he tenido esa sensación, ademas, en la película Jauja de Viggo Mortenssen , también se utilizó ese formato. Mommy ,dura muchísimo, eso me provoca aun más indignación.
Hoy en día la línea que divide el arte , es muy difusa, ¿quién decide lo que es arte?, ¿quién dice, usted es un genio?, ¿y quién dice que los demás no valen?. Yo estoy perplejo, ante declaraciones de su director, que por cierto no sabe quien es tartovski ,ni Eisenstein. Es decir, no tiene cultura general cinematográfica, algo imperdonable, cuando supuestamente te ganas la vida dirigiendo. Señores, me parece muy bien que se les caiga la baba con esta ¿película?. Y que se piensen que están ante Terrence Malick o Kurosawa, a fin de cuentas , la libertad de opinión es para todos por igual.
daniel
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25 de mayo de 2015
79 de 148 usuarios han encontrado esta crítica útil
AVISO: Seguro me caerá una lluvia de negativos importante. Si alguien podría explicarme al menos algo del supuesto mérito cinematográfico que tiene ésta película por mensaje (que son gratis y bienvenidos), lo agradecería. Si no, entenderé que tenía razón.

Malditos niños ricos hipsters. Tan mal le hacen al cine. Esos que no tienen nada que contar, y que creen que pueden llevarse al mundo por delante tomando a todos por idiotas, haciendo "películas" en injustificables formatos 4:3, o blanco y negro, o de 3 horas de duración. En lugar de incomodar con verdades y sentimientos reales, incomodan con mal gusto, haciendo el ridículo, y tratar de hacer pasar el ridículo por transgresión.

El 4:3 puede parecer bonito al principio, pero es completamente para compensar la falta de planos interesantes o con un mínimo de trabajo. Igual después cambia por un rato, por el bien del estilo videoclipero. De lo más bochornoso que haya visto jamás. La gente se deja impresionar por cosas tan estúpidas. El guión técnico de ésta película debe ser tan simple, y del literario ni hablar... Para empezar, el director te pone la premisa en palabras, como para que trates de entender algo en éste despropósito. Y después se olvida completamente de qué quería hacer, y es que a fin de cuentas... ¿Alguien sabe qué quiso hacer? No hay una idea realmente, no hay más que vacío, personajes que cambian de personalidad drásticamente, sopor, y un olor a cazador de festivales que molesta. Es insoportable, es difícil ver una película donde no hay una sola persona. La música manipuladora, la fotografía simple y carente de belleza propia. Xavier Dolan debe ser insoportable en persona. Una de las primeras cosas que aprendes viendo o estudiando cine es a identificar escenas irrelevantes y tratar de evitarlas. Ésta película está llena. Si la secuencia falsa de Steve creciendo y dándole rumbo a su vida no es un vídeoclip, que alguien me diga qué es. En fin, 7,6...

No se qué pensar. Hay injusticias tan grandes en el mundo del cine. A veces la gente se confunde. Confunde grandes películas por ridículos pretenciosos, y viceversa. Odio éstas "películas", odio a toda esta gente anti-cine, las notas por los cielos que tienen éstas cosas, y a los críticos que no le ponen un alto a estos niños de papá y mamá que creen que se las saben todas, y no tienen idea de nada.

Tenés 23 años, todavía hay tiempo de tomarse unos años para ver un poco de cine, Dolan. O si no dedicate a hacer videoclips, que se te da bien.
Curt Foos
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11 de diciembre de 2014
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta Xavier Dolan que escribió Yo maté a mi madre como venganza hacia su progenitora tras una sonora bronca y que Mommy le ha servido para resarcir aquella puñalada. Chico complicado debe ser este canadiense que sin embargo con sólo 25 años ha logrado gestar cinco notables películas, la última de ellas sin duda la más emocionante e intensa. Bonita manera de reconciliarse con una madre, regalándole a ella y a medio mundo el homenaje más puro y honesto, libre de atajos y almíbar.

Es admirable cómo Dolan ha conseguido labrarse en tan poco tiempo una legión de seguidores y detractores tan pronunciada. Y resulta bastante sencillo identificarse con ambas posturas. Mientras los primeros, modernos ellos, han encontrado en el joven director el soplo de aire fresco que hacía falta en sus vidas, los haters siguen centrándose en la extrema juventud y en las evidentes influencias del que consideran otro niño caprichoso con ínfulas de cineasta. Fácil empatizar hasta ahora, porque a partir de Mommy es imposible negarle al canadiense un talento que desborda cualquier tipo de antipatía.

Dolan ya ha rechazado públicamente a Almodóvar, Tarkovsky o Fassbinder como fuentes de inspiración. En un ataque de sinceridad (o de arrogancia) asegura que su mayor influencia está en películas que vio de niño. Filmes como Batman, Sra. Doubtfire o Titanic y que certifican que, o bien el resto de mortales no supimos entenderlas o bien este chico cuenta con una mente privilegiada. Porque resulta impensable encontrar en cualquiera de ellas una mínima semejanza con Mommy.

¿Cómo abordar la compleja relación entre una madre viuda y su hijo adolescente con TDA e hiperactividad sin caer en el sentimentalismo o la condescendencia? Las señas de identidad de Dolan, ese cierto histrionismo verbal y visual, no parecían las más adecuadas. El formato 1:1, sin ir más lejos, se antojaba como un recurso gratuito y desesperado para llamar la atención y, sin embargo, adquiere enseguida un sentido en la trama que no hace sino reforzar el mensaje de libertad y opresión, los dos estados de ánimo entre los que esta obra maestra se mueve con pasmosa habilidad.

Como si de su propio alter ego se tratara, el Steve que construye Dolan también busca desesperadamente captar la atención del espectador. No es un protagonista amable, puede provocar rechazo, y en cambio Antoine-Olivier Pilon lo convierte en un ser entrañable, capaz de generar una gran complicidad no sólo con sus dos compañeras de reparto, soberbias tanto Anne Dorval como Suzanne Clément, sino con toda una platea sumergida en ese maravilloso microcosmos construido por un trío de seres marginales.

Porque lejos de una relación maternofilial habitual, la de Steve y su madre se adereza con una tercera presencia indispensable, la de una vecina tartamuda con vida acomodada pero nada plena. Un vacío que llenan dos seres inestables, violentos, imprevisibles, pero tan puros y transparentes que son los únicos que consiguen que las palabras fluyan de su boca sin cohibiciones ni miedos. Hay momentos entre estos tres protagonistas que son la mejor representación de la felicidad que se haya proyectado nunca en pantalla. Y sí, uno de ellos lo protagoniza una canción de Céline Dion.

Entre la libertad y la opresión, decíamos, se va desenvolviendo esta preciosa historia, que refleja pero no edulcora la complejidad de las relaciones humanas, cargadas de sueños, de esperanza, de felicidad, pero también de miedos, desaliento y decepciones. Por todos esos estados de ánimo va pasando detenidamente Xavier Dolan, con una madurez incontestable y una asombrosa puesta en escena. A críticos o fans, espectadores todos, sólo nos queda rendirnos ante la evidencia de que, efectivamente, estamos asistiendo a la consolidación de un pequeño gran autor. Filias y fobias aparte, es innegable que Mommy es pura y llanamente una genialidad.
polvidal
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