La heredera

Una muy buena película de las "clásicas": unas interpretaciones insuperables por parte del trío protagonista, un joven Montgomery Clift de perturbadora belleza, una Olivia de Havilland con un registro amplísimo y convincente incluso en un rol insulso y patéticamente inocentón como el de la joven heredera cuando aún guarda su inocencia. El cambio de registro que da al final de la película por el propio devenir del guión es de aplaudir por su perfecta interpretación. Un guión sublime, unos diálogos ingeniosos, certeros y lúcidos. ¿Alguien da más? Imprescindible.

El cine de William Wyler, ha sufrido dependiendo de la época diversas valoraciones, con esto me refiero, a que el gran cineasta que fue considerado en su época, después, apenas fue considerado un mero artesano con la nueva corriente francesa de finales de los cincuenta, asegurando que su obra había sido sobrevalorada.
Pues bien, hoy día no podemos cuestionar, la grandeza de Wyler, revisando toda su obra es incuestionable la calidad de la mayoria de sus trabajos. Centrándonos en La Heredera, podemos observar un trabajo compacto casi sin fisuras y perfecto en el planteamiento, la ambientación y la interpretación de sus actores, principalmente el de Olivia de Havilland, papel por el que consiguió el segundo oscar de su carrera.
Si a Wyler le gustaba finales contundentes y llenos de emoción, recuerden Carrie, Vacaciones en Roma, La calumnia etc... Con La heredera consigue crear un final tan cruel como la vida del personaje que interpreta Olivia de Havilland, toda bondad e inocencia en la primera parte y prácticamente una solterona amargada y sin sentimientos en la segunda. No daré muchos datos sobre la historia porque merece la pena verla. No tiene mucho que ver con la novela de Henry James, puesto que Wyler utiliza de base argumental la obra de teatro.
Sin duda una obra de arte máxima que merece la pena revisar una y otra vez.

Hubo un tiempo en Hollywood, allá por los años 40 y 50, en el que practicamente no se hacían malas películas. Parece ser que había una ley (no escrita) que lo impedía. Ahora esa ley se debe haber abolido, porque las malas películas abundan por doquier.
Sirva este irónico comienzo como preludio a la cinta que nos ocupa. Que sin lugar a dudas esta en los altares de los mejores melodramas de todos los tiempos.
William Wyler, fue uno de los directores que mejor ha sabido escenificar en pantalla la fuerza de las pasiones humanas. Rodó cintas de variados géneros (Comedia, Western, Peplum) pero donde se movía como pez en el agua era en las pantanosas aguas del melodrama.
Se toma como base la famosa novela de Henry James, (Washinton Square) que nos muestra la crudeza de un padre (Ralph Richardson) con su única hija, (Olivia de Havilland) a la que considera un estorbo por su carácter infantil. Ésta se enamora, en una fiesta de un caza-fortunas,(Montgomery Clift) que va tras ella por su posición y su posible fortuna. En medio encontramos a la tía de la chica (Miriam Hopkins) intercediendo a favor de los jóvenes amantes.
Lo maravilloso de este denso drama está en el encanto de sus principales protagonistas arrastrados por sus distintas pasiones al abismo de la soledad.
Olivia de Haviland ganó un merecido Oscar por su papel de patíto feo, que poco a poco se va endureciendo, ante los evidentes desengaños.
Montgomery Clif da vida al gandul dispuesto a todo, con tal de llevarse un buen partido.
Ralph Richardson (magnifico secundario) extraordinario en su papel de padre desconfiado, al acecho de que alguien pueda arrebatarle su fortuna a través de su inocente hija.
Resaltar además el magnifico vestuario de época, así como la iluminación, el guión y los planos largos de cámara.
Si lo tuyo son los turbios melodramas, con regusto amargo, esta es tu película, llena de momentos esplendorosos que nunca podrás borrar de tu retina.

Siempre me han parecido ridículos esos largos vestidos de abombados miriñaques y asfixiantes corsés. Por no hablar del redingote masculino y demás tosca vestimenta de aquella época. Los veo así, todo monos con sus vestiditos de fiesta y me entra pavor. En los pisos de treinta metros cuadrados de hoy en día, una mujer vestida con sus enaguas, sus capas, y faldas de can-can tendrían adversas dificultades para poder moverse. En Washington Square, las casas son tan suntuosas como los vestidos de las personas que las habitan y quizá por todo ello me resulte tan extraño y lejano toda esta historia. O a lo mejor es que el polvo se le ha pegado un poco.

Wyler pudo ser el director que mejor supo rodar esos melodramas que hoy en día apestan sólo con mostrarte los traileres, y aunque este no es de los mejores, con sólo ver el impresionante papelón de Olivia de Havilland todo lo demás sobra. Clift, que tampoco es que lo haga mal, no puede con ese huracán de gestos, miradas y reflexiones que nos ofrece esta actriz. Es en cierta medida, esas grandes interpretaciones lo mejor que posee “La heredera”. Tanto principales, los tres, como secundarios deslumbran a nivel interpretativo, dejando esta soseta historia, en mero acompañamiento. Porque siendo justos diremos que la novela de Henry James en la que está basado el guión es un poco culebrón de tarde.

Estamos sin ninguna duda ante una de las mejores películas de Wyler y ante la adaptación más fiel de la novela de Henry James. Wyler la convierte en suya y realiza una de las mejores películas.

Esta es fundamentalmente una película de actores, es decir, en la que el peso no lo lleva tanto el argumento sino las interpretaciones de los actores, y aquí esto lo bordan. No se puede dar más credibilidad a un personaje como lo hacen los cuatro principales; Morris, Catherine, su padre y su tía. Hay que destacar especialmente a Montgomery Clift, aquí en uno de sus mejores trabajos y a Olivia de Havilland que esta realmente soberbia. Un diez a esa dirección de actores. Cuando el argumento no es gran cosa, todo esto dota a la historia de fuerza y desde que va tomando cuerpo atrapa al espectador de principio a fin.

Es una película llena de escenas muy hermosas, y otras en la que en una habitación con tres personas se transmite una tensión impresionante y creíble. En definitiva estamos ante una obra maestra.