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Comedia. Drama Tres personas que ingresan en una clínica de desintoxicación para adictos al sexo deben seguir un programa que comprende doce pasos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
22 de junio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace no demasiado tiempo teníamos en cartelera una película de temática parecida a ésta (la densa “Shame”) en la que el tema central era la adicción al sexo, tema aún tabú en lo que a las adicciones se refiere. Pero aquella película también explotaba la vida de un adicto desde otro punto de vista a como lo hace “Amor sin control”. Normalmente las películas se dedican más a explotar el tema de la adicción al alcohol por tratarse de algo seguramente más accesible y, sobre todo, menos polémico.

Sin embargo, “Thanks for sharing”, cuyo traducción en español vuelve a demostrar lo poco que parece importar respetar la idea original, no es como “Shame”. Mientras ésta era oscura y deprimente, observando la vida del protagonista desde su interior, “Amor sin control” opta por desarrollar la vida de los protagonistas de manera superficial, sin entrar en la profundidad de las acciones que les han llevado a donde están. Parece como si fuese suficiente con narrar algunas de sus situaciones como si nada importante pasara, siendo necesario para el núcleo de la película que alguna situación salga peor que las demás.

Para descargar la parte más dramática que es la que lleva el peso de la trama, el guión añade una trama en la que la comedia es lo importante. Esa historia entre los dos adictos que se ayudan entre sí tiene cierta gracia y despierta una amistad incondicional entre dos personas que son mejores juntas, pero tampoco termina de despegar. Es en ese difícil trabajo de compaginar drama y comedia donde el debutante Blumberg necesita más experiencia en su dirección para hallar el tono necesario con el que el conjunto saldría ganando.

La verdad es que apellidos como Robbins, Ruffalo o Paltrow son reclamo suficiente como para atraer al público a ver la película, y sus actuaciones son solventes, pero poco atractivas. Es posible que ese problema provenga de un guión que solo expone sin detalles a sus personajes, pero también es posible que algunos de ellos tengan el piloto automático puesto en este tipo de trabajos rutinarios.

En su tramo final, la película se arriesga algo más de lo que ha hecho hasta el momento intentando que los personajes toquen fondo con episodios más oscuros y violentos, pero sin dejar de lado ese tono amable que la acompaña durante su duración. Quizás sea demasiado tarde para cambiar de discurso, pero finalmente convence en ese planteamiento de historias cruzadas que les ayuda a superar sus problemas mientras aprenden a ser mejores personas.
Moody
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14 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine se está preocupando de representar una de las adicciones probablemente más extendidas y quizás más complicadas de reconocer en esta época actual, la adicción al sexo. La rotundidad y el realismo crudo con lo que nos representaba esta enfermedad la excelentísima Shame (Steve McQueen, 2011) desaparece en este filme de Stuart Blumberg (co-guionista de "Los chicos están bien") que debuta como director y le denota al producto un tono más agradable a la historia que cuenta, acercándose más a la comedia romántica que al drama.

Las tres etapas evolutivas de controlar esa adicción están representados en los tres intérpretes protagonistas, cada uno con su propia trama y a la vez unidos a causa de las reuniones de adictos, el que más tiempo lleva "limpio", un notable Tim Robbins, es quizás la parte de guión más destacable del filme y la que más fuerza dramática aporta al ser la busqueda de un hijo (que también tubo una adicción) de buscar el amor de su padre y que éste le perdone.
Las otras dos tramas son probablemente menos fuertes pero aportan más comedia y figuras reconocidas. Gran química entre Mark Ruffalo y Gwyneth Paltrow (ésta aporta sin duda una de las escenas más sexys del año cinematográfico) y una buena comicidad de Josh Gad que aporta los momentos más cómicos del filme.

La causa de que esta película no llegue a ser más valorada es por ese tono agradable que aporta a una de las adicciones más preocupantes de la actualidad y que siendo una cinta entretenida y honesta, no llega a ser jamás un filme con momentos memorables y acaba siendo una buena comedia del montón que tenemos cada año.
Lo más destacable, Tim Robbins y la ropa interior de Gwyneth.
JasenV19
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14 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amor sin control es un drama con tintes cómicos que nos cuenta una historia coral relacionada de forma directa por sus principales personajes.

Stuart Blumberg debuta como director tras hacer sus pinitos en el apartado de guionista, lugar que también ocupa aquí junto a Matt Winston. Blumberg y Winston nos presentan una de esas premisas cuya potencia radica en la sencillez y la naturalidad con la que llegan situaciones poco corrientes pero Blumberg, ya tras las cámaras, se queda a mitad de camino para hacer aquello que persigue. En Amor sin control falta una crudeza superior a la que algunos actos descarados o un montón de palabras juntas pueden explicar; falta la esencia, la base misma del problema, lo impalpable. Blumberg desarrolla bien su película y la hace creíble a grandes rasgos, pero olvida que los detalles son parte del todo y su historia, en la que todo gira sobre el mismo eje, se queda lejos de la meta que ansía y el motivo es que sus personajes conectan, del mismo modo que las situaciones, de forma derivativa a partir de un principio en el que todo se coloca de forma estratégica para buscar un efecto dominó que, cuando llega, sabe a poco y nos deja sin el gran "boom" final.

Mark Ruffalo, Josh Gad y Tim Robbins protagonizan la película. De un titán como Robbins no es necesario hablar puesto que se sobreentiende que siempre lo hace de lujo, pero de otro genio, Ruffalo, hay que decir que rinde aquí muy por debajo de sus posibilidades. Josh Gad es, para mí que apenas le he visto trabajar, una grata sorpresa. Gwyneth Paltrow, como siempre, desprende esa simpatía y ese aire de novia perfecta que la hace tan especial. La cantante Pink está más que correcta, igual que la británica Joely Richardson y, en menor medida, un Patrick Fugit que se muestra irregular.

Resumiendo: Amor sin control, sin tener un potencial devastador, sí tiene lo necesario para haberse explotado bien y es por ello que queda la sensación de que algo se ha hecho bastante mal. No es una mala película, pero no alcanza ni de lejos lo que desea y eso es el mayor sinónimo de fracaso en un mundo tan extremista como el del cine.
Grijander
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25 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama sobre la conducta sexual compulsiva, cuyo argumento sigue el día a día de tres hombres inscritos en una terapia de grupo. El guionista Stuart Blumberg se sitúa tras la cámara para abordar la adicción al sexo de forma realista y en clave de alarma, pero su contención y su tendencia al humor merman el discurso, quedando casi a la altura de un manual de autoayuda. No es de extrañar que la película cayera pronto en el olvido, pues se sustenta básicamente en el trabajo del reparto y algún que otro apunte social.



“Ahora doy gracias por estar limpio. Gracias. Gracias por escucharme.”
CINECLUB
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3 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afronta el tema de la adicción al sexo entre el drama y la comedia y se queda un poco a medias. Pero sabe mantener el interes por la vida de sus protagonistas, con un Tim Robbins de maestro de ceremonias.
floro
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