El libro de cabecera

El hombre que huye de los convencionalismos, tarea siempre polémica, consigue aquí un ejercicio de estética y refinado erotismo; entre los clamores, con distinto signo, de quienes le consideran innovador y quienes le otorgan la distinción de "desafortunado inventor". Peter Greenaway, el reinventor, vuelve aquí a técnicas multimedias, con la pintura (en este caso en forma caligráfica) y la música como elementos fundamentales.

El Libro de Piel, como no podía ser de otro modo, es una libre interpretación sobre las obsesiones de una joven por la escritura que enraiza en el cuerpo desnudo, por eso no valen las letras, ni las palabras estériles. Afectos, deseos, proyectos..., forman parte de la búsqueda, sensual y amorosa, de una linda mujer aquejada en parte por el síndrome de Peter Pan.

Para el espectador que no quiera entrar en el etéreo universo del director galés, quedan la belleza de las imágenes, la compañía musical de Brian Eno y la erótica transgresión de los caracteres japoneses, danzando a ritmo respiratorio sobre el terso vientre de una contestataria jovencita; entre el gozo y el dolor, entre la vida y la muerte.

El libro de cabecera ha sido para mí un disfrute, ha sido gozar del séptimo arte, pues esto es esta película, arte, en lo que la palabra en sí significa.
Después de proponerla una amiga le hice caso y me puse a verla sabiendo que iba a ver algo diferente a lo convencional y así ha sido.
El libro de cabecera es una película que resume sin duda el espíritu y la concepción de del director por el cine pues como el afirma, siente la necesidad de investigar las posibilidades que da el séptimo arte, y me refiero a la palabra arte pues es así como lo trata.
Es capaz de narrar de una vez varias historias, siendo original y no cayendo en la pedantería crea algo original, pero no es solo eso lo más importante quizás lo que más llame la atención es que el libro de cabecera consigue crear auténticos cuadros que le servirán para poder narrar una historia, siendo la base de esta historia el amor a la escritura, varios elementos difíciles de combinar pero que Greenaway lo consigue con maestría y arte.
Perfecta narración a pesar de su complejidad, combinada con una genial música y una formidable fotografía al igual que una excepcional colorística, la película está dotada de un sello personal, siendo ese sello amor por el arte intentándolo resumir todo en la pantalla, difícil labor pero en mi opinión muy bien lograda.
No puedo decir que sea cine independiente, no se muy bien cuales son las normas que hacen que una película sea convencional e independiente, lo que está claro que esto no es ni convencional ni independiente, está claro que es un director que ama el arte por encima de las ganancias económicas que la fábrica del cine suele buscar.
The Pillow Book es una película muy compleja a la hora de ver, pues en ella mezcla idiomas, narraciones, fotografía, culturas…un sin fin de cosas se puede tan solo ver como un placer visual pero en mi opinión hay que estar habituado al director para poder acostumbrarse a su estilo o mejor dicho a su arte.
Me resulta una pena que un director de tal altura sea un marginado y una pena que no sea estudiado tal como merece, reconozco que uno ha de tener una cierta educación buena sobre el cine para llegarlo a apreciar.
La película en mi opinión solo tiene cosas buenas que decir la cual me sobrecogió desde la primera escena, simplemente no había visto algo igual todavía.
Llena de estudio en cada dialogo, escena, movimiento de cámara, luz, sonido, montaje…una infinidad de cosas, simplemente una película hecha con pura sensibilidad y cariño hacia el arte y el especial hacia el séptimo.

El trauma que sufre una niña que descubre que su padre mantiene relaciones sexuales con un editor que le da dinero y publica sus escritos, es suficientemente fuerte para captar al espectador. Toda una serie de disquisiciones metafísicas sobre la existencia del género humano son escritas sobre la piel de los protagonistas. Pero Peter Greenaway va más allá de esa historia y desdramatiza dividiendo los planos con imágenes en espejos, o bien directamente dividiendo el plano o incluyendo pequeños recuadros que podrían formar parte de la secuencia en el momento de la historia. Pasa de los planos en blanco y negro a los virados en sepia o a los planos en color, pero lo hace de forma aparentemente aleatoria y el espectador no descubre un significado en ello, lo cual puede llegar a molestar. La historia resulta tan difícil de seguir en imágenes que el director opta por utilizar una voz en off que va relatando lo que se supone que la protagonista escribe en su diario, su “pillow book”. Esa es otra, no sabemos si la protagonista escribe su propio libro o el libro de su amante. Sin duda esta es una forma interesante de contar en imágenes, pero al mismo tiempo es un riesgo porque el espectador puede cansarse de artilugios. No me atrevo a recomendársela a nadie, pero estoy seguro que los cinéfilos la verán con interés. ¡Ah! También la verán con interés los fans de Ewan McGregor que nos ofrece abundantes planos de desnudos integrales y primeros planos de su sexo.

Respeto a aquellos a los que no les gusta Greenaway, reconozco la dureza de su cine, y la complejidad de sensaciones que se pasean a lo largo del visionado de una de sus películas (entre ellas, porque no decirlo algunos momentos de tedio).

En cualquier caso, escribo esta crítica para posicionarme a favor de esta película y su director, ya que el coctel oriente-Greenaway pone en nuestras manos una de las mayores delicias estéticas que pueden verse. Las imágenes envuelven mas que la historia, y eso que una pormenorizada descripción del argumento del film nos lleva a una de las historias mas tremendas que se hayan contado, con amor, humillación, sexo, profanación, ...

Con lo que me quedo es con momentos del film que nunca se borraran de mi cabeza, estremecedor es el momento en que suena la canción "Blonde" de Guesch Patti, o esos cuerpos desnudos llenos de caracteres. Una obra que trasciende el cine, y la emoción, una forma de expresión incomparable, y de belleza única.

¡Plomazo de película!, pero con mucha piel humana sirviendo de escritorio.

Por tanto, se trata de un filme de arte y ensayo, curioso, raro, que se puede ver por sus imágenes de cuerpos humanos vivos luciendo escrituras de sabiduría. Mas al mismo tiempo se aburrirán como osos polares en un zoo de Londres o de Los Ángeles de California, ante tan lento y cansino desarrollo fílmico. ¡Vamos!, que al lado de "The Pillow Book", una película como "Novios de la muerte", de Rafael Gil (España 1974) resulta una auténtica maravilla de dinamismo, una joya de la cinematografía.

La carne humana siempre es llamativa para tocar, para acariciar, ya sea a mano, a pincel o a besos.