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Mar de árboles

Drama Un estadounidense (McConaughey) y un japonés (Watanabe) se conocen en el tristemente famoso "bosque del suicidio", un lugar al que la gente va para quitarse la vida. Tras entablar conversación, abandonan sus proyectos de suicidio y juntos emprenden un viaje a través del bosque. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Triste y melancólica, sensitiva y vilipendiada epopeya transcendental, que pasará a la historia no por su relativa calidad (que la tiene) sino por las incontables e injustas diatribas recibidas tras su proyección en Cannes.

¿Demasiado presuntuosa? Quizás. ¿Excesivamente forzada? Puede ser. ¿Buscando la conmoción a cualquier precio? Seguramente. ¿Realizada por Gus Van Sant bajo los efectos de las dro…? Bueno, no parece un film Van Sant, eso está claro. Pero es que siempre un autor tiene derecho a variar su camino o estilo. Solo faltaría.
Aspectos negativos que no enturbian los positivos. Y es que por interpretaciones, reflexiones, fotografía, etc. Esta fascinante y hermosa obra merece un visionado. Ya solo la conversación a la luz de la hoguera merece la atención del resto del metraje.
nico
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19 de septiembre de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es entendible que luego de su visionado se puede llegar a la conclusión que en esta película no hay términos medios, o bien te puede parecer interesante o aburrido. Una de las pruebas de lo ya dicho son las duras críticas que recibió Gus Van Sant durante el estreno en Cannes en el 2015. Particularmente considero que es una buena película después de todo, a pesar del lento desarrollo de la trama, la película va de menos a más, con un final conmovedor luego de haber caminado junto al protagonista entre tanta oscuridad.

La película no trata sobre el bosque Aokigahara (que es cierto y en realidad si existe), ni tampoco es un sucio y barato melodrama de autoayuda, si no es algo más que eso, es un largo camino de expiación y una muestra que si existen las segundas oportunidades. La depresión y el suicido solo fueron temas secundarios y medios para presentarnos una historia desgarradora y esperanzadora. Si alguna vez te ha pasado la remota idea de terminar con tu vida, te recomiendo ver esta película y luego evalúes lo que has pensado.
La Mente Maestra
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30 de septiembre de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la muerte a la vida, un cambio de pensamiento.

De antemano sabes que el paisaje hablará por si solo, que su laberinto de hermosos y majestuosos árboles será, una seductora trampa mezquina para quien quiera salir/un acogedor refugio para quien quiera morir; y en esas te embarcas en un relato que empieza con interés en su anónimo andar, que se acoge con curiosidad en sus temporales regresiones, que se aviva en su esfuerzo por el escape y la existencia, que levemente retrocede al buscar un encanto místico a su explicación combatiente.
Porque no todos los que acuden a él a finalizar su tiempo están seguros, hay quien procede/hay quien se arrepiente/hay a quien el espíritu de su ser querido le habla y ayuda para contestar a sus dudas, a quien se le tienden esas respuestas que permiten seguir adelante y desechar el parón definitivo, en un abrazo cálido y romántico de significación, de espiritualidad y de acogida estima por lo no conocido, pero intuido; punto último donde más se le achaca, a Gus Van Sant, la pérdida del congruente hilo trazado.
Matthew McConaughey, emotivo, accesible, expresivo, lidera la historia de un hombre extraviado que lamento lo que hizo, lo que no dijo y que no sabe como sobrellevar su carga, a quien la culpa le carcome y le lleva a un destino final, que será principio de uno nuevo; inesperado cambio de rumbo, cuando los planes se precipitan y ya no dependen de uno, sino de ese instinto por sobrevivir cuando la muerte acecha, aunque fuera inicialmente el propósito buscado.
Nada como estar a punto de fallecer para ver la claridad de la vida, lucha, en ocasiones macabra, en enigmático territorio de curiosa vuelta, donde lo que cuenta es ese desespero por encontrar el sendero correcto, de regreso al camino, para volver a estar, pero más sereno.
Ninguno sale igual de la frondosa arboleda, y tanto Matthew como Ken Watenabe, su compañero de reparto, exponen su transformación con desnivelado carisma, de calibre desigual; tu atención no cede ante el relato, aunque si atraviesa diversos puntos según van cambiando los personajes y la situación, en ocasiones más a la endeble baja que otra cosa.
Narración vital, con sombras sentimentales intermitentes que la debilitan, que mantiene tembloroso su pulso a la querencia humana, a ese remordimiento y castigo impuesto que pesa como losa sufridora que invita al abandono, decisión terminal que cambia a última hora pues se dice que, hasta los que lo consiguen, se arrepintieron en el último momento.
Cinta sobre el suicidio que se convierte en afirmación de vida, al convertir el amargo dolor en apertura al optimismo, reflexiva historia de redención que no invita a pensar ni reflexionar sobre ella, pues su recta final suena a cándido cuento bonito, que transmite nulidad de reflexión o pensamiento; atrapa su supervivencia, sus peripecias por no rendirse y hallar salida, es decir, la parte de acción que secunda el drama; la herencia personal narrada es floja, permisiva, tolerable, que no convincente, y su desvío anímico y esperanzador de un psique guiadora, gustará a quien entone su corazón por tal leyenda, para el resto es incoherente, innecesario, sobrepasado en su pretendido cierre.
Machacada por la crítica en Canes, también me parece excesivo, la película no aburre y cautiva dentro de sus límites; su drama es inconsistente e inseguro, no expone la depresión con la consideración oportuna y tiene sobrante palabrería que pretende una altivez emocional que nunca logra, pero sus actuaciones son intensas, la fotografía una delicia, el desconocimiento inicial una interrogante aventura, y su desenvoltura, tiene reproches y quejas, pero tampoco permite que dejes de estar pendiente de lo siguiente.
Aokigahara, el bosque de los suicidios japonés, inmenso, desorientador, intimidante, endemoniado, tan fascinante lugar de leyenda histórica merecía su película; puede que con una narración más acorde, sólida y menos angelical, cuya sensibilidad fuera más perceptible y aspirable, no únicamente oída como relleno del periplo por escapar de la telaraña de raíces, troncos y espesas ramas, pero lo que es el bosque es una maravilla, y el agónico deseo de escapar de él, entretenido.

Lo mejor; el bosque y el esfuerzo interpretativo de McConaughey.
Lo peor; su drama no se recibe ni acoge, sólo se narra.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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29 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En líneas generales una película pasable con una ambientación mas que lograda, de largo lo mejor del film esos espesos bosques donde se recrea, esos parajes a los que acuden personas sin esperanza y con la única intención de quitarse la vida.
A través de sucesivos y reiterados flasbacks vamos conociendo la vida anterior del protagonista encarnado solventemente por MATHEW MCCONAUGHEY, y sus problemas conyugales con la oscarizada NAOMI WATSS teniendo como resultado que conforme avanza el metraje, se hace un poco mas pesada la trama y no avanza con el interés que debiera para sentirnos completamente atrapados en EL BOSQUE DE LOS SUEÑOS.
Demasiadas caídas y demasiadas peripecias las que le pasan a los dos personajes, y bastante increíbles las situaciones que suceden, pero lo que parecía una película destinada al drama se convierte en un cambio de estilo drástico y de tono que no le favorece en nada, aun así es un producto disfrutable aunque menor en la filmografía del director de Kentucky GUS VAN SANT.
bunburyano77
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4 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bosque de los suicidios, así llamado, está en Japón, y poco a poco va captando la atención de la cultura popular. De hecho, ya hubo una película de terror con Natalie Dormer sobre este peculiar lugar, Aokigahara (que es como se llama).
En esta ocasión, Gus Van Sant, antaño muso indiscutible del cine indie americano, compone no una cinta de terror (ya tuvo suficiente con su infausto remake- copia de Psicosis...) sino un drama en el que dos hombres se conocen cuando están a punto de poner fin a sus vidas en el mismo lugar, y sin embargo encuentran en el otro una motivación para pensárselo mejor y luchar por su propia supervivencia física y emocional.
El problema es que la película no pasa de ser simplemente pasable, y tiene un ritmo bastante lento y un guion que, en general, no funciona, como tampoco funcionan demasiado los personajes, pese a que estén interpretados por tres actores de probadísima solvencia, como son Matthew McConaughey, Ken Watanabe y Naomi Watts.
Poco inspirada.
Sibila de Delfos
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