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El Padrino: Parte II

Drama Continuación de la historia de los Corleone por medio de dos historias paralelas: la elección de Michael como jefe de los negocios familiares y los orígenes del patriarca, Don Vito Corleone, primero en su Sicilia natal y posteriormente en Estados Unidos, donde, empezando desde abajo, llegó a ser un poderosísimo jefe de la mafia de Nueva York. (FILMAFFINITY)
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Críticas 288
Críticas ordenadas por utilidad
27 de diciembre de 2007
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que las segundas partes no son buenas, pero el genial Coppola se encargó de repetir el éxito y la excelencia de la primera entrega: guardando las debidas proporciones, El Padrino I y II son como la 6a y la 9a sinfonías de Beethoven. Ambas son fantásticas. Ambas fueron revolucionarias. Ambas cautivaron. Y la densidad y perfección formal de la segunda obligan a las mayores reverencias, aún de quienes gusten más de la primera.

Robert De Niro hace un papelazo, magistral: tan bueno que permite hacer caso omiso de la ausencia de Brando (¡y eso es mucho decir!). John Cazale gana importancia y conmueve con un papel tan frágil, tan humano como nunca he vuelto a ver. Robert Duvall y Diane Keaton muestran todo su talento...pero la actuación más formidable es la de Al Pacino, que oscila entre el frío, obsesivo y programado hombre de negocios y el acalorado, irracional y tajante mafioso. El Bien y el Mal personificados, y entremezclados en su complejo personaje, le hacen merecedor de un puesto en el Olimpo del Cine.

Volvamos a Coppola. Alternando épocas y biografías, nos muestra al esforzado patriarca Corleone desde sus inicios y a su hijo Michael en la plenitud de su fuerza y poder. ¿Cómo hacer un drama largo y complejo y a la vez emocionante? He aquí la magia del director. Además, el gran trabajo de fotografía y la técnica narrativa lo llevan a uno a aplaudir con frenesí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
David Alberto Campos
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13 de diciembre de 2007
53 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y allí estaba, acomodado en su butaca, atravesando con su fría e implacable mirada a cualquiera que estuviese cerca, atravesándonos a nosotros, mientras su rostro, impertérrito, cortaba el más mínimo atisbo de contacto que pudieran querer tomar. Y así pasaron los días, uno tras otro, mientras los ojos de sus seres más cercanos se apiñaban entorno a él y visulmbraban admiración, apego, emoción, respeto y multitud de virtudes más que sólo podrían ser destacadas en muy pocos hombres... hasta que un día todo se marchó, el sentimiento se desestabilizó, la cuerda se tensó y la relación se rompió, en cambio, su tez seguía impávida, como el primer día, como desde el primer aliento a partir del cual comprendió que su lugar era importante, vital, trascendente. Y siguieron pasando los días, la desolación llegaba, la tristeza se apoderaba del más mínimo recóndito salón de aquel lugar, en cualquier instante y sus facciones se mantenían duras, impasibles, pero hasta lo más duro se resquebraja, y llegó el momento, sus ojos amanecieron cristalinos y su memoria retrocedió hasta aquel preciso instante, el instante que le hablaba sobre sus errores, le acometía en todos aquellos fallos que había ido apiñando tras una y otra decisión erronea, y nos mostraba esa cara de la moneda que esperabamos, que ansiábamos, porque sabíamos que no era tal la contundencia ni el empeine, que tras todo aquel monumento construido a base de vivencias y momentos rotos, también se encontraba un ser con sus debilidades, capaz de reconocer porque en los labios de sus semejantes ya no se dibujaba una sonrisa, y capaz, también, de retroceder, de recordar con el objetivo de desvelarse a sí mismo, que durante todo aquel tiempo, no era quien había creido ser, que sólo era uno más, uno más en la mesa de la cocina, uno más en el inmenso caserón, uno más en la apagada ciudad, y así lo capturó su rostro, desgastado y casi al borde del arrepentimiento, sin apenas mover un músculo...
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Grandine
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22 de septiembre de 2008
35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptimo largometraje de Francis F. Coppola (35 años). Escrito por él y Mario Puzo, se basa en la novela "The Godfather" (1969), de Mario Puzo. Se rueda en exteriores y escenarios naturales de Sicilia, Santo Domingo, Washington, Las Vegas, LA, Miami y Lago Tahore y en los platós de los Paramount Studios. Nominada a 11 Oscar, gana 6 (película, director, actor secundario, guión adaptado, banda sonora y decorados). Producido por F.F. Coppola, se proyecta en preeestreno el 12-XII-1974 (NYC).

Narra en paralelo dos historias separadas en el tiempo. La principal, protagonizada por Michael Corleone, de continuidad (1958-59) al relato de la primera entrega (“El padrino”, 1972). La segunda, protagonizada por Vito Corleone, evoca recuerdos infantiles de éste en Sicilia (1901), la formación de su familia y su ascensión a jefe mafioso en NY (1917-25). La residencia familiar situada inicialmente en Little Italy (NYC) se traslada posteriormente a una lujosa villa del Oeste (Nevada), situada junto a Lago Tahore. La acción se desarrolla en NYC, Nevada, Las Vegas, Miami y Cuba.

El film suma drama, crimen, cine de gángsters y thriller. Los personajes se presentan bien desarrollados, con densidad y profundidad psicológica, en especial los de Michael, Alfredo, Tom Hagen y Pentangeli. Los diversos ambientes están construidos con eficacia y acierto. El tono del relato es más sombrío y melancólico que el de la primera película, a la que supera en profundidad y complejidad. Las referencias morales son más claras (condena de la Mafia, desolación de Michael). El relato alcanza niveles de conmoción y emoción más elevados. Gracias a un excelente montaje, enlaza con fluidez narrativa los diferentes tiempos y escenarios en los que tiene lugar la acción. Aporta una buena descripción de los ambientes, incorpora interpretaciones notables y alcanza un nivel elevado de fuerza dramática. Son escenas destacadas la fiesta en Little Italy, el triunfo de la revolución cubana, la desolación de Michael enfrascado en recuerdos y remordimientos, y la secuencia escalofriante del "beso de la muerte".

La historia presta especial atención a las relaciones de poder, sumisión, lealtad y confianza, dentro de la organización. Denuncia el individualismo, la corrupción política, el espíritu vengativo y la marginación social de la mujer. Muestra, bajo el áurea de un relato elegante y aparentemente exquisito, un mundo en el que impera el crimen, el chantaje, los abusos de poder, la utilización de las personas como objetos de cambio, la corrupción, la explotación y el salvajismo más feroz. La renuncia al tráfico de drogas no los convierte en ángeles. Toman la decisión con la vista puesta en sus intereses y en beneficio de su mayor enriquecimiento. La naturaleza inmoral de su conducta no admite ni disculpas, ni atenuantes, ni perdón.
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Miquel
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2 de enero de 2008
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos justos, EL PADRINO, es un clásico absoluto y una de las películas más poderosas (en todos los sentidos) jamas realizada en la historia del cine, con un Marlon Brando culminando su leyenda (pobre el que diga que era mal actor), un trabajo en el que todo funciona dejando momentos antológicos de la historia del cine, era, es y será... la película de gansters por excelencia.

Pero como trabajo cinematográfico, EL PADRINO PARTE II, supera ampliamente a su antecesora por varios motivos, primero, porque en realidad son dos películas, una con los flasbacks de Vito Corleone, y otra en la época actual con Michael Corleone, lo que supuso, desde mi punto de vista apasionado, uno de los mejores trabajos de montaje y edición jamas realizado con la complejidad de "aunar" dos guiones absolutamente diferentes y que sin embargo están intimamente relacionados.

Por otra parte, la sensación de haber viajado en el tiempo cada vez que se visiona la parte de Vito joven es inherente en cada sesión de visionado, tonos, colores, encuadres, fotografía te introducen de lleno en ese mundo de principios del siglo XX y no te abandona en ningún momento...simplemente milagroso.

Y en cuanto a guión y definición de personajes es un prodigio...vemos claramente la diferencia de estilos entre los dos padrinos, Vito y Michael, asi como su padre solo "mataba" por "necesidad" y muy selectivamente (por decirlo de algún modo suave) y se le atisba cierto fondo "humanista" y algo de corazón, Michael Corleone es justo la antipoda de su padre, con una obsesión y fanatismo por el mismo y su própia familia que le hace una bestia parda, reconociendo en el un alumno que no ha sabido trasladar la filosofia de su maestro, su padre, y que claramente no ha entendido nada de lo transmitido (Vito jamás hubiese tratado a su propia sangre como Michael lo hace... son simplemente unos principios mal interpretados).

Y, así como Pacino, está tremendo como Michael Corleone, la perfección hecha interpretación, tenemos a su hermano Fredo (John Cazale) que simplemente te pone los pelos de punta (que gran duelo de actores hubiese sido, si hubiesen tenido mas escenas juntos, claro.)..el resto, increibles, desde Talia Shire (que actriz más desaprovechada, grandísima) hasta el último figurante...en fin, me puede la pasión....y es que está película es cine en estado puro que, como dice algun compañero usuario, se te graba a fuego en mente y alma.

UN MILAGRO DE PELICULA.
JAVIER TOLEDO
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2 de julio de 2006
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho más dramática que su predecesora, más personal e íntima, más cruda e implacable, 'El padrino. Parte II' logró superarla cuando parecía imposible, convirtiéndose en la primera secuela en triunfar, con toda justicia, en los Oscar.
Alejándose de la temática más policíaca y de intriga, Coppola y Puzo tejieron una trama de engaños y traiciones que conducirán inevitablemente a Michael Corleone al sitio en el que todos acabamos deseando que estuviese: el mismo Infierno. El guión resulta de lo mejor que he visto, con numerosas aunque leves pistas para identificar al traidor, mientras que la parte de Vito Corleone goza de una inigualable fuerza en determinados momentos (el ajuste de cuentas con D. Fanucci) y se complementan de manera inmejorable. Los actores, poco podemos decir de ellos, sólo que están perfectos: Al Pacino estremece como Michael, llegando a helar la sangre a más de uno en determinados momentos (el beso a su hermano), John Cazale realiza uno de sus mejores trabajos como Fredo, Robert DeNiro borda el papel de Vito Corleone, hablando un perfecto italiano (comprobadlo en la versión original), Michael V. Gazzo también resulta inmejorable como F. Pentangeli (lástima que este actor no lograse suficiente prestigio para avanzar dentro del mundo de Hollywood), Lee Strasberg, Talia Shire (hermana de Francis Ford Coppola)... simplemente todos están soberbios. La banda sonora vuelve a estar compuesta por Nino Rota, aunque en este caso tuvo ayuda por parte de Carmine Coppola, padre de Francis, logrando una partitura excelente, como la de la primera parte. Los decorados son espectaculares, tanto los naturales como los recreados, desde Corleone hasta el barrio italiano de Nueva York pasando por la isla de Ellys. Gordon Willis vuelve a aportar un estética bastante sombría a la fotografía de la película, y de nuevo acierta de pleno.
En definitiva, película imprescindible que rara vez no está, al igual que la primera parte, en las listas de las mejores películas de la historia. Recomendable para cualquier amante del cine en general, y en especial, claro está, del cine negro.
Jorge López Fernández
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