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Señor Lazhar

Drama Bachir Lazhar, un humilde maestro de primaria de origen argelino, es contratado en un colegio de Montreal para sustituir a una profesora que se ha suicidado ahorcándose dentro del aula. En la escuela, Lazhar entra en contacto con un grupo de niños que están muy afectados por el trágico suceso. Pero Lazhar entiende bien el duelo de los pequeños porque él también ha sufrido una gran pérdida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
22 de junio de 2012
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pasado viernes se estrenó en España la película canadiense Profesor Lazhar, ganadora de diversos premios internacionales.

La influencia de películas francesas de temática educativa como Hoy empieza todo o La clase se deja notar. De ellas coge ese punto de vista distante que permite al espectador reflexionar sobre lo que está ocurriendo con una mayor perspectiva. Sin embargo, es esta una película menos documental, y finalmente mucho mas emocional.

Su pretensión de alejarse del sentimentalismo la ha llevado quizá a distanciarse demasiado de los hechos.

Por tanto, tenemos ante nosotros una película de contrastes, donde el distanciamiento, incluso la frialdad en ciertos momentos, se entremezclan con la emotividad. Donde las situaciones, todas ellas reconocibles, y rodadas con realismo, sin excesos o artificios, se nos antojan a la vez ajenas.

El protagonista, interpretado por Mohamed Fellag, es una buena muestra de ello. Se trata de un personaje entrañable, al que queremos querer pero con el que terminamos por no sentirnos totalmente implicados.

Lo más interesante del film son las preguntas que se plantea. ¿Es correcto el camino que ha tomado el sistema educativo occidental, que no permite la implicación del profesorado en la formación completa del alumno? En los países desarrollados, el profesor es un mero instrumento de transmisión de conocimientos. Se anula su iniciativa para inculcar algo más allá de la mera información.

El aspecto personal no se toca. Se opta por enseñar y no por educar, se elige el protocolo antes que la humanidad. Con esto se evitan miedos comprensibles como son que un desconocido introduzca valores o hable de sentimientos a nuestros hijos. Sin embargo, ¿no debería ser la influencia del profesorado indispensable en el desarrollo de los niños? ¿Pueden los padres solos ocuparse de semejante tarea? ¿No es enriquecedor que los chavales tengan diversos puntos de vista? De hecho, si el profesorado no tiene una actitud receptiva y cercana, ¿no estás mandando ya un mensaje educativo a los alumnos?

El miedo, una vez más, nos hace estructurar las relaciones de forma más impersonal y deshumanizada. ¿Merece la pena el precio?

El director, Phillippe Falardeau, mantiene una cierta objetividad durante una gran parte del metraje, como queriendo no influir demasiado en la respuesta a todas estas cuestiones. Sin embargo, hacia el final toma partido, y la implicación del film aumenta.

Parte del guión se ha extraído de una obra de teatro, y el resultado, aún siendo sumamente interesante, puede aburrir a más de uno por su ritmo pausado, y su trama asentada en la reflexión y la psicología.
ArturoGMaiso
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28 de mayo de 2013
26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, por mucho que algunos lo pretendan, esto no es “La clase” ni se le parece lo más mínimo. Sí, tienen en común que las dos transcurren en el ámbito escolar, que son películas sobre la educación, que plantean conflictos de aula, pero nada más.

“Profesor Lazhar” parte de un hecho completamente incomprensible, demencial, pero al que Philippe Falardeu no da una explicación mínimamente satisfactoria en todo el filme: la profesora de unos niños aparece ahorcada en su clase. Por qué una persona decidiría suicidarse en un lugar lleno de niños, sabiendo que ellos encontrarán su cuerpo y quedarán traumatizados de por vida. Pues ni lo sabemos al principio de la película ni lo averiguamos al final.

A partir de ahí un despropósito tras otro. De repente aparece un profesor argelino ofreciéndose a dar clases a estos niños y sin curriculum ni papeles ni nada es contratado inmediatamente. Bien podría haber sido un terrorista o un pederasta o un farsante sin titulación ni experiencia, pero nada, lo contratan y lo colocan al frente de una clase con un montón de chiquillos hechos polvo por el suicidio de su profesora. Y que sea lo que Dios quiera.

Por otra parte, lo que en “La clase” era un exquisito respeto por todos los elementos del sistema educativo, un difícil ejercicio de objetividad, de retratar la realidad tal cual sin intervenir en ella, aquí es como una especie de alegato a los métodos del profesor argelino.

Una versión moderna de “Rebelión en las aulas”? No, tampoco, imposible, porque el profesor Lazhar carece por completo de atractivo personal, nada que ver con ese profesor revolucionario y lleno de carisma que interpretaba Poitier, cuya mera presencia física ponía los pelos como escarpias. Lazhar es un tipo triste, gris, nada dinámico, que lo primero que hace al entrar al aula es cambiar los pupitres, que estaban en círculo para trabajar en grupo, y ponerlos en fila, como toda la vida de dios. Vamos, la antítesis del docente innovador y deslumbrante.

Y es normal, luego nos enteramos de que este hombre tiene un pasado terrible y que su situación presente es bastante problemática, así que poco dinamismo puede aportar a su clase. Es un tipo destrozado por la vida y, a diferencia del personaje de Poitier, da más pena que otra cosa.

Lazhar no es magnético, no impresiona, no tiene madera de líder, así que es imposible entender el entusiasmo que supuestamente despierta en sus alumnos. Ni, por cierto, en la profesora de la clase de al lado, que de forma incomprensible le hace ojitos. En fin, que este caballero de triste figura, aparte de despertar una inmensa piedad no puede ser nunca ese profesor emblemático, de los que nunca se olvidan, que el director pretende colarnos. Vamos, ni de coña.
Talía666
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25 de mayo de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Temática valiente y poco común en la cartelera actual. Tratar el tema del enfrentamiento ante la muerte y su constante aparición en nuestras vidas, añadido a que lo hace desde la perspectiva psicológica y/o emocional de unos niños (aunque también de adultos), es una muestra de la inquietud del narrador por querer sacar a la luz argumentos tabús como éste, extrañamente olvidados en el cine contemporáneo, a pesar de ser algo cotidiano, con lo que convivimos inevitablemente cada día.

Hubiese sido una obra maestra, en mi humilde opinión, si se hubiese acentuado más la relación de Lazhar con la profesora Claire y con su alumna preferida, Alice, porque así habría conseguido una mayor emoción y empatía con el magnífico personaje protagonista y con el clímax final de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio_corleone
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25 de mayo de 2012
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El profesor Lazhar es una buena película. Rodada con la actual factura del cine independiente que toca tema social, sin grandilocuentes pretensiones y con mucho sentido de la honestidad, se convierte en un ejemplo no sólo de lo que se puede hacer, sino de lo que se debe hacer si se quiere ser creíble en este tipo de género. En esta ocasión la historia se nos sitúa en un colegio, que acoge a pequeños alumnos, y que es escenario de una peliaguda problemática como el suicidio de uno de sus profesores. Uno de los mayores aciertos ha sido la decisión de su director y guionista Philippe Falardeau de no pisar terrenos escabrosos o sensibleros, siendo contenido y objetivo. El otro punto fuerte es su excelente casting, no sólo en los personajes adultos, si no sobre todo por los pequeños. Hacía tiempo que no veía rostros infantiles tan expresivos y bellos como el de Sophie Nélisse, capaces de trasmitir tantos sentimientos y que además sepan actuar de forma tan natural como puede demostrar sobre todo gracias a su personaje de Simon Emilién Nerón.
El hacer cine de bajo presupuesto, con respecto a grandes producciones, no tiene por qué ser con una inversión cutre, a estas alturas debe quedar bien claro. De hecho su banda sonora o su fotografía están muy a tono con la propuesta. Y sobre todo, que tomen nota gran parte de los directores de casting españoles. Los niños que funcionaron en taquilla, como por ejemplo, los míticos Pablito Calvo o Marisol, siguen siendo iconos sin sustitutos, niños que tenían talento pero que para eso hace falta que elija gente con vista, aunque no tengan mucho en cuenta el arte y sí el negocio. El elegir a dedo o por influencias provoca que el cine español cuente una extensa y olvidable galería de los horrores con niños mostrencos exentos de naturalidad y sobre todo de verdad, capaces de levantar los sentimientos más depravados del espectador. Que sirva “El profesor Lazhar” de excusa para empezar a cambiar cosas que nos beneficiarán a muchos, sobre todo al espectador.
Maggie Smee
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24 de junio de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi siempre son agradecidas las películas cuyo protagonista es un profesor recién incorporado a una escuela. Las reticencias iniciales, el rechazo por parte de los alumnos, la pedagogía para superar los conflictos y la aceptación y la estima finales son características comunes en este tipo de historias a las que “Profesor Lazhar” no hace ascos aunque probablemente de una manera más sutil y sin que estas se conviertan en el leitmotiv de la película en si. Porque si algo caracteriza el film de Philippe Falardeau es que carece de un tema central. Sirviéndose de la llegada del nuevo profesor substituto toca una serie de temas diversos como la muerte, la inmigración, la educación o la soledad. Importantes temas que por si solos merecerían una sola película y que Falardeau solo puede apuntar en un intento, no del todo conseguido, de aglutinarlo de una manera uniforme. Así pues el director quebequés no puede evitar que “Profesor Lazhar” ofrezca un aspecto algo irregular dejando cabos sueltos por el camino. Si Laurent Cantet en la espléndida “La clase” ponía el dedo en la llaga del estado actual del sistema educativo, Falardeau extrae del personaje de Lazhar las contradicciones de un mecanismo en el que no siempre sus ejes evolucionan al mismo ritmo. Sin deja por ello de mandar un mensaje de esperanza en un mundo en el que Balzac deje de ser una rémora y en el que un abrazo tenga el mismo valor que una excelsa lección de historia.

Lo mejor: la reunión de profesores.

Lo peor: esa incipiente historia de amor que no acaba de progresar.
AMQE
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