La mejor noche de tu vida

Una película que consigue entretenernos y sacarnos alguna que otra risa pero poco más.
Podríamos decir que parece una cinta verdaderamente de la época, el guion no es nada del otro mundo, sus actores tienen momentos y su desarrollo es bueno sin hacerse cansino pero casi en todo momento bastante previsible.
Topher Grace y Ana Faris salen mejor en el póster que en toda la película sobre todo ella.
Lo mejor: Su ambientación.
Lo peor: Es previsible en casi todo momento.
Mejor escena: Con la pelirroja en el baño y la bola.

Sorprendente película de desenfrenadas farras juveniles que, gracias a su elenco, a un enfoque afortunado y a que, en general, engancha varios gags objetivamente graciosos, termina obteniendo unos rendimientos humorísticos muy por encima de la media de un género que, si bien lo petaba en el contexto socio-emocional de los ochenta, a día de hoy se puede considerar obsoleto y desgastado de tanto manosearlo.

Y, sin duda, hablar de las virtudes de “Llévame a casa, nena” es hablar de su reparto con dos actores extremadamente infravalorados a la cabeza: Topher Grace y Dan Flogler. En ambos casos, gente que te cae bien inmediatamente sin saber muy bien por qué, que tienen ese carisma, ese factor X o ese lo que sea (imposible de caracterizar o entender cerebralmente) que hace que sus comentarios parezcan más siempre más ingeniosos que dichos por otro o más divertidos. En el caso de Fogler, tiene esa chispa que invita a tomar algo con él después del trabajo y su trabajo en la saga Animales Fantásticos es de los grandes descubrimientos del spin-off de Harry Potter. El caso de Grace es aún más sangrante, un extraordinario actor siempre infravalorado víctima, posiblemente, de una expresividad facial tan versátil que imprime a sus papeles una mezcla de estados de ánimo demasiado realista en un mundo que demanda que los buenos tengan cara de buenos y los malos cara de malos. Cómo será la cosa que comparten cartel y plano con Chris Pratt y el guardián de la galaxia es el eclipsado, aunque luego los grandes contratos se los lleve él.

La película vale la pena sólo por ver el derroche de química y empatía de la pareja, reforzada por actrices consolidadas como Anna Faris y Theresa Palmer y el mencionado Pratt que convierten una comedia alocada de cinco escaso en un simpático viaje de descubrimiento juvenil que deja buenas sensaciones y ganas de ser parte de la pandilla. Sensaciones, además, curiosas: no son las típicas buenas vibras efervescentes que van bajando con el tiempo. Cuando la vi, le puse el notable que pensé que merecía… pero tiempo después, al escribir esto, se me había bajado un poco la emoción y pensaba que realmente la cosa no pasaba del aprobado. Pero casualmente la volví a ver y volví a sentir que merecía el notable que ha terminado teniendo. Como digo me costaba imaginar que a estas alturas se pudiese sacar algo novedoso de este género, pero “Llévame a casa, nena” lo ha conseguido.

Le he puesto un 7, aunque quizás no debería haber pasado de 5, pero ha sido agradable escuchar ciertos temas musicales ochentenos, ver peinados de la misma época, y recordar el cine Teen de los años 80, pero mejor o más desinhibida que las de los 80, se dicen tacos, se meten drogas, se crean situaciones paradójicas y se ven grandes melones.

Son como retazos de aquel tiempo que vienen a la memoria y nos hace recordar que también nos metimos dentro de una “bola” y nos tiramos cuesta abajo para demostrarnos algo, a veces pequeño y a veces grande.

Leyendo la ficha técnica de este filme me doy cuenta de que está basado en una historia compartida de Topher Grace. Seguramente se trata de una especulación sobre lo que él mismo vivió en los años ochenta. ¡Oh! Pero es una experiencia tan afín a todos los que vivimos, así sea pequeños, esa bella época.
Aquí la historia pasa a un lado: amor platónico del colegio, reencuentro, posibilidades, apariencias, mentiras y humor. Y lo que queda como fundamental es el trabajo de arte para lograr engancharnos en la vida de la videotienda, del mercado musical y artístico, del Glam. El decorado es maravilloso; la música siempre traerá algún recuerdo remojado en fiestas y anécdotas ochenteras; por ello vale la pena echarle un vistazo esta pequeña historia de búsquedas.

Al principio ve uno el film con la guardia subida: la cosa seguramente va a ser vintage, impostada. Un paseo por el recuerdo ochentero. Si "Super 8" es un Spielberg homenajeado, este largo va a ser una carta de amor a John Hughes o el cine más adolescente eighties.

Y cierto hay que se ve mucho de eso. La cosa a menudo no es excesivamente hilarante. Los personajes, sobre todo los secundarios, tienen un factor dèjá vu importante. Pero.... cuernos. De algún modo, la peli tiene encanto. A los personajes les acabas cogiendo incluso cariño -sobre todo al de Topher Grace- y todo acaba resultando, no por poco esperable, satisfactorio.

Un visionado agradable.

NOTA: Lo de que Biehn sea el padre del héroe -y poli, por cierto- es un hallazgo de casting inspirado.