Lo mejor de mi vida

Partiendo de la premisa de que intentar vender una comedia romántica en los tiempos que corren en los que la juventud está más interesada en otros menesteres tiene su mérito, De padres a hijas no deja de ser una película mediocre y con tantos fallos que mejor recuperar un clásico de los noventa que perder el tiempo con ella.

Empecemos por su protagonista, Russel Crowe; que más que actuar lo que intenta es ser John Goodman. Lo hace tan bien que hay momentos en que no sabrás muy bien si es uno u otro. ¡Bien por el "bueno" de Crowe!

Las escenas padre-hija desprenden tal melaza que a los 20 minutos de metraje observarás como la pantalla de tu televisor empieza a llenarse de abejas intentado libar. Pobrecitas, lo único que van a conseguir es una sobredosis de iluminación ámbar en las escenas románticas para que la cosa sea aún más pegajosa. Es precisamente esa iluminación el único esfuerzo que vas a ver a nivel fotografía, todo lo demás es tan plano como las actuaciones de Diane Kruger(que no sé muy bien por qué aceptó el papel), Amanda Seyfried(que lleva puesta la misma careta toda la película y Aaron Paul que hace lo que puede con lo que tiene. Mención especial merece la actuación de Jane Fonda que está esplendorosa haciendo de sí misma. Cada vez que sale sólo piensas: ¡Es Jane Fonda!

La dirección es inexistente. No hay nada peor para una película que parezca un estreno TV. Poco hay del director de En busca de la felicidad en este más que alargado film.

La banda sonora tampoco ayuda mucho, lo único que consigue es subrayar los momentos empalagosos más aún si es posible. Recordad, más abejas revoloteando el televisor...

Centrándonos en la trama la cosa no mejora mucho; un matrimonio con una niña sufre un accidente de coche en el que muere la madre, el padre tendrá que dejar a la pequeña a vivir con la familia de su cuñada mientras se interna en un psiquiátrico para superar unos problemitas que le surgen tras el accidente. Al salir tiene que luchar por mantener la custodia de su hija ya que el malvado de opereta de su cuñado quiere quitársela.
Como veis no es ninguna maravilla pero si además le sumamos enormes fallos como la llegada a una fiesta que dan sus cuñados en la que nadie se acerca a él siendo ganador de un Pulitzer, ese inexplicable internamiento de siete meses que no sirve para nada. Unos diálogos ampulosos como el de el del León y la necesidad de ser escritor, la parte laboral de Amanda que además de ser poco creíble no aporta nada y sobre todo como escamotean el desenlace del juicio que era lo único que mantenía el interés. El guión se va desinflando por momentos.

Pero sin duda alguna, donde más vergüenza ajena sentirás será cada vez que oigas a John Goodman...perdón...Russel Crowe llamar 'Patatita' a su pequeña. Verdadera vergüenza ajena.

Para cuando termine, las abejas ya habrán fabricado un panal junto a tu televisor y Vivirán felices y comerán perdices.

Película para los que gusten del almíbar almibarado.

Empieza la película prometiendo ser un drama fuerte, con un estupendo Russell Crowe a la cabeza del reparto, y con momentos en los que saca a relucir sus grandes dotes interpretativas haciendo de un enfermo mental que tiene que cuidar a su hija.
Lamentablemente, cuando avanza un poco más, llega la decepción.
Nos cuenta dos historias separadas en el tiempo, y con eso se echa todo a perder. La parte de Crowe es un drama que podría haber llegado a ser interesante, a pesar de tener poco ritmo y muchas escenas sobrantes. Pero, por otro lado, la historia de la rubia de ojos grandes, Amanda Seyfried, es aburrida y cargada de ñoñería romántica. La chica no lo hace mal, pero su relato es muy poco interesante.
Al final, el resultado no me ha convencido. Lo único que me gusta es ver a Crowe interpretando los ataques que sufre su personaje. Ahí se nota la calidad que tiene siempre este hombre en su trabajo, aunque últimamente no acierte mucho eligiendo sus proyectos.
Cuando parece que la trama va a despegar y a ponerse emocionante con todo lo de la demanda judicial, se rompe todo el ritmo y nos vuelven a molestar con los problemas de la chica. Esta estudiante de psicología, que a su vez va al psicólogo y que dice que quiere reencarnarse en pato, está como una cabra. Me parece que toda la película es un mareo de perdiz, porque no me termina de quedar claro el motivo de su comportamiento y extraña personalidad.
En el fondo, es demasiado cotidiana y a los personajes no les pasan muchas cosas que se salgan de lo normal, con lo cual es una película floja y aburrida. Si nos quitan a Crowe y a Seyfried, podría haber colado como telefilm de baja estofa.

En oposición a las críticas que he visto debo decir que, a pesar de los flashback o el toque "sensible" de la película, Esta es una peli muy personal. Pienso que cada uno la vive en la medida que ha podido experimentar a lo largo de su vida. Es una obra maestra como enlaza la vida de la hija con los acontecimientos de su vida. También es muy notable la importancia que le da a su relación con la niña de la casa de acogida y muchos otros aspectos que hacen que la peli sea sensacional.

El melodrama es la constante en la filmografía del director italiano Gabriele Muccino, sobre todo en esta etapa en Hollywood, donde con películas sobrecargadas de tragedia, dolor y llanto se ha vuelto un referente de las películas especializadas en sacar lágrimas.

En su nueva película Muccino narra la historia de un padre y su hija, Jake Davis (Russell Crowe) es un exitoso escritor ganador del premio Pullitzer que queda viudo y solo con su hija cuando tras una discusión su esposa muere en un accidente en la carretera, que deberá enfrentarse a la hermana de su esposa y su marido, quienes intentan ganarle la custodia de su hija.

En paralelo se narra la historia de Katie, la hija que en la niñez es interpretada con mucha gracia y soltura por la pequeña Kylie Rogers y en su etapa adulta por Amanda Seyfried, ahora una trabajadora social y estudiante de psicología que debe enfrentarse a los traumas infantiles, que le impiden establecer relaciones duraderas que sustituye con encuentros de sexo casual.

Con idas y vueltas en la temporalidad, la película funciona muy bien cuando se narra la relación de Jake y su hija, gracias al buen trabajo de los actores y la gran química de Crowe con la pequeña Rogers, pero que se ve afectada con la aparición de los personajes de los tíos de la chica, villanos de telenovela y unidimensionales, y la sobre reiteración de los achaques del personaje de Russell, que se sienten un tanto exagerados.

Las partes donde se narra la etapa adulta de la chica parece sacada de otra película, con una fuerte carga melodramática, una variedad de personajes secundarios interpretados por actores de renombre como Aaron Paul y Octavia Spencer (y Jane Fonda en la primera parte) y una Amanda Seyfried que no consigue sostener por si misma el relato, echando en falta en esos momentos la presencia de Russell Crowe.

Un melodrama que no esconde sus armas, de manual a rajatabla y excesiva, que busca emocionar de formas no muy nobles y más bien forzadas, que se hace apenas pasable gracias en buena medida al carisma de sus intérpretes.

http://tantocine.com/lo-mejor-de-mi-vida-de-gabriele-muccino/

Una entrega así podría alterar la carrera de Russell Crowe puesto que lamentablemente está dentro de su trayecto cinematográfico como actor. Una película que da pase a bofetadas interminables para los escritores. Es increíble cómo un guion pueda derrumbarse y tambalearse sin saber qué dirección tomar, ya sea la vida promiscua de la hija del protagonista o de los problemas de salud que se tenía que enfrentar el escritor.
Ni hablar del craso error al hacer flash back cada diez minutos en la película que te hacían perder el hilo de la historia.
Lo que sucede con esta película es que ni la vida de un escritor con una enfermedad locomotriz - mental puede reflejar. Única y solamente nos demuestra el barro que suelta con cada minuto en una historia tan abominable como ésta. Fácil puede uno con esta película hacer un recorte de escenas y quedarse con útiles 50 minutos o una hora para hacer mejor historia. Ya no digamos excepcional.
Totalmente deprimente.