El poder y la avaricia

Una escenografía que invita a revivir vívidamente todo lo que estos grandes tigres de wall street vivieron en los 80s y/o viven actualmente, lo que más me ha gustado ha sido eso, las lujosas oficinas, los trajes y Daryl Hana... (amor pueril). Luego nada. Ver spoilers.

Hay que reconocer que nuestro amigo Oliver tiene buen tino a la hora de escoger temas de interés, e incluso también destaca cuando se trata de idear historias más o menos atractivas en torno a dichos temas (suponiendo que él sea el responsable de tales menesteres, que lo desconozco). Pero para de contar, el personaje no da más de sí.

Esta película sigue el patrón habitual que el afamado director repite con asiduidad: el guión es estúpido, incapaz de desarrollar de manera sólida la idea que se desea transmitir, con frecuentes giros inverosímiles; el desarrollo de los personajes es superficial y poco trabajado; y los actores son horrorosos, en especial la pareja protagonista.

Una basura sin paliativos, digna de la época a la que pertenece.

Aparte del gran Frank Sinatra, la música es horripilante. Sólo Michael Douglas y la fotografía sostienen una película normalita que no logra conectar con el espectador, la trama es necesaria para que conozcamos como actúan las multinacionales e incluso se agradece que haya películas que denuncien, pero que estén mejor hechas. Las historias del padre y de la novia están hipermegaforzadas para acompañar a la trama principal.

Doctor Hackenbush.

Teniendo en cuenta que Michael Douglas no es más que un juanete de lo que fue su padre y que Charlie Sheen le sacas de Hot Shots y no sabe lo que hace, te encuentras con 2 horas de absoluto aburrimiento, donde cabe destacar en el guión, alguna frase de Sun Tzu y estúpidos datos de La Bolsa entre compras y ventas.


Dedicar 2 horas de tu tiempo a ver cómo un topo excava su madriguera es mucho más recomendable.