A Place on Earth

Dura, muy dura de ver y digerir. Sus cien minutos de metraje son un descenso a los infiernos, lento, maloliente, siempre frío a pesar de apostar por el calor humano como único alimento posible entre tanta destrucción. Cámara en mano, con una fotografía en blanco y negro siempre pegada a las pieles costrosas y a los harapos, Aristakisian nos introduce casi físicamente en ese sucio edificio abandonado en el que un líder que fue carismático, ha ido recogiendo (último paraíso perdido) a mendigos, enfermos psiquiátricos abandonados en las calles, sin techo... para ofrecerles la regeneración de su autoestima a través del amor y del sexo.Un visionario refugio devorado por los demonios que genera.
Farragosa a veces, desmedida, reiterativa, siempre impactante y dolorosa, Mesto na zemle es, a la vez, una experiencia y un experimento, Irregular, ambiciosa, valiente, gélida...