Mi novio está loco

De Allan Dwan, curiosamente, hablan muy bien los libros de cine y los críticos "de verdad", aunque yo todavía no he visto nada destacable en su cine sonoro. "Mi novio está loco" es una película más bien flojita con, digamos, una idea interesante, un guión muy poco imaginativo (Brewster sólo se dedica a soltar su dinero a todo aquel que pase a su lado) y un protagonista cuya vis cómica deja mucho que desear. Es éste el principal error, pues en el personaje de Brewster está la clave para que la alocada farsa funcione. Como Dennis O' Keefe ni nos cae en gracia ni es gracioso, asistimos indiferentes al desarrollo de la extravagante historia, predecible en todos sus detalles, con demasiada tontería y escaso ingenio. Y si no, pónganse "El millonario" (1953) de Ronald Neame, y comparen.

Divertidísima comedia del prolífico Allan Dwan, uno de los directores pioneros en la industria del cine. Su argumento se resume en el que un joven recibirá una herencia de ocho millones de dolares a condición de que gaste uno en el plazo de dos meses. Esta premisa le da al film una situación de escenas cómicas una detrás de otra en las que el protagonista se las ve y se las desea para desembarazarse del millón de dolares. El reparto no posee caras muy conocidas pero todos cumplen perfectamente con su papel. En 1985 se rodó un remake (El gran despilfarro) a cargo de Walter Hill con Richard Pryor de protagonista con resultados muy inferiores. (defenders of the faith).

Divertida peripecia que juega con la intrascendencia de un argumento sencillo para que la pantalla se vista con las galas de un humor ingenuo y muy atractivo.
Gracias a una factura cinematográfica consistente y a una presencia actoral de altura relevante, la estrafalaria comicidad de la trama -en un contexto de historia locuela- se erige en verdadero baluarte cómico y en centro de atención que el espectador no quiere abandonar.
El relato resulta fluido, sugerente, nunca pierde intensidad narrativa y cada escena sitúa la acción en una dinámica de constante sorpresa al que resulta difícil volver la espalda.

Adaptación al cine de la novela “Brewster´s Millions”, escrita por George Barr McCutcheon, y que ya había sido versionada por el cine mudo en 1914 de la mano de Cecil B. De Mille y Oscar Agfel; en 1921, por Joseph Henabery, con el cómico Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle de orondo protagonista; y una versión de 1926.

Después volvería a ser llevada al cine como El gran despilfarro (1985), de Walter Hill, al servicio del histriónico Richard Pryor. La versión que nos ocupa es de las más divertidas, sobre todo por las peripecias que debe pasar Dennis O'Keefe como un multimillonario –el Brewster de su título original– que deja una herencia a su nieto con la condición de que, antes, despilfarre un millón de dólares en el plazo de dos meses. Las diferentes y sucesivas situaciones que se dan ofrecen mucho juego a la historia y dispara las risas de los espectadores con reiterada frecuencia. Situaciones dispares y de lo más caóticas, incongruentes e inverosímiles. Nominada mejor banda sonora. Un 6,5.