Prison School: Mad Wax (C)

Por fin se abandonan los muros, los fríos y mugrientos rincones quedan atrás y dan paso a taburetes encerados; se puede respirar aire puro...tanto mejor si está mezclado con el aroma que desprenden las pieles de las alegres jovencitas.
Así debe oler la libertad.

Ahí se quedó la que fue una de las mayores sorpresas de la temporada verano-otoño de 2.015 en cuanto a series de animación niponas; "Kangoku Gakuen" barrió en audiencia y no tardó en extenderse al resto del Mundo a pesar de lo controvertido y transgresor de sus temas e imágenes, donde las clásicas guerras de sexos situadas en centros escolares se retorcían y elevaban a niveles de odio, violencia y bizarro erotismo tal vez nunca antes vistos. Tuvo la suerte de contar con un trabajo de guión que plasmó fielmente el estilo del cómic de Akira Hiramoto y la sólida dirección del veterano Tsutomu Mizushima.
Sin olvidar, claro está, un equipo de "seiyus" inmejorable para transmitir las viscerales emociones de cada uno de los personajes. Al finalizar la emisión el manga prosigue por su 18.º volumen, el cual está tomando unos caminos en cuanto a historia y carácter de los protagonistas (en especial ese "trío amoroso" formado por Kiyoshi, Chiyo y Hana) que en general no agradan a los fans...y antes de que termine ganándose su desprecio por dichos cambios, un DVD es lanzado aprovechando la publicación del 20.º volumen, a comienzos de 2.016.

Pero en él se adapta, curiosamente, una historia muy anterior, "Mad Wax", en concreto la que vendría justo después del último episodio de la serie, cuando nuestros héroes salen de la cárcel y otras son obligadas a cumplir condena, ese trío de zorras malvadas que se han ganado el odio de todos; ahora Mari, Meiko y Hana, subyugadas al poder de otro consejo de estudiantes, lamerán los barrotes y comerán tierra (y un servidor espera que lo hagan en cantidades). Lo que acontece en este OVA son las inmediatas consecuencias de la liberación de Kiyoshi, Shingo, Takehito, Reiji y Joji.
No es que se produzcan escándalos de ningún tipo, de hecho, con el paso del tiempo y asumiéndose las injusticias que sufrieron, los chicos se han vuelto populares entre las féminas, con los dos primeros disfrutando de sus noviazgos con Chiyo y Anzu; como vemos, bastaba sólo un poco de comprensión para que se superasen las barreras de la timidez y la desconfianza, impuestas a través del miedo por Mari y sus secuaces (dejando en el aire un interesante comentario sobre cómo la misma opresión e influencia femeninas llegadas de un peligroso extremo pueden generar odio entre ambos sexos...). De todos modos la trama se centrará más en Takehito y Joji.

Siempre fueron los más interesantes del grupo y aquí podemos disfrutar de instantes magistrales junto a ellos, entre los tiernos inicios amorosos del primero con Mitsuko, otra torpe fanática de la Historia antigua; mientras aquí se da una comedia de aires románticos, donde no pueden faltar los clásicos toques picantes, la cara más oscura y dramática de la serie (sin dar de lado al humor hilarante) emerge por medio de la angustia que embarga al segundo, perfecto ejemplo de la adaptación del hombre al ambiente de la prisión cuando fuera de ella no tiene nada a lo que aferrarse.
El duro dilema que mantiene Joji en base a la cuestión "¿Y ahora qué?" alcanza grandes momentos de tensión psicológica gracias a esa habilidad innata de Mizushima en la creación de atmósferas. Todo ello, como no podía ser de otro modo, da pie a que se desate la irreverente y gamberra locura tan usual en el estilo de Hiramoto; las vueltas de tuerca que no deja de dar el guión en los escasos 20 minutos del capítulo son dignos de elogio, llegando a un tremendo clímax que otra vez pone de manifiesto que Reiji es el personaje más afectuoso y puro del quinteto masculino.

Una lástima que la serie no continuase adaptando el cómic, aunque visto el modo en que fue degenerando está mejor como está...