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Omar

Drama. Thriller. Romance Omar es un joven palestino que está acostumbrado a esquivar las balas de las tropas que vigilan el muro de los territorios ocupados para visitar a Nadia, su amor secreto. Pero cuando un día es capturado tras una acción de resistencia, empieza un letal juego del gato y el ratón con la policía militar. Las sospechas y la traición hacen peligrar la relación con sus dos amigos de la infancia, Amjad y Tarek, el hermano de Nadia. Los ... [+]
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
20 de julio de 2014
34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La turbiedad de un conflicto sin fin, la tragedia de no ser libre y moverte a tus anchas, el drama de necesitar el disimulo, la correosa miseria de estar rodeado de violencia, muerte y argucias, el infortunio ponzoñoso de ser engañado y sucumbir a los ardides y añagazas de los demás, la catástrofe de vivir preso del deseo, la calamidad de verse abocado a ser un mero pelele en manos de los demás, títere sin cabeza, despedazado por la desventura.

Además todo momento histórico nos condiciona y aprisiona creando un marco de referencia indeleble que nos arrastra e impregna y de cuyas garras es imposible escapar. Por titánico que sea el esfuerzo o el empeño, somos prisioneros del presente y, nos guste o no, tenemos que convivir con la realidad, por desleal que sea, por injusta que parezca, por atroz que se nos manifieste. Vivir en un territorio ocupado, bajo la tutela militar de fuerzas ajenas, bajo la no menos arbitraria manipulación de tus correligionarios, todo se vuelve falible, endeble y fugaz si perdemos la confianza y nos estrellamos ante el muro de la adversidad.

Esta cinta palestina está muy bien trabada, con un guión férreo y sagaz, urdido con material inflamable pero sin caer en la exageración o el tópico, con un desarrollo firme que encauza el drama sin remisión ni titubeos, donde cada golpe se clava en la retina, abocando a sus personajes a un calvario que deviene en aquelarre cruento, en festín de las desdichas. Lo mejor es que el guionista y director toma partido por sus protagonistas y no hace estériles banderías políticas: lo importante son las personas y sus desgracias, sin por ello obviar un retrato punzante y preciso de la encrucijada en la que se encuentran inmersos.

Hay ecos de Otelo en esta odisea – sobre todo del terrible Yago – que siembra la duda y emponzoña el corazón hasta nublar la vista y anular las entendederas. Porque creer lo increíble es el origen de toda perdición: perder la ilusión, perder la esperanza, perder la certeza, perder la vida. Todo está encadenado y el descenso a los infernos no tiene marcha atrás.

Poderosa y muy recomendable cinta llena de aciertos, destreza y parabienes que además puede servir para lanzar la carrera de su protagonista, un atractivo y magnético Adam Bakri, que lleva con loable solvencia todo el peso de la trama. Potente y turbadora.
antonalva
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14 de julio de 2014
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio de esta película vemos que las mismas manos del protagonista que amasan pan, luego son las que cogen fuerzas para ir al otro lado del muro que le separa de su amor. Años después de "Paradise now" en la que contaba la historia de dos soldados en misión terrrorista, Hany Abu Assad vuelve a ganar prestigio en festivales y a ser finalista al Oscar en la categoría de película extranjera con este preciso retrato de un joven atrapado por sus convicciones y amigos por ser un palestino que ve cómo los israelíes se apoderan de su territorio, el chantaje al que la policía le somete y el amor inocente y puro que siente por Nadia, que se convertirá en una decepción. En este sentido, hay que destacar que, al contrario que en otros films, la historia de amor no redime o hace más fuerte a la lucha de los personajes, sino que no puede tener un buen desenlace en las condiciones duras en las que ha surgido. Y es que la descripción social del conflicto es muy creíble, pero además la intriga con la que el director desarrolla la película hace que en todo momento el espectador mantenga el interés por lo que sucede, no hay una escena de sobra. Cuenta con actores sin experiencia, que potencian la verosimilitud y naturalidad con la que se suceden los hechos, (además de si pueden verla en versión original), entre los que hay que destacar a Adam Bakri y a Leem Lubani, además del actor W. Zuiaiter que sí tenía experiencia que encarna al policía que confía en la colaboración del protagonista.Y es que el tema central del film es la confianza en las relaciones personales. Lo que empieza con algún chiste entre amigos y una bonita pareja que se ve a escondidas, acaba en desilusión y con el protagonista que en el último momento actúa y no podrá volver atrás. Produce esta propuesta en el espectador una fuerza e impacto pocas veces visto en el último cine. Muy recomendable, una de la mejores de lo que va de año.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Josh Diaz
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6 de agosto de 2014
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En nuestro tiempo, los conflictos se miden habitualmente por los datos de muertos y heridos que publican los medios en sus portadas. Este método de evaluación ha hecho que la sociedad ya no vea en las noticias a las personas que padecen las guerras, solo hay números y frases hechas analizando la tragedia. En el momento en el que estalla otra revuelta violenta a millones de kilómetros, las noticias se trasladan de país pero mantienen las mismas palabras, cambiando unos números por otros. Los seres humanos han pasado a un segundo plano en gran parte del periodismo desde hace años. Por suerte, no todo se conoce gracias a estos diarios. El arte y los creadores han sabido tomar el relevo y ofrecer a los ciudadanos las herramientas para ser críticos, inconformistas y estar siempre cerca de las personas y no solo de las cifras catastróficas.

Omar, de Hany Abu-Assad, es una de esas películas que nos enseñan a conocer mejor las mentalidades que han llevado a una batalla sin fin, que de forma cíclica aparece en los telediarios. Fuera de la banalidad con la que habitualmente escuchamos tratar la situación de Israel y Palestina, el director se introduce en las debilidades de pueblos atrapado por una espiral de violencia. La obra no pretende ofrecer una mirada esperanzadora, busca plantear claramente los errores que se comenten una y otra vez, y mostrar la opresión que impide evolucionar a las víctimas de uno de los conflictos más crueles de nuestra época.

El protagonista del filme, Omar, es un joven acostumbrado a vivir perseguido por haber nacido en un lugar concreto. Ama como cualquier otro joven, tiene ilusión por el futuro, pero se ve avocado a una situación de lucha heredada desde hace años. Para poder analizar los enfrentamientos es necesario acercarse a la mentalidad de las personas. Hay que mirarles directamente a los ojos para conocer cómo piensan y sienten, si no seguiremos leyendo cifras que desde hace tiempo no representan a seres humanos.
msuarezpamplona
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8 de mayo de 2014
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El deseo incontrolable de vivir y amar, pasiones preciosas y espontáneas cultivadas a fuego lento nacidas de un espíritu íntimo y cautivador, seducción rota y destruida por una infame amistad, un despreciable egoísmo que realiza una matanza indiscriminada de los sueños de toda una vida, ilusiones perdidas por una mentira, engaño destructivo que aniquila y destruye al ser más inocente y bondadoso; la pureza de una mirada enamorada, el incansable ánimo de un corazón que late por su amada, la inmensa esperanza de quien se siente correspondido, rabia incontrolable de quien no participa de tan hermoso nacimiento, atroz y poderoso odio de quien es traicionado, vejado en su inocencia más sublime, un camino sin retorno ni excusas que alegar al infierno más indeseable y mezquino. Impresionante e impactante relato de fuertes y potentes emociones, sentimientos de gran intensidad y coraje sentidos con una maravillosa magnificencia, un asombro difícil de digerir y una gratitud emocionada, inmensa y honda emoción por una historia humana, unas interpretaciones veraces y una notable dirección para un relato auténtico y mordaz con esquivos y terribles acontecimientos que esconden una deslumbrante maldad, perpetuo odio que va creciendo hasta devorar un sano y bello interior. Un filme exquisito de gran delicadeza y pasmada brutalidad, espíritu indomable que sólo cae y se derrumba ante la pérdida de su alma gemela, anulación de toda posibilidad de alegría y felicidad, frustrada esperanza de un paraíso mancillado por un temor interior súbitamente confirmado, miedo que alimenta perturbadoras obsesiones que nublan la mente y matan al corazón. No te dejará indiferente pues altera todo tu ánimo y seduce todo tu corazón; imposible dormirse o aburrirse ante un inicio suave y juvenil, calidez de una ternura intacta, evolución hacia una torpeza indiscriminada y doliente de graves consecuencias y un final abrupto, tosco y abrumador para una vida que no fue y pudo haber sido. Disfruta de un cine de sentimiento y emociones, de gran afinidad para con un personaje que sonríe menos que llora, que sufre más que se emociona, un tormento y unas lágrimas soportables por un fugaz y leve contacto con su amada, motor que soporta y mueve todo su ser, un alivio para todas sus penas.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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4 de julio de 2014
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El telenoticias vuelve a abrir con lo mismo del otro día. Y no es para menos. Ha vuelto a suceder. Una vez más. Y van... ''Nuevo estallido de violencia en Oriente Próximo'', reza el titular. Lo habrás leído como mínimo en otras mil ocasiones. A uno deben acabársele las palabras, la combinaciones... todo. Y lo entiendes, porque llega un punto en que ya no sabes si estás viviendo en un -terrible- déjà vu permanente o si, por increíble que parezca, la situación sigue yendo cada día a peor. Sigue el relato de la noticia, y la voz notablemente agotada del periodista (como para no estarlo) cuenta que una multitud furiosa de palestinos la ha tomado con un compatriota suyo al que han confundido con un ciudadano israelí. La brutalidad de las imágenes sólo es superada por el contexto en el que se han dado. La historia de la región hace demasiado tiempo que está escrita con sangre, y los sucesos más recientes tampoco invitan al optimismo. Cohetes mortíferos, secuestros, redadas... muerte en un bando y en el otro.

Las futuras víctimas de esta vomitiva carnicería se confunden las unas a las otras. Lo mismo te sucede a ti, que lo estás contemplando desde la seguridad y confort de tu hogar. Apagas la tele y ya ni siquiera eres capaz de asegurar quién es quién. ¿Un comerciante hebreo cualquiera ha sido atacado por gente de su pueblo porque le han tomado por un yihadista? Imposible asegurarlo, pero podría ser. Y si no ha ido así, seguro que en algún momento u otro de esta macabra locura se ha dado algún episodio como el que ahora mismo ronda por tu mente. Nada nuevo en este aberrante desastre llamado Israel. Siguen los ataques, las construcciones más bochornosas y el más deleznable desprecio por la tontería esa de los Derechos Humanos. El horizonte sigue estando ocupado por nubarrones negros: la diplomacia está estancada y cada vez que hace el amago de avanzar, no hace más que empeorar las cosas. Los intermediarios se muestran igualmente ineptos y la Comunidad Internacional, en general, sigue apartando la vista, que el espectáculo es demasiado desagradable.

Normal que el periodista se repita con los titulares, porque a estas alturas, y a falta de novedades en el frente, ¿queda algo nuevo por contar? Con esta amarga reflexión despedíamos la última incursión (llegada a nuestro territorio) por parte del cine en el interminable conflicto palestino-israelí. 'El hijo del otro', de Lorraine Levy, a pesar de proponer un extremadamente peliagudo caso de paternidades cruzadas, no conseguía llegar al nivel subcutáneo quizás por la razón ahora comentada. En el año 2014, y perdón por el escepticismo, ¿se puede aportar a la causa algo más allá de un -necesario- titular tan machacón como machacado? Por suerte para todos, Hany Abud-Assad opina (y demuestra) que sí. Después de hacernos pasar ''veinticuatro'' horas en la cabeza de un kamikaze en la sobrecogedora 'Paradise Now', y justo cuando habíamos vuelto a creer que después de esto, ya no podía añadirse nada más, este palestino con ascendencia israelí se supera da un salto cualitativo a todos los niveles.

En el edén de las barreras... 'Omar' es, a simple vista, un capítulo más en este terrible cuento de terror de nunca acabar. Un joven de complexión atlética se juega literalmente la vida cada vez que va a reunirse con sus amigos y con la chica de la que está perdidamente enamorado. Recordemos, estamos en el país de los muros de las vergüenzas, donde un billete en primera clase para pasar de un lado al otro implica confiar la integridad física a una cuerda que va a ceder en cualquier momento... y rezar porque ninguna bala de francotirador tenga la mala suerte de perforar tu cuerpo. Así empieza lo nuevo de Abud-Assad, quien se confirma desde estos nuevos primeros pasos como un maestro escalador, capaz de sortear, burlar o directamente derribar cualquier obstáculo (y en la tierra de donde viene, como ya sabemos, no hay precisamente pocos). Suyo es un cine que, sin grandes alardes, consigue causar un profundo impacto. El excelente estado de forma físico es evidente; el dominio de la técnica fílmica también. Inconcebible, pero la salud mental es también envidiable.

Y es que en este sanguinario manicomio parece que sigue habiendo voces capaces de hablar con la fuerza y rigor necesarios para alcanzar la categoría de necesariamente imprescindibles. Voces a las que, en definitiva, hay que escuchar. Omar va a ver a sus colegas de toda la vida, y a flirtear con la chica de sus sueños, sí, pero también se dispone a preparar un atentado contra las autoridades israelíes. Y volvimos a topar. Lo que sigue son los titulares de toda la vida (''Disparos'', ''Explosiones'', ''Contraataques'', ''Traiciones''...), solo que para ir de uno al otro, vamos a transitar por las cloacas que la luz de los focos mediáticos no pueden / quieren iluminar. La auténtica proeza de Hany Abud-Assad consiste en exponer de forma entendedora y contundente la cruel lógica que en este entorno nos lleva del punto A al punto B. El ''Qué'' (que tanto creemos conocer) deja paso al ''Cómo''. 'Omar' no es sólo un muy satisfactorio filme de denuncia (más bien de exposición sin concesiones), es un impresionante ejercicio de precisión cinematográfica, cuyo máximo responsable es consciente de que para ser creíble (ahí está el reto) tiene que tocar muchas teclas... y en la justa medida cada una de ellas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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