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Two Players from the Bench

Comedia La sentencia dictada por parte del Tribunal Internacional de La Haya contra el general croata Ante Gotovina (detenido en Canarias en 2005) sirve al realizador Dejan Sorak para construir esta comedia: El Tibunal de la Haya ha dictado sentencia contra el coronel Skoko, héroe para unos, criminal para otros. Los dos principales testigos de su defensa están desaparecidos. Los defensores de Skoko buscan ahora a dos hombres que se les parezcan ... [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
18 de febrero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más vuelvo a llevarme una grata sorpresa con la curiosa y variopinta cinematografía de los Balcanes, plagada de enfoques diversos a cual más atrevido. Una vez más tengo que agradecer a mi querido amigo Vozidar su inestimable labor a la hora de dar con estas obras. El director en cuestión, Dejan Sorak, no es ningún recién llegado al gremio, pero ninguna de sus obras ha parecido trascendir mucho más allá de las limitadas fronteras de la propia Croacia (y, antes, Yugoslavia). Sea como fuere se puede decir que aquí da de lleno en la diana. No hay ninguna duda que el caso que la figura que en no poca medida sirve como inspiración al film de Sorak es la del archiconocido general Ante Gotovina que, precisamente, fue capturado en Tenerife el mismo año en que fue presentada la obra. Éste se opuso durante muchos años a reconocer al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y, de hecho, pasó a la clandestinidad en 2001. No obstante el director va a elaborar un producto muy personal, dando lugar a un guión excepcional explotado casi al cien por cien de sus tremendas posibilidades por unos actores que rayan a un altísimo nivel (a destacar la actuación de Goran Navojec como Ante Jukic y Borko Peric como Dusko Katran, ambos protagonistas).

La película contiene toda una serie de cuestiones fundamentales para la comprensión de la historia reciente de los Balcanes, todo ello desde la particular visión del director - muy acertada, si se me permite decirlo. Una guerra - ya lo dijo Durkheim y, más recientemente, Enzo Traverso - es una orgía de violencia, similar a un carnaval sin máscaras. Algo como lo ocurrido durante la disolución de Yugoslavia no sólo depende de la participación de militares y criminales, llevados tanto por ambiciones personales como por delirios de grandeza nacionalista; hace falta también la connivencia absoluta de una sociedad al completo. Por eso salta a la vista en las imágenes iniciales de la película el rechazo diametral de un grupo de parroquianos en un bar de carretera al Tribunal de la Haya y su apoyo incondicional al coronel Skoko (se trata de un personaje figurado que serviría como paradigma para otros casos como el del propio Gotovina o Mladic), perseguido por la justicia por crímenes de guerra. Esto nos da una idea bastante preclara de la diferencia existente entre el discurso consumido en Occidente en torno a los perpetradores de crímenes en Bosnia o la Krajina durante los años 90 y la que se ha construido en sus países de origen. Mientras para nosotros son criminales para ellos son héroes, hijos predilectos de la patria. De ahí que - unido a otras desatinadas acciones - muchos observen el papel de Occidente en sus respectivos países como una injerencia fuera de lugar fomentada por su supuesto desconocimiento respecto a la realidad. Aquella fue su guerra y no desean que nadie escarbe en ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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