Amores locos

Rodada en Madrid, Ciudad de la Luz (Alicante) y Brujas. Ganadora del Premio Jurado Joven en el Festival de Málaga 2009.
Escrita, dirigida y co-producida por Beda Docampo.

La película parte, a priori, de un argumento interesante: una azafata joven (Irene Visedo) que trabaja en el Museo del Prado sufre un desvanecimiento cuando ve a Enrique (Eduard Fernández) observar un cuadro flamenco del siglo XVII. Pronto se conocen y ella le confiesa que tiene visiones relacionadas con esa pintura. Enrique, que es psiquiatra, accede a tratarla médicamente.
Todo el protagonismo recae en Irene Visedo, poseedora de una gran intensidad y solidez en su interpretación, demostrando que está preparada para éste y otros proyectos de mayor envergadura.
Por su parte, Eduard Fernández es un psiquiara soso, apático, que está atravesando una crisis matrimonial con la siempre solvente Cuca Escribano.
La peli muestra realidad y fantasía, drama y pequeñas gotas de intriga. En esto último radica el acierto y el fallo del film. El misterio que rodea al cuadro (sin duda la base de toda la trama), da juego hasta cierto punto en que se desmonta quizá de manera demasiado precipitada, por lo tanto, pierde emoción.
El tema de la cinta, en el fondo, es la soledad; la chica que vive con su abuela, el psiquiatra con problemas conyugales, su hermana que no encuentra al hombre que la haga feliz, el amigo psiquiatra que sale con prostitutas,…

Los actores secundarios lo componen un selecto grupo de actores consagrados como el “roba-escenas” Carlos Hipólito (único personaje que tiene un punto de comedia con su novia húngara), la polifacética Marta Belaustegui, la imperdurable Marisa Paredes y la ya mencionada y seductora Cuca Escribano.
A destacar la música, escasa pero buena, de Juan Bardem, adornada con varias piezas clásicas como “La flauta mágica” o “Andante ma non troppo”.

Todos estos ingredientes deberían ser más que suficientes para que funcionara de manera satisfactoria, además de tener un trasfondo “cultural a la vez que misterioso” poco visto en el cine español. Sin embargo, más que el guión, pincha la realización, lastrada por un montaje poco dinámico y un ritmo contenido, a veces lento en su desarrollo que hacen que el film no alcance cotas mayores.

Aunque al parecer no ha tenido mucha repercusión, Amores locos es una película bastante interesante porque nos ofrece algo nuevo y por ese sugerente papel que juega la pintura en la trama. La historia está bien desarrollada, sin giros extraños o forzados. Te va atrayendo poco a poco desde su inicio a la par que crece el interés por la obsesión de la protagonista y por saber qué ocurrirá al final.

En cuanto a los personajes, destaca sobre todo Julia, su protagonista femenina, muy bien interpretada por Irene Visedo, con ese aire enigmático y misterioso, y de la que sólo conocemos su obsesión por el cuadro. El personaje de Enrique (Eduard Fernández) me parece demasiado contenido, creo que le falta algo de fuerza a su interpretación. Y en cuanto a los demás secundarios y sus respectivas historias, con las que la película incide en el tema de los amores obsesivos, no son especialmente interesantes. Creo que la trama principal daba por sí sola suficiente juego para recrearnos con las sugerentes visiones de Irene, con su relación con Enrique, con la historia del cuadro y con su propia historia. Elementos interesantes no le faltan, pero creo que podría haber sido mucho mejor.

Con aires de cine clásico Beda Docampo nos presenta “Amores Locos”, un paseo por mundos antagónicos pero que se acaban confundiendo unos a otros, para acabar recibiendo ayuda mutua los unos de los otros.
Irene Visedo, es una chica que trabaja como vigilante de la sala de pintura flamenca en el Museo del Prado, allí en su imaginación descubre que ella forma parte de una pintura del siglo XVII, a partir de ahí configura una historia, en la que acaba centrando su vida. El contrapunto a este Quijote femenino creado por el autor de la película, es un psiquiatra, que interpreta Eduard Fernández, especializado en las pasiones delirantes. Fernández construye un personaje contenido, con una clara evolución y que en su confusión saca la parte más humana. Tanto Julia como Enrique, son dos regalos para cualquier actor, con el que ellos responden con maestría.
Pero la historia se refuerza con unos personajes de apoyo, que son las personas que rodean el día a día de los protagonistas. Marisa Paredes es la abuela de Julia, que se encarga de ir deshilando parte de la historia. Carlos Hipólito y Marta Beláustegui, sus personajes dan ritmo a la historia, amenizando a base de humor la película. Hipólito, es un cirujano un tanto especial, en el cual también se vislumbra cierto trastorno en la parte del cerebro que se ocupa del amor, que siente hacia una extraña mujer que interpreta Eva Pallarés.
La idea general que transmite la película es que cada persona se agarra a diferentes cosas para hacer que la vida tenga sentido y en ese devenir van apareciendo personas que interactúan, unos se aferran a cosas mas reales y otros tiramos de la imaginación.
En definitiva, “Amores locos” es una fusión acertada de drama romántico con toques fantásticos, contada y presentada con corte clásico, que se refuerza con un guión sólido y unas interpretaciones contenidas, justas de medida. De haber contado con una mayor factura técnica podríamos encontrarnos ante algo espectacular.

Lástima que el film va perdiendo fuelle en su segunda mitad. Las tramas secuendarias son interesantes, y la principal también lo es, aunque parta de una casualidad demasiado grande. Para no destripar nada, digamos que es como si el protagonista fuera un especialista en arquelología egipcia y en el jardín de su casa descubriera restos egipcios.

A juzgar por la sinopsis, puede parecer una película un tanto absurda y que abusa de la fantasía para llenar los huecos que el propio guión deja. Sin embargo, no es así, la historia tiene coherencia de principio a fin, con interesantes reflexiones sobre el amor incluidas.
Además tiene toques de humor y las explicaciones de los cuadros no tienen desperdicio.

En resumen, no es una obra maestra, pero sí una película entretenida, fácil de ver y con una buena historia que contar.

P.D. La ví en su estreno en el Festival de Málaga y al terminar recibió los aplausos de la mayoría del público.