The 25th Reich

Coctail que nos da como resultado este disparate con todas las de la ley. Sabe llevar el tono de serie b a la perfección, y hasta se da el lujo de presentarse en un tramposo envase serio (casi hasta la mitad de la peli se sentían aires sobrios, como los diálogos, junto a serias actuaciones y hasta una secuencia de suspenso, la víbora y la telaraña, que no tiene nada que envidiarle a ningún thriller).

El secreto del cine clase b no necesariamente se centra en los pocos recursos técnicos: es un cine de puro disfrute desquiciado, de puro retorcimiento, de cero exigencias narrativas. The 25th Reich sabe de lo que habla, y sus influencias se retrotraen a la ciencia ficción de los años 50. Es coherente en su incoherencia, y satiriza al cine comercial: "quisiera ser actor de Hollywood". Una trompada a la nuca.

Algo es seguro: ninguno de esos actores pretende escalar posiciones. Esto es otra cosa, difícil de evaluar y fácil de disfrutar una vez que le has pescado la onda.

1943, Australia. Un grupo de cinco soldados estadounidenses está en la inverosímil misión de capturar o asesinar un par de pumas que se les escaparon durante la ceremonia de la llegada de la infantería, eran sus “mascotas”. Cargan consigo un artefacto que supuestamente emite sonidos que los atrae, sin embargo, este provoca un cambio repentino que los lleva a viajar millones de años en el pasado a un mundo primitivo.

Ahora, deberán hacer frente a especies extintas hace muchos años, animales de un tamaño gigantesco, como si eso fuera poco el grupo comienza a tener fuertes rencillas entre ellos, situación que va generando graves problemas, y eso no es todo, aun la sombra de Hitler y los Nazis les seguirá persiguiendo, ahí y cuando vuelvan a viajar en el tiempo.

The 25th Reich es una mezcla entre cine bélico y ciencia ficción, explorándose bajo la impecable sombra del cine serie B, que acá alcanza niveles insospechados. Lo divertido de la película, que es bastante sufrible, es que se toma muy en serio, por ejemplo, en la música a cargo de Ricky Edwards, grandilocuente y enérgica, o propiamente el guion, escrito por Amis y el actor Serge De Nardo.

Esa seriedad es un punto interesante, ya que lo absurdo de la historia y las situaciones poco ayudan, especialmente en el último tercio donde ya roza lo ridículo y hay una escena tan innecesaria, como inesperada y de pena ajena, todo es peor sí se le suma una innumerable cantidad de chistes pésimos entre los personajes.

Lo absurdo es esperable en una obra de este tipo, este es el motivo que mueve a estos largometrajes, pero bajo esa perspectiva tampoco se pueden ocultar falencias tan emergentes, por más que no se quiera tomar en serio son varios los momentos impresentables.