El precio del perdón

El tema tratado es demasiado serio como para tomarse esta película en serio, valga la cacofonía. Más allá de la falta de contexto, es decir, de no hacerse una mínima síntesis de la ubicación geográfica y política del apartheid, e inmediatamente ubicar la figura de Desmond Tutu como si se usara un calzador para que entre a fórceps en la trama, incluso a pesar de la muy poco creíble transformación de las atrocidades en arrepentimiento y en la súplica de redención, el problema aquí es —extrañamente— la participación de Forest Whitaker.

No tengo idea cuánta responsabilidad le cabe a Roland Joffé, pero la composición que se hace del personaje protagónico es francamente ridícula. ¿De qué se ríe y sonríe permanentemente Whitaker? ¿A qué se debe esa expresión de dulzura y condescendencia? ¿Esa mirada "profunda", esos ojos "luminosos", ese rictus facial de alegría y gozo, son responsabilidad del intérprete o fueron marcadas por la dirección?

Pero, además, la caracterización de los maquilladores con una inefable prótesis de nariz gigantesca y una parruqueta que parece ser un trapeador de piso adosado a la cabeza del actor ni siquiera provoca risa. Da pena y vergüenza ajena.

Con gran parte del metraje hablado en afrikáans y el resto con un inglés que parece ser pronunciado por turcos otomanos (en mi país, por suerte, por ahora casi todo se proyecta en VOSE y no doblado al español), las dos horas de duración se hacen interminables. Los hilos dramáticos que maneja la trama quedan absolutamente desdibujados ante el increíble fallo de casting, de interpretación, de dirección, o vaya a saberse de quién es la responsabilidad de este desastre.

Irregular film que trata el tema del apartheid que a partir de la presidencia de Mandela se formó una comisión presidida por el arzobispo Desmond Tutu en donde se investigó las atrocidades cometidas a la gente de color y en donde se le dió la posibilidad de arrepentirse a aquellos torturadores que tanto mal hicieron a ese país. La trama se enfoca en las conversaciones de Tutu con un desalmado hombre que esta en la cárcel al que aparentemente poco le importan las muertes que provocó. Por supuesto tiene fallas ya que del odio al arrepentimiento casi no hay medias tintas sumado además al trabajo de un Forest Whitaker (como Tutu) que tiene una mueca sonriente aún en los momentos mas dramáticos de la película. En síntesis es un film que podría haber sido mejor aunque es valorable su esfuerzo por mostrar la otra cara del ser humano.

Roland Joffé ha tenido una carrera de lo más curioso. Igual hace un biopic sobre el fundador del Opus Dei que una maravilla como La Misión, o una agradable cinta de época como Vatel, o la emotiva y comprometida La ciudad de la alegría. Esa es una característica de su cine, sin duda, el hecho de que las historias que cuenta siempre o casi siempre sean comprometidas y pretenden transmitir un mensaje. En esta ocasión, se trata de una historia real, de tantas que ocurrieron durante a Sudáfrica del apartheid, una auténtica película de terror que nos hace reflexionar sobre las monstruosidades de las que somos capaces los seres humanos con nuestros semejantes. La película está bien, es entretenida, y sin duda resulta impactante, aunque sin duda le falta un guion más elaborado y un ritmo algo más ágil.
Buen trabajo de Forest Whitaker, también, y especialmente de Eric Bana, que es un actor infravalorado que intentó ser estrella con Hulk y Troya, sobre todo, pero se dio cuenta de que su sitio está en el cine más serio y comprometido, como es el caso de Munich o esta El precio del perdón. Y acertó, sin duda.