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La ronda

Drama En Viena, en la primavera de 1900, el soldado Franz conoce a Leocadia, una prostituta, pero acaba liándose con una criada, que pronto pasa a manos del señorito Alfred, el cual mantiene también un affaire con Emma, una mujer casada, cuyo millonario marido se entretiene con una modista que está enamorada del poeta Robert, amante de una gran actriz encaprichada con un joven teniente de dragones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
6 de mayo de 2011
50 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
La singular estructura de la obra de Schnitzler —el encadenamiento de escenas amorosas de a dos del tipo AB-BC-CD…— supone un desafío a la dramaturgia tradicional que busca la complicidad del público hacia unos personajes principales y apela a su interés ante un conflicto central y su desenlace. A este desapego emocional contribuye que el autor no define a los personajes con una individualidad humana, sino que son presentados ex profeso en su condición de máscaras estereotipadas de diferentes roles sociales.

Max Ophüls refuerza este proceder introduciendo al presentador demiurgo y omnipresente, que se dirige directamente a los espectadores e interactúa con el resto del elenco bajo variopintos ropajes. Más allá de la originalidad de esta idea, rotundamente audaz en su época, lo que importa realmente y demuestra la clarividencia del cineasta es su total coherencia con dicha mirada distanciada y entomológica. El primer plano secuencia con el que se abre la película —y que en su belleza uno desearía que no terminara nunca— es toda una declaración de principios que nos avisa del autoasumido carácter del film como representación y artificio.

La pregunta que siempre me hago al revisar la película es la siguiente: si por sus características intrínsecas, se trata de una pieza que el espectador ha de ver "desde fuera" y se dirige ante todo a su intelecto, proponiendo una sutil, lúcida, irónica, mordaz y melancólica disección del amor, el deseo y el sexo, ¿de dónde proviene, pues, la intensa emoción que me embarga cada vez que la veo? Y la respuesta es siempre la misma: es el goce estético ante el propio hecho fílmico, mostrado con una pureza y una exuberancia pocas veces igualada.

Porqué, en efecto, importa remarcarlo, Ophüls no es opulento. Su virtuosismo no es nunca decorativo ni exhibicionista, ya que es la propia puesta en escena la que alberga el significado. Aquí, la construcción de facto como diez "cortometrajes", le ayuda aún más a tratar cada uno como una delicada pieza de orfebrería a la que nada sobra ni falta. Por eso, aunque en su literaridad algunos pasajes puedan ser más interesantes que otros, la elegancia de la escritura cinematográfica permanece unívoca, en lo que supone un repertorio inagotable de recursos expresivos: la manera de mostrar un frío matrimonio carcomido por el paso del tiempo con esas camas, como dos tumbas, que vemos separadas desde un péndulo; los resolución con predominancia esta vez del plano-contraplano en la escena entre la criada y el señorito, con encuadres torcidos a la manera de "El tercer hombre" o a través de barrotes, con el objetivo de señalar las barreras entre las clases sociales y su mutuo extrañamiento; los espejos constantes que desdoblan no casualmente al personaje de la actriz, las escaleras con movimientos de cámara descendentes en el caso de la prostitución o ascendentes para la aristocracia, etc., a lo que hay que sumar los originalísimos gags del "gatillazo" o la alusión a la censura. /…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quim Casals
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30 de noviembre de 2006
48 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se realizase una encuesta entre cinéfilos, "La ronde" sería posiblemente la película elegida como la mejor de entre la obra de Ophüls. Sin ser de esa opinión (al menos "Carta de una desconocida", "El placer", "Lola Montes" y "Atrapados" la superan según mi opinión) estamos ante otra obra maestra, de sobresaliente altura artística.
Basada en la obra de uno de sus escritores favoritos, Schnitzler, Ophüls cuenta, en la Viena de 1900, diez pequeñas historias de amor a través de un personaje central (Walbrook), que subido a un carrusel infantil nos hace girar en la geométrica estructura narrativa del film. Ese personaje central es como la prolongación de todo autor, aquí el cineasta, que hace lo que quiere con sus personajes, jugando con ellos y su destino. Es una trama leve y casi frívola, nada trascendente, aliviada aún más por un bien presente sentido del humor, que tiene fragmentos de deliciosos diálogos, así como los maravillosos travellings de su director.
El vienés ha sido, en lo referente a puesta en escena, quizás el más sublime aristócrata del cine, el rey, por lo tanto (Visconti quedaría muy lejos, por ejemplo), un autor empecinado en el detalle, en la hermosa elegancia, en la inteligente sofisticación, en un barroquismo bellísimo y placentero, en su misma fijación por sublimar los placeres humanos...
"La ronde" supuso el regreso de Ophüls a Europa tras su etapa americana y es un prototipo de film de episodios, luego todavía mejorado en la inolvidable, leve y sublime "El placer" (1952), basada en tres relatos de Guy de Maupassant y hoy todavía increíblemente minusvalorada.
Gran reparto, de tremenda capacidad y amplitud (Danielle Darrieux, Isa Miranda, Daniel Gelin...).
kafka
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23 de mayo de 2011
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo mejor estamos gobernados por incompetentes y esto irá a peor. A lo mejor nuestro equipo no gana. A lo mejor esto es importantísimo o a lo mejor tenemos que aprender lo que es realmente importante. O a no empezar tantas frases con la expresión “a lo mejor” porque a lo mejor sugiere incertidumbre y lo que necesitamos es estar seguros de nuestras prioridades.

¿Qué tal lo siguiente: el amor, la familia, la amistad, los sabores reales de la vida y que cada uno jerarquiza según el momento, la edad o la personalidad?

El Cine pertenece a la vida, al igual que la Pintura o la Literatura, los personajes no existen pero sí las reacciones que nos provocan; no debemos olvidarlo, por tanto: el cine es parte de la vida, porque la belleza forma parte de la vida y el cine –el buen cine- es belleza.

¿Cambia algo que un genio como Ophuls nos muestre el mismísimo mecanismo de esa belleza? ¿Me cambia a mí, me hace mejor, me hace más humano?

La respuesta es la misma pregunta. Existimos porque preguntamos, porque observamos, porque somos observados, porque percibimos la belleza de las cosas, porque –incluso si dormimos, como la prostituta de “La ronda”- alguien nos percibe como parte de esa belleza. El cine nos enseña que mientras haya alguien mirando –mirándonos- somos humanos y giraremos para cumplir con nuestra misión de seres humanos que es mirar y ser mirados, amar y ser amados. Aunque estemos gobernados por incompetentes y esto vaya a peor o nuestro equipo no gane.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Talibán
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10 de febrero de 2008
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film nº 18 de Max Ophüls. El guión, de Jacques Natanson, Ophüls y otros, se basa en la obra teatral "Reigen" (1900), de Arthur Schnitzler. Se rueda en Franstudio (Saint Maurice), de Pathé-Gaumont, con excelentes decorados de Jean D'Eaubonne. Nominado a 2 Oscar (decoración b/n y guión), gana un BAFTA (mejor película). Producido por Sacha Gordine y Ralph Baum, se estrena el 27-IX-1950 (Paris).

La acción tiene lugar en Viena, en la primavera de 1900. La cinta encadena 10 viñetas de amor. Uno de los miembros de cada pareja forma parte de la pareja siguiente. En la décima viñeta, el varón de la novena forma pareja con la mujer de la primera.

El film es un drama que suma elementos jocosos, filosóficos, románticos, frívolos, irónicos, ácidos y malencólicos. Tras 10 años de residencia en EUA, Ophüls regresa a Europa y se instala en Francia, donde desarrolla la etapa más brillante de su carrera: "La ronda" (1950), "El placer" (1952), "Madame de" (1953) y "Lola Montes" (1955).

Adapta admirablemente la obra de Schnitzler y explora las relaciones entre deseo, amor y sexo. Con una visión romántica e idealizadora evoca una ciudad desvanecida (la Viena imperial) y una época superada (últimos años del Imperio Austro-húngaro), que envuelve en recuerdos sublimados por la añoranza y el paso del tiempo. Con una visión ácida y malancólica constata que amor y pasión son términos no coincidentes, que sus diferencias dan lugar a profundas insatisfacciones y que todos, unos por falta de amor y otros por falta de pasión, tratan de encontrar compensación en relaciones imposibles.

Enmarca su reflexión en una concepción nihilista de la vida: la vida no tiene sentido, es un tránsito entre un vacío y otro vacío, una búsqueda condenada a la frustración. La vida, como el tiotivo, da vueltas sobre si misma y no avanza: su movimiento circular es inútil. Incluye numerosas referencias al sexo, pero no las explicita. Se apoya en la sugerencia y el sobrentendido. Se sirve de drásticas elipsis de imagen y de texto, que informan un lenguaje visual y verbal muy discreto. Incorpora a un narrador (Anton Walbrook), omnisciente, omnipresente y omnipotente, que introduce al espectador en la acción, explica sus lances e interviene en ella ("maitre", cochero...). La cinta está punteada de sutil ironía y de humor ácido. La acción circular evoca la trasmisión de la sífilis. No se estrenó en España.

La música, de Oscar Straus, recuerda los valses vieneses. Incluye una balada a ritmo de vals ("Der Reigen"), que acompaña las escenas, crea el fondo sonoro y culmina en un magnífico himno polifónico. La fotografía, de Christian Matras, en B/N, enlaza planos largos, planos-secuencia, barridos, movimientos circulares de cámara, encuadres torcidos, encuadres a través de cortinas, etc. Los movimientos de la cámara incovan la música del vals. Excelentes interpretaciones de Signoret, Simon, Darrieux, Walbrook. Film espléndido.
Miquel
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25 de octubre de 2007
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrar en la discusión de si "La Ronda" es la mejor película del genial Max Ophuls es plantear un dilema que a esta magistral y barroca obra no le hace ningún favor. Caleidoscopio de las relacciones humanas tratado con una mezcla de acidez, ironía y metafísica galantería, la puesta en escena del director y su exquisito gusto por el detalle sublima los tópicos y ayuda a reforzar las distintas historias entrelazadas de manera perfecta confiriendo a cada una de ellas una dimensíon social representativa a a partir de prototipos aparentemente frívolos y livianos.
En una excelente crítica sobre esta obra que cayó hace tiempo en mis manos se comentaba que en realidad La Ronda con sus devaneos galantes y su estructura circular (el tiovivo de la vida que gira y gira sin parar) era la historia de la transmisión de un personaje a otro de una enfermedad venérea. Tras mi último visionado de esta película a la luz de esta interpretación creo que es muy acertada y que tiene una base sólida para poder verse así, envuelto todo en la sofisticada y esplendorosa dirección que el maestro Ophuls lleva a cabo ayudado por un reparto único.
Sea cual sea sin embargo el prisma desde que se disfrute su visión (como las grandes obras del genio humano) admite tantas interpretaciones como posibles espectadores pueda llegar a tener. "La Ronda" es una de als cimas del cine europeo de todos los tiempos de visión obligada para cualquier espectador con inquietudes artísticas y cuyo esudio no se agota jamás aportando siempre algo nuevo en cada visionado que de ella se realiza.
kepamk
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