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Mamma Roma

Drama Mamma Roma es una prostituta que sueña con un bienestar pequeño-burgués. Tras la boda de su protector, se traslada con su hijo Héctor a un barrio decente, donde regenta un puesto de frutas en el mercadillo popular. Héctor es un muchacho de carácter débil e influenciable que se deja arrastrar por los amigos y se enamora de Bruna, una chica que lo inicia en los secretos del amor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
27 de octubre de 2006
80 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de una las personalidades más fascinantes de la segunda mitad del siglo XX, 'Mamma Roma' se convierte, al poco de su visión, en una de aquellas obras que permanecen impasibles en el grueso de la memoria. Es el crudo retrato de los bajos fondos romanos, del emergente proletariado urbano que, en contra de su sino, pretende prosperar en un entorno en el que no se contempla esa posibilidad.

Concebida como una dura crítica al sistema político imperante, paradigma del desarraigo y de la desvinculación con los orígenes, la historia nos presenta a Mamma Roma (Anna Magnani), una antigua prostituta que inicia una nueva vida en compañía de su hijo Ettore.

Pier Paolo Pasolini da rienda suelta aquí a muchas de sus obsesiones, elementos reiterativos en su producción literaria y cinematográfica. Una particular visión del cristianismo, adscrita a sus inquietudes marxistas, influye de forma trascendental en el devenir de los personajes. En la línea de 'Accattone' (1961), y con algunos de los aspectos que determinaron la trayectoria del neorrealismo italiano, Pasolini construye un pesimista relato basado en la imposibilidad del avance social, en la inexistencia de válvula de escape para un estamento social abocado al confinamiento en un callejón sin salida.
Solal
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19 de abril de 2007
50 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas estas interpretaciones de la película en clave de "analisis del proletariado" y de "cristianismo" me parecen algo esquemáticas. Para mí es, ante todo, una buena pelicula sobre una prostituta (soberbia Anna Magnani) que busca redimirse a través del amor y las esperanzas que tiene hacia su hijo descarriado. Lo del proletariado y el cristianismo, pues bueno, algo hay; pero tambien hay acueductos ruinosos, delincuencia juvenil, amor desbocado, nihilismo existencialista, ritos de paso adolescente, e incluso los descampados presentes en tantas películas italianas, símbolos del territorio fronterizo entre dos mundos.
alex
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24 de agosto de 2009
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda película de Pasolini es, en gran medida, una continuación de su desgarrada y magnífica ópera prima ("Accatone"), desarrollándose una vez más un drama familiar y de desarraigo, presidido por lo misero y lo pobremente urbano, con la predominación del plano medio (la búsqueda/consecución de la cómplice equidistancia) y un aire postneorrealista entre el desengaño y lo netamente autoral.
Narra el conflicto entre una madre (excelente Magnani), ex-prostituta, y su hijo (Garafalo), en la ciudad de Roma. Ella representa lo titánico, lo rocoso, la belleza frágil surcada por ojeras alimentadas de sufrimientos y verborrea, ella es la actividad, lo femenino; él (y por extensión el chulo extorsionador de aquella) es la pasividad, lo masculino, la comodidad que desemboca en tragedia, dónde ambos personajes al final, son uno solo. Hay ramalazos edípicos y de tragedia griega (algo muy querible en Pasolini), incluso no se rehuye un humor desengañado.
Es la comunión, extraña pero comprensible, de lo proletario con lo cristiano (algo en lo que Pasolini fue un maestro: hay quedó "El evangelio según san Mateo"). Muy buena la fotografía de Tonino Delli Colli.

¡Ojo al detalle!: nada menos que Joselito cantando en italiano alguno pasajes. ¡Mamma mía!.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kafka
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21 de mayo de 2008
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El polémico y polifacético Pier Paolo Pasolini, aparte de un consumado poeta, novelista y ensayista, se dedicó también al mundillo cinematográfico, en el que comenzó sus andanzas en 1961. "Mamma Roma" es su segundo film, adscrito al movimiento neorrealista italiano, que abarca con mirada llana y cruda el estilo de vida de las clases trabajadoras y marginales cuya situación había caído en una precariedad extrema tras los desastres de la Segunda Guerra Mundial. Como ya Fellini había hecho en otras obras como "Las noches de Cabiria", o como haría poco después Vittorio de Sica en "Matrimonio a la italiana", Pasolini refleja en "Mamma Roma" el duro rostro de la prostitución. De nuevo, los arrabales romanos y esas mujeres de la calle avezadas, curtidas, endurecidas, acostumbradas a arreglárselas por sí mismas, las reinas de ese submundo del alterne en el que ellas son las que llevan la voz cantante. Pero con el inconveniente de la extorsión a la que se ven sometidas por parte de los proxenetas, vulgarmente conocidos como chulos.
Mamma Roma (Anna Magnani) es una mujer madura pero todavía atractiva y exuberante, de lengua mordaz y carácter alegre y voluntarioso. Madre de un hijo al que ella ha mantenido lejos de la ciudad hasta su adolescencia e ignorante de su mal vista forma de ganarse la vida, sueña con dejar la prostitución, salir de la pobreza, abandonar los arrabales, vivir en un barrio decente y darle a su hijo la vida que ella no ha tenido. Con grandes esfuerzos, irá logrando poco a poco algunos de sus objetivos... Pero la extorsión de su antiguo chulo, sumada a la rebeldía y al débil carácter de su hijo Ettore, irán colocando numerosos obstáculos en su difícil trayecto hacia la respetabilidad y hacia el porvenir de su hijo.
Madre ante todo, Mamma Roma está dispuesta a realizar todos los sacrificios posibles, mientras la cruel realidad mantiene un encarnizado pulso con sus frágiles sueños.
La cotidianeidad de esta mujer de los bajos fondos pero esforzada que cifra todas sus esperanzas en su retoño se convierte en todo un ejercicio de observación por momentos muy incómoda y dolorosa, y de denuncia. Con ojos duros pero también compasivos, Pasolini compone el drama de una madre que anhela todo lo que cualquier madre pueda desear para sus hijos.
Bajo los compases de Antonio Vivaldi y algún tema interpretado por "El pequeño ruiseñor" (El niño prodigio español Joselito, que en la década de los sesenta ya era conocido en toda Europa y en América), una fotografía llana en blanco y negro, el carisma huracanado de Anna Magnani y una sucesión de convincentes secundarios, el retrato de la sociedad marginal italiana de los años sesenta queda servido para la posteridad y como uno de los mejores documentos de ficción que plasman un maduro y fiel bosquejo de una época y un entorno sociocultural concreto.
Vivoleyendo
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4 de noviembre de 2010
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es una muestra del credo pasoliniano de armazón melodramático y carga de realidad democristiana e ideología inconformista, susceptible de ser analizada desde varias perspectivas.

En este primer Pasolini no encontramos cine articulado desde la escatología alegórica o la vanguardia reinterpretativa de tragedias clásicas griegas (como sí vemos en otros de sus films), sino un neorrealismo típico de la época y reconocible en secundarios, localizaciones y el instinto interpretativo de la protagonista.

Sin embargo, la película tiene una riqueza menos unidireccional de lo aparente. No existe únicamente el retrato de una miseria social, ni se agota la cinta en la denuncia de drama pseudodocumental. Existe también una acusación al personaje de la Magnani y, por extensión, a lo que ella representa. Una intención que no se agota en el muestrario o ensalzamiento de personajes y actitudes, sino que también los cuestiona mediante el diálogo (“son pordioseros, no son como nosotros”) y un montaje de contrastes (secuencias dilatadas de barrio marginal frente a la fascinación materialista de la “moto”).

A Mamma Roma no se le discute su ímpetu vital de delantal y hortaliza –ímpetu, por otra parte, consustancial a la Magnani– pero sí su perspectiva individualista (acusación que afecta a todo lo que representa al incluir la figura del proxeneta como falta de solidaridad global). Su actitud es una mera imitación de los vicios burgueses; voluntad bastarda de pertenencia a una doble Italia de desarrollismo injusto que desprecia el elemento rural-proletario.

Son así contradictorias unas personalidades instaladas en cierta dualidad de fantasías utópicas, barrios marginales y maquinaria de placer consumista.

Habrá que elevar un poco la vista para no ser ajenos a la humanidad del personaje, pese a todo, su riqueza emocional o la simpatía que genera. Esta calidez de la protagonista provoca que las tintas se carguen en otra dirección, y hace que nos cuestionemos si las respuestas marxistas eran suficientes a la hora de suministrar soluciones. Por ello el personaje no es juzgado. Simplemente se señala su incapacidad y su ausencia de herramientas. Ni en su esfera social ni en su esfera individual tiene alternativas (no más alternativas que envidiar a los que ocupan un escalafón socioeconómico superior). Ni siquiera la ideología que supuestamente ha de ofrecerle cobijo cubre sus necesidades.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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