Henry y June

No sólo por la desgana con que están reflejados los personajes, que no hace justicia a la calidad de las obras de ambos autores, sino también porque si nos olvidamos de que es una adaptación, y la vemos con los ojos del que no sabe nada de nada, nos encontramos con una historia fría, sin emoción, sin ritmo, con actores que no saben a qué juegan, etc.

El guión es flojísimo, la dirección inexistente, y sólo el cuerpo técnico del film supera el aprobado. El resto, para olvidar, cuanto más rápidamente, mejor.

Esta película esta basada en los diarios de la vida de Anaís Nin que ella misma escribió. Concretamente en el primer diario de un total de 4. Henry y June es un documento excepcional que navega en una complejidad emocional y erótica no apta para almas corrientes.

La versión de Henry y June llevada al cine he de decir que logra una atmósfera densa, sensual, oscura, que envuelve a un París de calles leberínticas, de barrios bohemios llenos de cafés de artístas y de burdeles.

Anais Nin dijo:
"Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo."

De esta forma se rodeará de personajes tan dispares como escritores fracasados, divas atormentadas, bohemios soñadores, magos, ladrones, contorsionistas, ilusionistas, músicos y prostitutas que penetraran en su mundo más profundo para descubrir su verdadera naturaleza de mujer a través del erotísmo y del sexo.

Maria de Medeiros y Uma consiguen intimidar a la cámara y paralizar al espectador para provocar, insinuar, sugerir, incitar...

Propone vivir experiencias y verla es una mala experiencia. Habla de la bohemia, de vivir intensamente, y no tiene intensidad, no transmite nada.

Desestructurada, arrítmica. Un ladrillo tiene más ritmo. Efecto anestésico, consulte con su farmacéutico.
Desmedida, venga escenas y más escenas. Agobia por acumulación. Se acaba viendo cada escena con disgusto, como un obstáculo para llegar al final y respirar. En esta situación asfixiante, el espectador pasa de las referencias cinematográficas y filosóficas y literarias, pasa de los discursos de filosofía barata, pasa de las relaciones superficiales, pasa del espíritu
creativo, pasa de la búsqueda de nuevas experiencias y deja de verla aunque la siga mirando.

Demasiado larga. "Trópico de Cancer" es un libro magnífico, aquí apenas reconozco a los personajes. Aunque el sexo es una constante obsesión en las obras de Miller y mola bastante, en esta película acabo saturado y aletargado. Peculiar Uma Thurman. María de Medeiros es buena actriz aunque aquí la recordaré siempre como un salmonete en celo. La calva de Fred Ward en su interpretación de Henry Miller canta demasiado a carnaval, no puedo apartar los ojos de ella.

No es que sea mala, pero su excesivo metraje, la carencia de identificación con los personajes y una pizca de petardez que desprende por todos sus poros, la convierte en una pieza facilmente desdeñable.

Cada día que pasa creo más firmemente en esta reflexión que se me ha ocurrido: Si tienes algo que contar y no eres capaz de condensarlo en menos de dos horas de película, no lo cuentes, ahórranos el martirio (a no ser que tu objetivo sea algún Oscar).

¡Brindo por Gracián!

Seguramente, tras el éxito y las buenas críticas de La Insoportable Levedad del ser (1988), Kaufman supuso que sexo + segmento histórico atractivo + triángulo amoroso era la fórmula a repetir. Claro, en aquella el guionista era Jean-Claude Carriere, y aquí no, y la diferencia se nota bastante. Tal vez importe poco si Anais Nin, Henry Miller y June eran tan activos sexualmente, o si cumplieron todas sus fantasías, o ninguna (pero las escribían), o si Miller robaba frases, Nin era infeliz con su matrimonio y June una buena o mala actriz; lo que realmente cuenta es si la película es capaz de retratar a tres personajes, darles credibilidad y hacerlos interesantes para el espectador. La respuesta es no. Como si el film sufriera de frigidez o impotencia, el sexo resulta gélido en la pantalla, no hay pasión, no hay deseo, menos curiosidad. Supongo que lo refinado de La Insoportable Levedad del Ser (donde Lena Olin era pura sexualidad) acá se trastoca en miedo a pasar los límites y caer en el sexo físico que los personajes practican (en este momento, se me ocurre como modelo Sailor y Lula de Corazón Salvaje (David Lynch, 1990) y preferir cierta qualité molesta para no incomodar demasiado.
Desaprovechadas Uma Thurmar y María de Medeiros (ellas dos daban para una película aparte) y demasiado forzado Fred Ward.