La llave secreta

La novela de Tanizaki en que se basa esta película es muy interesante por su análisis de las relaciones de pareja. Los celos, los secretos, la imposibilidad de conocer todo lo que nos gustaría saber de nuestra compañera o compañero...

La película como es lógico siendo una película de Tinto Brass, se centra más en el aspecto lúbrico del asunto, lo cual es normal teniendo en cuenta que su objetivo principal es estimular la líbido del espectador antes que realizar un análisis intelectual al estilo de "Eyes wide shut", pero eso no significa que no sea una obra con ideas interesantes.

En cualquier caso prefiero a la Laura Antonelli de "El inocente", antes que a la también apetecible Stefania...

En cuanto a Frank Finlay, Franco Branciaroli y Barbara Cupisti, se puede decir que cumplen su papel de comparsas de la "star" italiana...

Lo que está en el spoiler, no forma parte del comentario sobre "La llave".

Es muy posible que durante mi primer visionado de esta película estuviera cabalgando a lomos de las oscilantes olas de whisky de malta que a veces me acompañan. Lo digo porque la tildé de muy mala. Pero algo debió quedarse grabado en mi inconsciente, porque aprovechando un reciente pase de BTV la vol´ví a grabar y la revisé en estado de sobriedad... ¡y qué diferencia! No, no voy a decir que es una obra maestra, no perdamos el control, pero es de esas escasas películas eróticas que te ponen, en que sientes envidia del estúpido actor que se encuentra asomado de rodillas a la gruta del tesoro de Stefania, que le soba los pechos como si le fuera la vida en ello. ¡Señor@s, el papel de su vida! Nunca estuvo tan apetitosa, insinuante, excitante, lúbrica, sexy y aterciopelada. Esta chica siempre me gustó, desde que era pequeñita en Seducida y abandonada, con esas miradas reveladoras de su talante sensual y gatuno, y en esta su madurez el estallido es brutal, un volcán en reposo que revienta por fin.
No creo que Brass haya superado jamás esta cumbre de su "arte". En cualquier caso, la recomiendo fervorosamente a todos los fans de Stefania, quienes sin duda serán legión.

Estupendo film de un T. Brass, perfecto conocedor del ritmo narrativo y de la combinación de la tramas, para que el interesante argumento -novela de J. Tanizaki- adquiera en la pantalla prestancia y solidez.
Al interés intrínseco del relato se une la sugestiva música de E, Morricone y la excelente interpretación de los protagonistas.
Fluido, sutil, directo y casi cautivador, el largometraje posee el encanto de una magnífica comedia y la seriedad derivada de una compleja situación psicológica de relación entre personas.
El director acierta a conjugar ambas realidades en un ámbito íntimo, distendido e ingenioso de enorme eficacia cinematográfica.

La liberación como escenario, un concepto interesante pero pendiente de desarrollo. Demasiado lenta, tal vez, es complicado verla en su totalidad porque adormece bastante, pese a que resultaría interesante conocer la evolución de los personajes, el modo casi morboso en que su intercambio clandestino de diarios los conduce a esa ansiada liberación. Pero da la impresión de que no aporta nada, sus conversaciones llegan a parecer repetitivas e irrelevantes. A excepción de un par de escenas necesarias para comprender por qué se encuentran en determinada situación, nos sobra la mitad de la película. De todas formas, si no supiéramos quién es cada personaje y por qué están ahí, importaría poco. Se reconoce que la protagonista derrocha sensualidad, ayudada por un vestuario escaso y de buen gusto, diseñado para lucir sus mejores atributos en cualquiera de sus poses. También hubo un par de escenas bastante cómicas entre los amantes. A mi parecer, se trata de una película sin grandes pretensiones, con una historia bastante simple, por mucho que hablen de liberación en sus diarios. Aunque nos presente una reflexión íntima de apariencia profunda continuamente, se concentra en exhibir la belleza de su protagonista y poco más.

Un film que se desarrolla de manera tan lenta que jamás logra vencer la inercia del tedio que la cubre. Una historia que inicia con el más claro puritanismo de la Italia preguerra y que con el trascurso de los hechos los personajes se desbordan en la lujuria más puritana y sonsa que se puede uno imaginar.
Tinto Brass no logra despertar ningún tipo de interés libidinoso en este film que claramente es sobrepasado en trama, fotografía y erotismo por metrajes incluso muchísimo más antiguos.
No se puede decir mucho de un film como este donde uno solo puede pensar en todo el tiempo desperdiciado en él.
Recomendación: si quiere una película de verdadero corte erótico, busque “Luna de hiel” o “la historia de O”.