El dedo en la llaga

Logrado film bélico, con la indudable estética del spaguetti western, no en vano se trata de un film italiano de finales de los sesenta, y dirigido por el demasiado irregular aunque esforzado Tonino Ricci, que aquí quizás consigue sin duda uno de sus mejores trabajos, o al menos de los que yo he visto suyos.
Aquí consigue un producto más que digno, muy entretenido, con interés aunque en verdad previsible, que tiene un empaque técnico francamente bueno (la fotografía a todo color y pantalla a cargo de Sandro Mancori es de recibo).
y con eficaces interpretaciones, destacando por la relevancia de su personaje a Klaus Kinski, que es el verdadero protagonista, quien tiene los mejores diálogos y escenas, aunque su historia de amor sea muy poco verosímil, bueno, por parte de la chica me refiero.
Buenas aunque poco creíbles escenas de acción (cuando hay tiroteos entre los tres protagonistas y un montonazo de soldados alemanes), y estimables las que tienen lugar en el pueblo italiano, con las buenas gentes del lugar locos de alegría con la llegada de los libertadores soldados americanos que creen les darán la libertad y paz.
En suma, que está bastante bien y te deja un buen sabor de boca.

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Rutinaria película bélica que más bien es del género supervivencia. Cuando dos soldados norteamericanos van a ser fusilados por su propio lado un pelotón alemán los ataca ( podían haber esperado a que fusilaran, pero entonces no tendríamos película). Por cierto, en esta película aprendí lo de la bala de fogueo que se reparte al azar entre los soldados que han de fusilar a sus compañeros.

Y como dice la crítica de filmaffinity se verán obligados a convivir. Tampoco tenían muchas opciones, creo yo.

En flashbacks veremos por qué los dos soldados ( el hierático Klaus Kinski que no cambia de cara en toda la película) y el soldado negro se ven condenados al pelotón de fusilamiento.

Y como no podía faltar en este tipo de películas, los alemanes son muy malos y fusilan a todo campesino italiano que se cruza con ellos.

Tiene un comienzo genial. Con ese toque bíblico y la siguiente bajada a los infiernos.
Y es que la primera media hora, antes de llegar al pueblo, es buena (si obviamos que los protagonistas tienen balas infinitas). Klaus Kinski está inspirado.

Pero después la película sigue por derroteros más ñoños. Kinski nos muestra su faceta de amante (ya me jodería enamorarme tan locamente de un loco como él) y el negro demuestra tener un don para los niños. Y eso que eran unos peligrosos psicópatas asesinos. El repugnante del teniente se dedica a disfrutar de la fiesta, y es que los del pueblo ven a tres míseros soldados yankees y ya creen que la guerra ha acabado. Craso error.

Aún así la recomiendo. Entretiene bastante.