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Pa-ra-da

Drama “Pa-ra-da” es la historia real de un payaso callejero, Miloud Oukili, que llega a Rumanía en 1992, tres años después del fin de la dictadura de Ceausescu. Cuenta la relación que éste entabla con chicos de entre 3 y 16 años, que viven en las alcantarillas de la ciudad, llamadas boskettari. También es la historia de la amistad que nace entre ellos y el joven payaso de origen franco-argelino. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2017
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Me lo han dicho tantas veces que pienso que es un lugar común. Me refiero a que a los adultos, a muchos, no les gustan los payasos. O les dan miedo. ¿Habrán leído todos a Stephen King? No sé. A mi no me pasa. No me gustan ni me disgustan y no me dan miedo. Será que ya tampoco los entiendo. Tal vez los payasos pertenecen al mundo de los niños. Un mundo muy raro con el que ambos conectan. Los payasos tienen un humor extraño. Un ojo que ríe y otro que llora. Una boca pintada para la carcajada y el llanto. Empiezan llorando y acaban riendo, o al contrario. Da lo mismo, porque hacen equilibrios en una cuerda muy estrechita con unos zapatones muy grandes. Tienen sus propias reglas en las que parece que es muy difícil entrar y, sin embargo, los niños lo consiguen. Se dejan llevar. Porque no hay reglas. Los niños, y los payasos, entran en ese mundo fantástico donde los colores barren al gris y se supera el vértigo y el más difícil todavía es lo único posible. Quiero decir, los payasos y los niños transforman la realidad en su mejor versión. El descampado sigue siendo un descampado y lo difícil sigue siendo difícil pero no imposible.

Miloud es un payaso. Un artista. Un mago. Una de esas personas extravagantes que a muchos adultos les disgustan o les dan miedo. Miloud es un idealista. Quiere cambiar el mundo, no sabe muy bien cómo, pero si por donde y para quién Para los niños de las cloacas de Bucarest, por ejemplo. Y lo hace desde dentro: desde el fondo de las cloacas y desde los tejados para tomar perspectiva. Y desde dentro de cada uno de esos niños. Los artistas, los magos y los payasos trabajan desde dentro de nosotros. Las palomas de sus chisteras salen de los sentimientos comunes, de algo que nos hace llorar y reír a la vez y por las mismas razones que no podríamos explicar. Sin reglas. Como la emoción. Miloud enseña a esos niños, sin palomas ni chisteras, a sacar la cabeza de una bolsa de pegamento y tener confianza en sí mismos y en alguien capaz de luchar por ellos. Les enseña, como es mago, algunas palabras mágicas como “respeto”. Y aprende, como suele pasar, muchas cosas de ellos. Que la realidad, en su peor versión: burócrata, cobarde, mafiosa o salvaje intenta acabar con los que están construyendo su mejor cara: la solidaria, idealista, comprometida y valiente. Que muchas veces lo consigue y gana batallas casi diariamente, pero la voluntad constante de construir lo destruido es infatigable y arrasadora porque trabaja desde dentro, desde la alegría, la confianza, el respeto y la emoción y cuando llega ahí, nadie puede arrancarla. Florece y prospera...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
paki
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